¡amplia reseña!
Enrique V, Shakespeare y Netflix juntos de la mano EN UNA PRODUCCIÓN ESTREMECEDORA
Netflix mostró el viernes su as en la manga: "El Rey" ("The King"). Apenas dos meses han pasado desde que se orquestara su estreno mundial el 2 de Septiembre en el Festival de Venecia, y las constantes vitales dan muy buenas señales en nuestro monitor. Vamos a zambullirnos en las entrañas del rey, a ver qué nos cuentan...
Un apunte introductorio: The King es una obra que nuestro equipo no hubiera visto nunca. La biografía de Enrique V no nos suscita interés alguno, pues es un dato histórico que no aporta nada a nuestro día a día. Es esa parte de la ficción que contacta demasiado con la realidad "documental o documentada" y nos deja sin aplicación práctica, que no nos hace evolucionar como seres humanos y que, por lo tanto, consideramos una pérdida de tiempo. Sin embargo, una cosa son los gustos personales y otra es el deber (¡gran tragedia la nuestra, un terrible sacrificio el de ver películas! OMG!). Si hacemos hincapié en lo anterior es para resaltar el hecho de que, a pesar de nuestras filias y fobias, tomamos como meta la de alumbrar una crítica lejos de nuestra subjetividad como servicio para nuestros lectores y suscritos, cada vez más numerosos. Nos encanta cuidaros.
Hecha la primera intro, aquí va una segunda: ante todo, decir que 'The King' es una película formidablemente estructurada, que cuenta con el respaldo de una producción colosal bien invertida en este caso, desprendiendo aromas de amor y cuidado por el producto y, por extensión, por el público. En los 10 primeros minutos ya podemos ver la dirección que tomará. Decorado, diálogos, banda sonora y trama se articulan armoniosamente para engendrar esta pieza que nos mantendrá en vilo, movidos y conmovidos durante sus 140 minutos...
ATENCIÓN: PUEDE CONTENER SPOILERS
Al lío: la película repasa la ascención al trono de Enrique V, otrora llamado Hal (Timothée Chalamet), al morir su padre Enrique IV (Ben Mendelsohn). El poder debía ser heredado por su hermano pequeño Thomas aún siendo Hal el segundo primogénito (después de que el primer hijo, Eduado, de Erique IV muriera al nacer). Hal había demostrado estar más interesado por las delicias de Venus que por Marte y su arte.
No obstante, al ser Thomas derrotado en el trascurso de una batalla, sólo quedó el futuro Enrique V como único heredero al trono de Inglaterra. Las primeras intenciones de su reinado fueron las de cesar las constantes guerras que su padre había llevado a cabo para anexionar territorios, cobrándose las vidas y fortunas del reino. En su intento por instaurar la paz, encontró en el seno de su reinado la sed de venganza y odio generados por un pasado ya inexistente pero remanente. Intereses, manipulaciones y artimañanas que no han cambiado sustancialmente a pesar del énfasis con el que nos repiten que la Historia es importante para no reproducir los errores del pasado, conducen a Enrique V a declarar la guerra a Francia.
Robert Pattinson aparecerá irreconocible como Dauphin de Francia, un gran papel por su parte... ¡y lo decimos nosotros que aborrecemos el acartonamiento de este actor!
No hay una buena película de época sin protocolo de coronación donde el Rey es el astro en torno al cual todo un séquito de personas orbitan. Nos preguntamos si por los albores del siglo XV era realmente así. Es una de las razones por las cuales las películas históricas nos provocan desconfianza y pocas garantías de auténtico realismo. ¿Quién puede asegurar que aquello ocurrió tal cual está retratado? Sí, sí, existen fuentes oficiales, pero ya sabemos que de las fuentes sale agua, y que lo oficial está manchado para fomentar los intereses del poder. Se nos ocurren unos cuantos ejemplos que van desde el Nilo hasta Calcuta por la ruta del Atlántico. Habrá que ver cuál es el próximo destino de vacaciones más popular de los próximos tiempos... ¿Gales por casualidad? Está por ver.
Otro tanto que se anota la obra es el de las terribles ejecuciones que se debieron (o no) perpetrar. Aquí, dejadnos decir que se recrean formidablemente reposando la imagen en el momento anterior al hachazo. Las escenas que muestran el semblante de la muerte en los ojos de sus víctimas nos obligan a desviar la mirada. No podemos soportar la atrocidad de la sensación de estar arrodillado esperando a que la hoja del hacha hienda su frialdad hasta desmembrarnos. La captura de la cercanía del óbito y los primeros planos del miedo, ira, pena, injusticia o amor nos encogen el corazón y amedrentan ante la extensión de la nada con plenitud de conciencia y todavía un vasto recorrido por delante que será sesgado de raíz. Dichas escenas son las que seguramente avivan la curiosidad mórbida de los humanos, y ante las cuales no podemos evitar cerrar los ojos.
Otro clásico del género son las traiciones e intereses encubiertos que llevan a manipulaciones sin escrúpulos y sin las cuales no parece haber posibilidad de excepción. La codicia y empoderamiento siempre ha deslumbrado al ser humano, hasta el punto de cegarlo, y conforma uno de los elementos clave en estas composiciones. El rey no defrauda, y su humanidad y pequeñez chocan frontalmente con las ínfulas que el subidón de adrenalina proporcionan. La soledad del monarca, su juventud y su inexperiencia, hacen de él el candidato ideal al trono del bochorno. Su paulatina transformación de pacifista a beligerante no será fruto de su naturaleza sino del gran teatro del mundo: no en vano, se han basado en obras de Shakespeare, operado a su alrededor.
La guinda del pastel que corona The King es la demostración del poder por la fuerza bruta por medio de la magnífica batalla final. Entre lodo y mugre nos asombra la labor desmitificadora que lleva a cabo el director. Un terreno repleto de hombres bajo sus relucientes armaduras cuyas directrices son las de MATAR al rival. Y siendo su objetivo personal el de sobrevivir, no alcanza nuestro imaginario a obviar la evidencia de un "sálvese quien pueda". Propinando golpes a diestro y siniestro con el único fin de preservar la propia existencia. No van a negar la evidencia: uno contra todos y me da igual quien sea el prójimo.
En definitiva, un grandioso despliegue de medios que, a pesar de no ser un género que nos interese personalmente, demuestran que detrás del telón hay un laborioso recorrido.
Un aplauso bien merecido.