Una obra totalmente prescindible, puramente parasitaria.
Innecesaria, vacía y sólo motivada por la gran serie que fue Breaking Bad, y de la cual han creído poder beneficiarse echándonos de comer las sobras de lo que no se utilizó en su día. Una serie de flashbacks nos iluminan sobre lo que ocurrió durante el cautiverio de Jesse pero... ¿Acaso era realmente necesario? En absoluto.
¿Qué esperábamos? Desde luego, nada bueno. Y a pesar de lo estrictos que somos y que no dejamos pasar ni una, tampoco creemos que esta obra de calibre deficiente satisfaga a los fans de Breaking Bad. No es que porque salga tu careto durante 122 minutos en la pantalla, Jesse Pinkman, que vamos a sentirnos complacidos. Las expectativas estaban bajas pero... ¿esto?
Ciertamente está ese toque familiar de Breaking Bad: los paisajes, los colores, las actuaciones, los tempos, la mitología... Pero todo se condensa en un conjunto vacío que deja al espectador impasible en el mejor de los casos, realmente agotado en el peor. NO hacía falta, de verdad que no. Lo hubiesen dejado todo tal cual, con sus defectillos, y nos hubiesen ahorrado decepciones.
Escasos y escuetos diálogos que no aportan absolutamente nada: ni siquiera un buen rato o un entretenimiento, porque tampoco hemos sentido que haya habido una trama.
Vince Gilligan necesita algo más que 122 minutos. Un creador de series no puede hacer una película porque parece un capítulo más de la serie, o el piloto de algo más. Así que en vez de cerrar interrogantes, ha abierto nuevos. Y si quieren hacer una secuela de BB, que la hagan, pero con los últimos 15 minutos de la película. El resto no importa. Pero bueno, vale, aceptamos 'EL CAMINO' como un comienzo, pero en ningún caso como una obra aislada.
Pinkman ha cambiado, y ese cambio podría significar una evolución hacia algún lugar. Pero jamás daremos el visto bueno a estos 122 minutos como accidente creativo.
Señores de Netflix, si lo que pretendían era tantear el terreno y estudiar la reacción de la masa para tirar adelante una secuela BB, háganlo... pero háganlo bien: mójense y asuman los riesgos que aquí son prácticamente nulos. Dejen que el talento respire y la creatividad fluya. Habrá que esmerarse un poco más en la frondosidad y profundidad de los intercambios, ¿eh?
Estas artimañas cobardes no nos gustan y la película no nos gusta porque es un despegue, pero nunca un aterrizaje.
Este medio no tiene nada más que decir sobre el asunto BB, una toma-dura de pelo derivada de las tomas-falsas de la quinta temporada.