Son nueve años los que separan estas dos películas. Es curioso que ambas veces fuera yo sólo al cine. Claro está que mi percepción fue completamente distinta en cada una de ellas.
No voy a negar que Drácula de Bram Stoker me llegó infinitamente más, no solo por su calidad, sino por mi pasión por el mito, mi fascinación por la novela y mi amor incondicional al cine de género.
Artículo encadenado CEC Cine: "El último" - F.W.Murnau, 1924
En aquel año ya había revisado las obras de Murnau, Fisher, Browning e incluso si me apuras, de Badham o William Crain. Sentarme en una enorme sala ya desaparecida de Alcorcón, expectante por ver lo que podía ofrecerme una nueva visión y más de la mano de Coppola era, sin duda, uno de los mejores momentos que recuerdo de aquel 1992. Salí fascinado por lo que había visto. Todo cambiaba al mostrarme el lado más romántico de una de mis figuras favoritas. Desde luego era una película sobre el amor, el amor eterno, pero también había espacio para el terror. Sin olvidar el maravilloso tema central Love Song for a Vampire de Annie Lennox.
Me sorprendió este pase porque siempre he recordado aquella tarde de domingo de 1992. Volver a ver Drácula de Bram Stoker en pantalla grande y en 35 mm es algo con lo que no había vuelto a contar.
Cover of Moulin Rouge! (Widescreen Edition)
Algo distinto me ocurre con Moulin Rouge. No voy a negar que saliera del cine con la sensación de que me había gustado, aún lo mantengo. Pero, ¿sabéis esas pelis de las que piensas que te han gustado pero no volverás a ver más? Pues es lo que me mi me pasa con esta con esta. También hay que decir que los musicales nunca fueron santo e mi devoción y por muy bien elegido que esté el repertorio, a mi hay un punto que tanta canción y tanto pastel me saturan.
Por otro lado, el cine de Baz Luhrmann nunca me pareció del todo bueno y lo que vino después de Moulin Rouge, me daba aún más la razón.
La noche empezaba con una pequeña exposición de carteles de las películas de De Niro que abrirán el nuevo ciclo...