MUCHO MÁS QUE UNA DENUNCIA FEMINISTA
En "Harlots" (Cortesanas) nos presentan el Londres de 1763 dividido en 2 grandes bloques: el del glamour donde los bienvivientes atienden a la ópera y viven ociosamente haciendo transcurrir el tiempo entre banalidades y el Londres sucio y decayente donde depravación y lujuria son la corriente y el sexo es la moneda de cambio. Por supuesto el Londres de los suburbios queda a la sombra y sus protagonistas son putas, malvivientes y turistas de la zona alta que bajan a los infiernos para satisfacer sus vergonzosas bajezas con aquellos que más necesitan de sus favores pues el que no tiene a penas qué llevarse a la boca será siempre más fácil y barato de comprar.
Y entre los más desfavorecidos está la mujer y entre éstas las que son de baja cuna y no poseen más que sus cuerpos para asegurar su supervivencia. Testimonios escandalosos de madres que venden la virginidad de sus hijas por un par de zapatos y otras que se ven obligadas a subastarlas para pagar el alquiler. Nos puede parecer una inmoralidad y sin embargo, a día de hoy la situación no ha variado más que en forma.
Seguimos siendo las prostitutas de un sistema que nos explota y que casualmente se ceba con aquellos que menos recursos tienen. Seguimos vendiendo nuestro preciado tiempo al mejor postor y, paradójicamente, cuanto menos se tiene y mayor es la situación de necesidad más a la baja se paga nuestro tiempo pues somos carne de cañón. Los pobres son los más numerosos, por ello el valor del sudor de su frente es inversamente proporcional al número que representan. Y lo peor de todo es que somos cómplices de este ensañamiento porque cuanto más se necesita un trabajo más se está dispuesto a vender la propia dignidad y más fácilmente se aceptan ofertas humillantes.
En este capítulo piloto vemos un claro apunte feminista pues las protagonistas son mujeres y prostitutas pero nosotros vamos a rizar el rizo y a matar dos pájaros de un tiro pues la mujer en este caso no es más que una personificación del desvalido, del esclavo, del pobre que no tiene nada que vender a parte de su propio cuerpo y fuerza de trabajo. Es una clara alusión, si lo extrapolamos, a esta sociedad, a estas urbes cosmopolitas que se han erigido con el sudor de la frente de los desfavorecidos.
Por supuesto habla del estatus de la mujer del siglo XVIII que podemos, sin problema alguno trasladar a nuestra época, pero la serie pretende ir mucho más al fondo de la cuestión y poner en tela de juicio el comercio de hombres y mujeres en general sobre y gracias a los cuales el sistema sobrevive por muy pornográfico (y nunca mejor dicho) que pueda sonar.
Un alarmante toque de atención generalizado que vale la pena visionar especialmente aquellos que alaban el "avance" de las sociedades.
Seguiremos viendo esta serie que sin duda alguna nos provocará profundas reflexiones y un análisis detallado de lo que somos, de dónde venimos y, si nada cambia, hacia dónde estamos yendo...