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Amigos y lectores de CEC, todos hemos oído y escuchado las famosas siglas: I+D+I cuyo significado hace referencia a la investigación, desarrollo e innovación del mundo laboral, pero tal y como está el mundo su significado más realista sería este: I (indignación) +D (desazón) +D (desolación).
La primera de las siglas, la I (indignación), es la más importante y necesaria, pues es en esta cuando serena y lucidamente vemos, evaluamos y reflexionamos los problemas, y es aquí cuando tenemos la fuerza y firmeza suficiente para hablar, decidir y determinar firmemente las acciones a seguir, convirtiendo la actitud de lucha y esfuerzo diario en norma. Será mientras nos mantengamos en esta que ocurra lo que ocurra estaremos a cubierto y salvo en la trinchera y no nos faltaran estrategias e ideas para luchar.
Pero si sucumbimos a esta o simplemente nos la saltamos iremos a parar inevitablemente a la segunda sigla: la D (desazón). Invadido ya por esta, la cosa cambia radicalmente pues el dolor y la quemazón que nos producirá nos dejará bien abrasados y doloridos e inevitablemente física y mentalmente debilitados, limitando así nuestras capacidades para ver las posibles salidas y soluciones a los problemas, de instalarnos por demasiado tiempo en esta última sigla. Y de no solucionarse los problemas será inevitable que pasemos a la última de las siglas y en la que probablemente nos quedemos de por vida si un milagro no lo remedia.
La D (desolación) dañará irremediablemente nuestra salud física y mental, debilitando así uestra esperanzas e ilusiones, y será tal nuestro debilitamiento que no podremos ni pensar por nosotros mismos y simplemente nos levantaremos por la mañana aceptando los slogans de los que nos sometan prometiendo falsas ilusiones, que todo va a cambiar, e instándonos a conformarnos y aceptar la miseria, el abuso o la injusticia como forma de vida, provocando que nuestra sonrisa se convierta en una fea y triste mueca.
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Y no será este un falso e irreal sueño, sino un sueño tan real que, en la mayoría de los casos de la manera más anónima y silenciosa, nos acompañará hasta la tumba, o simplemente será compañera inevitable de tu vida en forma de depresión psíquica, tristeza, malhumor y profunda infelicidad. Desde la postración del más débil, el poeta destruye a golpes de realidad el imperio de los fuertes, igualmente el hombre sometido tiene el deber de destruir a base de indignación el imperio de los abusadores que le someten. Será en los próximos días, en el último capítulo, en el que analizaremos las soluciones que plantea la I (indignación).