Un ensayo de René para CEC - Culturaencadena.com
Me encuentro sentado en la parada del autobús del Paseo de la Castella de Madrid, rodeado de altos edificios, ejecutivos bien trajeados, personas que caminan con sus modernos ipods, y señoras elegantes que pasean a sus perros; igualmente, en la calzada, multitud de coches caros de alta gama, pasan velozmente, y en la marquesina de la parada, un llamativo anuncio de lujosa y exclusiva joyería...y aquí estoy yo, sentado, cual pequeño Diógenes, tomando el sol, porque a mi, lo que más me gusta, es tomar el sol en las paradas del autobús.
Si uno se acerca un poco más, a ese pequeño Diógenes tomando el sol que soy yo, y fija por casualidad su mirada en mis manos, observará que estas sujetan un pequeño objeto cuadrado llamado libro, y si uno es aún un poco más cotilla, como nos ocurre a veces a todos, y quiere saber de qué libro se trata, si así lo decide y acerca un poco más su disimulada mirada a la portada del mismo, es casi seguro que al comprobar el titulo del libro, el gesto de su cara le cambie y una mueca de horror recorra su faz, me mire con espanto, se levante, y huya despavorido de mi lado...
La causa de todo este horror, obviamente no es que yo sea tan feo como para que alguien salga huyendo, sino el susto que le ha causado el titulo del libro que porto y cuyo titulo es : '' Etapas del Pensamiento Socialista '' un pequeño ensayo de Cappeletti, sobre cuatro momentos en la historia de las grandes ideas sociales, mejor dicho socialistas.
Yo entiendo perfectamente esta alarmada actitud del curioso atrevido, porque hay que tener un par de narices para tener ganas de meterse entre pecho y espada tal tostón, más con la que esta cayendo, con la debacle de ZP y de los partidos socialdemócratas en Europa, con la reciente historia de la caída del socialismo soviético o con la penosa realidad actual de los pocos países comunistas que quedan en el mundo.
Pero por supuesto, yo las tengo, digo las ganas, y haría exactamente lo mismo que el curioso atrevido, si fuera, como él, un ignorante. El principal problema con el que toda persona se topará en su vida, es con sus propias limitaciones, que vienen dadas generalmente por la propia cultura, los prejuicios, y sobretodo, por las propias capacidades personales de cada uno, siempre ampliables y mejorables con trabajo y el esfuerzo, esos dos conceptos en extinción.
Una persona con capacidades limitadas, será igualmente limitada en su entendimiento, y por regla general, más que estudiar el contenido o profundidad de las cosas, que su limitada capacidad no le permitirá hacer, preferirá adscribirse a eslóganes mitineros o planfetarios bien sonantes, en forma de ideas más sencillas, convenientes y de facil asimilación, pero obviamente más manipulables.
Lo que toda persona debería de tener claro es que el hecho de reflexionar, pensar o estudiar profundamente sobre algo, no requiere ni necesita adcribirse a causa o dogma alguno, sino simplemente obedece a un acto de puro interés por el conocimiento en sí de la idea o cuestión, acto en el que uno reflexiona libremente y sin coacciones con su propio discernimiento, con las ideas, hechos y palabras, de la experiencia e historia de otros, lo que quiere decir que NO por leer un libro tenga uno que adscribirse a un partido politico, ideología, religión o dogma alguno: es más, por mucho interés que tenga uno por una determinada cuestión, como tampoco representa ni es garantía de compromiso o militancia alguna con dicha causa, pues generalmente cada uno se acomoda y organiza su propia moral a su antojo, conveniencia o circustancia.
Obviamente, si uno quiere profundizar y reflexionar sobre una cuestión determinada que le interese, como por ejemplo, la justicia social y la igualdad, tendrá que estudiar por narices lo que llamamos teoría o filosofía social, incluidos hechos y ejemplos, y por supuesto a los teóricos que han vivido y pensado estas mismas cuestiones sociales.
CONTINUARA