Un absorbente paseo por el San Francisco de los años 40
"Passing Strange" es un libro diferente con personajes distintos. Como de costumbre, decidimos hacernos una idea experimentando en propia carne la historia. Nuestro profundo agradecimiento a la editorial "Amor de madre" que tuvo la generosidad de entregarnos un ejemplar para deleitarnos, sorprendernos y sumirnos en esta absorbente narración.
Carecemos de pelos en la lengua y los dedos prácticamente ingrávidos sobrevuelan el teclado amartilleando más rápido de lo que la sesera procesa. y sufrimos de un vacío interior que nos obliga a llenar bulímica y constantemente el saco con todo lo que se nos ponga a tiro sentimos la necesidad de sincerarnos ante todos nuestros lectores. Una pereza se apoderó de nosotros al saber que se trataba, nuevamente, de dar voz al colectivo LGTB. Ahora nos explicamos para evitar incidentes no deseables, ofendidos y resentidas sin motivo.
Partimos de la base de que la orientación sexual no debería ni siquiera constituir una apostilla en una conversación. Puesto que nuestro mayor deseo es el de libertad y trabajamos religiosamente para conseguir liberarnos de todos los grilletes socialmente impuestos resulta molesto que se reivindique constantemente la pertenencia a tal grupo. Debería ser igual de IRRELEVANTE ser gay que blanco, negro, amarillo, mujer, hombre, "gordo", "flaco", peludo o calvo.
No debería significar absolutamente nada más allá de las características visibles. No debería ir acompañado de clasificador ni debería ser tomado en consideración o mencionado siquiera. Sin embargo, las características físicas meramente objetivas se transforman, también por arte de magia, en juicios de valor de tal forma que gordo o flaco, unos calificativos nada objetivables a simple vista, llevan asociado una estela negativa o positiva en función de las modas del momento.
De igual modo, los homosexuales han llevado la lacra de la anormalidad cuando estamos viviendo en plena época de eclosión y apertura hasta el punto en que se han creado otras 6 o 7 categorías más para definir la orientación sexual de las personas. No sabemos todavía si eso es positivo e implicaría una aceptación de precisamente lo que constituye nuestro pensamiento de base o bien la preparación para el sistema de una clasificación inteligible para que las empresas puedan seguir explotando las nuevas tendencias sociales.
Entendemos que hay que luchar para la normalización de la homosexualidad, que a pesar de que nos repitan los presuntos avances de mentalidad colectiva no los vemos por ninguna parte. Sigue y seguirá habiendo xeno-homo-hetero-judio-etc-fobia y que, contrariamente a lo que nos intentan hacer creer, se observa una tendencia al alza de las aversiones y radicalización a la par que crecen los encasillamientos y etiquetajes. Hasta que no se incorpore la educación por la pluralidad y desde la diferencia y no la dictadura de la igualdad que no hace más que subrayar los rasgos distintivos, estamos seguros que la (in)tolerancia irá en aumento.
Dicen que Lao Tse dijo: "Si dejo de aferrarme a lo que soy, abro la puerta a lo que podría ser" y añadimos que "seguramente es lo que soy lo que he reprimido por adoptar el comportamiento que me han infundado y hecho creer que era el correcto". Nada de lo que hemos aprendido es naturalmente nuestro sino que proviene del exterior, por ello se hace necesario saber qué somos desde nosotros y la única manera de hacerlo es desaprendiendo y desprendiéndonos incluso de la identidad que hemos adoptado.
En cualquier caso, "Passing Strange" nos transporta al San Francisco de los años 40, justo antes de la segunda Guerra Mundial donde Helen la abogada asiática, Haskel la deslumbrante pintora, Emily o Spike dependiendo de la función, nos describen la situación de los colectivos LGTB en un pasado no tan lejano. Nos sorprende la regla de las 3 prendas por la cual la policía no podía apresar a una mujer vestida de hombre si ésta vestía 3 ropas debidamente etiquetadas con marcas femeninas.
Una deliciosa escritura que le debe un aplauso ciertamente a su autora, Ellen Klages, pero sobre todo a la traductora Núria Molines Galarza. Vale la pena deternerse y alabar su labor pues nos ha fascinado la extensión y riqueza del vocabulario utilizado, especialemente en los tiempos que corren donde la calidad de los escritos y en particular la de las traducciones (también en materia seriéfila) dejan mucho que desear. Este cuidado por los detalles es razón suficiente para recomendar una lectura que aporta algo más que la reivindicación social. La reafirmación de los colectivos y el amor por el trabajo bien hecho consideramos que son esenciales para revertir la tendencia actual a la rapidez, la no observación y el desatender los pormenores que conforman la esencia de la vida.
Entendemos que la correcta y fértil expresión escrita conforma una de las piedras angulares de la civilización pues la capacidad de plasmar de manera ordenada los pensamientos y matizar las emociones para darles el sentido exacto es el primer paso hacia el conocimiento de uno mismo.
"Conócete a ti mismo" es un aforismo inscrito en el templo de Apolo de Delfos, no es de ayer sino uno de esos milenarios lugares comunes en el que nos podemos compartir con los demás.
El libro meramente protagonizado por mujeres, relata las historia de una pintura, la "pintura finale" y la de su autora. Los hombres que aparecen son avaros, borrachos abusadores o policías que disfrutan causando dolor. Seguramente porque sus vidas carecen de sentido. El aburrimiento puede causar estragos en la bondad de las personas.
Un grupo de mujeres se reúne para jugar con los límites de aquello que la ciencia todavía no puede explicar. Magia, amor y misterio se entrelazan en esta historia nada convencional de inspiración pulp con las calles de San Francisco como telón de fondo. Un retrato emocionante y conmovedor sobre lo que significaba ser diferente en el San Francisco de los años cuarenta. Se trata de una novela con un nivel de visibilización de LGBT muy alto, donde además tienen mucho protagonismo los espacios seguros. Espacios donde crear, compartir, debatir como el nuestro, dejando de lado las etiquetas y fomentando el uso y disfrute del órgano que más placer puede causar: EL CEREBRO.