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Había una vez un país con aires caribeños en el que gobernaba un gorila estúpido, ignorante, maleducado y fanfarrón. A pesar de los evidentes problemas que tenía ese país, tales como una falta casi absoluta de libertad de expresión, una delincuencia cada vez más organizada e impune, ante la profunda corrupción de todos los estamentos policiales y políticos, unos sistemas sanitario y educativo deficientes y un totalitarismo descarado, claramente encaminado a que los gobernantes se llenen los bolsillos, sin que nadie pueda emitir ni la más mínima queja sin que le caiga encima todo el peso del Estado, parecía como si la mitad del país adorase a su presidente.
Lo increíble era que, teniendo en cuenta los desmanes causados por el gobierno de ese país y las graves consecuencias que traía para la población, las políticas erróneas del presidente y su incompetente ejecutivo, daba la sensación de que la opinión pública "bienpensante" e izquierdosa de todo el mundo, era afín (o simpatizaban de algún modo) a ese régimen.
Pero todo tenía una explicación: en los últimos tiempos se había puesto de moda odiar a la que era la nación más poderosa del mundo. Y claro, como el populismo del presidente gorila del país caribeño, basaba su postura política en la confrontación directa con el presidente de la nación más poderosa, siendo sus propias políticas tan antagónicas como irreconciliables, se había ganado las simpatías de todos los que habían seguido la moda de odiar al grande...
Cierto es, todo hay que decirlo, que el presidente del país poderoso por excelencia, tampoco era lo que se llama un "lumbreras". Tenía un pasado de alcohólico que aún le perseguía y realmente no era una persona preparada para gobernar un pais como el suyo. Pero claro, como provenía de una de las familias, tanto política como económicamente, más importantes de la nación, pues es lo que tiene.
Si a su incompetencia le sumamos que los soldados de su ejército provocaban desmanes aberrantes allá por donde pisaban (no todos, tampoco vamos a ser injustos), pues nos encontrábamos con que les ofrecían la crítica en bandeja de plata a sus detractores.
Pero como el mandato de ese oscuro personaje de la nación poderosa ya acabó, volvamos con nuestro presidente gorila, no nos vayamos a olvidar de él.
El gorila, como macho alfa de la manada de inútiles e incompetentes chupópteros que le acompañaban en su gobierno, se sentía fuerte por el apoyo que le profesaban la mitad de su ciudadanía y esas mentes "bienpensantes" de otros países. Así que, haciendo gala de su exacerbada megalomanía, se puso a nacionalizar todo aquello que era susceptible de nacionalizar. Bancos, empresas privadas, servicios... todo aquello que pudiera reportarle un beneficio. Y curiosamente, también cerró todas aquellas empresas que resultaban críticas con su gobierno o que, simplemente, denunciaban la arbitrariedad del ejecutivo en la aplicación de las leyes.
En su delirio de grandeza y omnipresencia, llegó incluso a crear un programa diario que se llamaba "Hola Presidente", emitido a nivel nacional y por espacio de varias horas, en el que ensalzaba su figura ante un público entregado, haciendo gala de un populismo y un aprovechamiento de la ignorancia de la parroquia que le veía con (incomprensible) adoración, sin precedentes. Ya lo dijo un sabio: El individuo puede ser muy inteligente, pero la masa es estúpida sin remisión (quizás no fueron esas las palabras, pero se parecen).
El presidente gorila, en lugar de estar en su despacho intentando que a su gente no le faltase de nada, ya que tenía los medios suficientes para conseguirlo (no en vano, su país era uno de los más ricos del continente, gracias al petróleo), pensó que lo mejor era salir en la tele unas horas cada día, y desde un plató de televisión, organizar la patria como si fuese su patio de recreo particular. Que si General, mándeme las tropas a la frontera con tal país vecino, que si Ahora mismo llamo al director de tal banco para que le conceda a esta señora su préstamo, amenazándole con nacionalizarlo si no lo hace, que si Te metiste conmigo, pajarito... Vamos, lo que viene siendo ser un hijo de puta con todas las letras. Lo peor es que mucha gente lo apoya y crée que hace bien en llevar así la política de su país.
Gentuza como actores neohippies del país que fuera la Madre Patria, que no hacen más que meterse en problemas que no les incumben, donde nadie les ha llamado y que se dedican a sacar pecho de sus azañas en programas varios de televisión, apoyan al dictador gorila, sólo porque éste está en contra de la política expansionista, de la nación que hasta hace poco había sido la más poderosa del mundo. Pero no se preguntan cómo viven las personas en aquel país. Sólo cogen lo que les gusta y lo que les va bien, pero no saben (o no quieren saber) que en el país del dictador gorila han pasado temporadas en las que no había pollo ni huevos en los supermercados,así como muchos otros productos básicos en una mínimamente buena alimentación. Temporadas en las que las restricciones de luz, dejan a oscuras a millones de personas durante horas sin previo aviso, porque al gobierno le interesa ahorrar en la factura. No saben que el gobierno prohibió cosas como el güisqui o los vehículos 4x4 de la marca Hummer, por cosiderarlos productos imperialistas, mientras los senadores y todo aquel que fuese representativo del gobierno "revolucionario", se ponían hasta arriba del mejor whisky de malta, los mejores puros (cortesía de un gobierno isleño amigo) y tenían un todoterreno Hummer aparcado en la misma puerta del senado. No se preguntan cómo es posible que un señor que dice vivir para su pueblo, invierta en armamento (ya me dirás tú para qué cojones quieren misiles Scud en el caribe, pero bueno), mientras una joven tiene que esperar durante tres días a que le pongan una inyección de la bacuna antitetánica, porque el gobierno no ha tenido en cuenta que se han acabado en todo el maldito país y tienen que exportarlas.
No se preguntan esas cosas porque no les conviene o porque no las saben. Y casi peor lo segundo, porque ya que te pones a defender algo, al menos llega hasta el fondo e investiga lo que implica para la gente que lo vive. Porque es muy bonito gritar ¡¡Viva el Comunismo!! o ¡¡Abajo el Imperialismo!! desde nuestra cómoda posición primermundista, en la que no nos falta de nada, permitiéndonos el lujo de criticar a todo lo que se nos ponga por delante, internacionalizando así el Radio Patio.
Y ahora viene cuando me parto el pecho de risa (por no decir el ojete, que suena mal y luego me censuran los comentarios, jajaja) de todos esos hippielonguis que apoyan a gobiernos supuestamente comunistas y dicen que ser capitalista es de ser mala persona, pero vuelan a países en vías de desarroyo a "defender los intereses de los pueblos" en compañías aéreas ultracapitalistas, en lugar de irse en cayuco, para después volver al primer mundo, con su agua caliente, su transporte público, sus televisores, sus cámaras de fotos y de video y sus ordenadores. Me río en la cara de los que me digan que en el ejército norteamericano son todos unos 'hijos de' porque hacen fotos con terroristas en pelotas, pero luego se van a la primera tienda de Apple que pillen por el camino, a comprarse el último "gadget" de la marca de la manzana y tomarse una Cocacola. Igual que me río en la cara de los defensores a ultranza de WikiLeaks, que no son capaces de preguntarse cómo es posible que se filtren tantos documentos secretos sin que los gobiernos lo detecten. Es más, si los documentos que publica WikiLeaks son secretos, eso quiere decir que no se pueden corroborar. Y si no se pueden corroborar, ¿quién me dice que no son inventados por Assange y sus colegas para adquirir notoriedad (no digo que sea así, que conste que no lo sé)? Habrá quien diga que los documentos de WikiLeaks hablan de personas reales y situaciones reales y que por eso son verdad. Vale. Pero para que una historia sea creíble, nada mejor que hablar sobre personajes, lugares y circunstancias reales, aunque lo que se diga de ellas no sea cierto. Esto lo sabe cualquier escritor medianamente hábil, no lo he descubierto yo, que no escribo más que tonterías en mis columnas (véase La sombra del Viento, El Código Da Vinci o El Juego del Ángel, por poner tres ejemplos recientes de ese estilo de escritura). Igual que me río de los punkys que se meten en un restaurante de comida rápida, con la intención de destrozarlo y después se van a otro restaurante de la misma cadena, a comprarse un bocadillo con lo que han ganado haciendo malabares y tocando la flauta. Y por último me voy a reir en la cara de todo aquel que se crea poseedor de la verdad, pues, como ya dije en otra ocasión, la verdad es una puta que se viste como le diga el que más le paga.
Así pues, apreciados culturaencadenistas (Inda es un genio, de verdad), termino mi charla advirtiéndoos de que la historia del dictador gorila es sólo una fábula... ¿O alguien puede ver semejanzas con la realidad?
