Incendi La Jonquera - Alt Empordà 2012 (Photo credit: garzhia)
El incendio de l'Alt Empordà nos ha quemado a todos.
Una vez que parece controlado el terrible incendio que ha asolado municipios enteros en el Alt Empordà, toca hacer balance de daños, reorganizar a las fuerzas de extinción de incendios para prevenir que vuelvan a tomar fuerza algunos focos que quedan activos y, poco a poco, que la gente afectada vuelva a sus casas a intentar seguir con sus vidas.
Pero si algo me ha llamado la atención de todo lo ocurrido durante esta semana, ha sido lo provechosa que ha sido esta catástrofe para más de un medio de comunicación anticatalanista y/o antiespañol.
Ha sido vergonzoso ver cómo en varios periódicos de tirada estatal, en sus páginas web, se hacían eco e incluso alentaban al odio y al desprecio en contra de Catalunya, alimentando un comportamiento odioso y reprochable.
Pero supongo que eso es a lo que vamos. Nuestro carácter es así. Y no me refiero al ser humano en general, sino a los españoles en particular. Hemos alcanzado un punto de manipulación mediática tal, que hasta en periódicos digitales (o versiones digitales de periódicos impresos) como El Mundo, Libertad Digital, ABC o El País, hemos podido ver cómo lo más bajo de la condición humana salía a la luz con una impunidad y una permisividad que, al menos a un servidor, le ha dejado estupefacto.
He llegado a leer en foros cosas del calibre de "...Que se queme Cataluña y todo su contenido...", "¿Los pinos catalanoparlantes arden mejor o peor que los castellanoparlantes?", "¿Les pedirán a los soldados que han ido en ayuda de Cataluña que sepan hablar catalán?" o "...Si no se hubieran gastado el dinero es memeces identitarias como traductores castellano-catalán, como embajadas en el extranjero o como en que los carteles de las tiendas estuvieran en catalán, podrían haber invertido ese dinero en batallones de contingencia contra el fuego...", lo cual no hace sino dejarme claro, una vez más, que vivo en un país de mierda donde hay mucho imbécil suelto que puede decir lo que quiera, caiga quien caiga. Pero claro, si pienso en la demagogia y en la falta de vergüenza que destilan algunos políticos catalanes y españoles cada vez que se acercan elecciones, pues no me sorprende que la aborregada población actúe como actúa.
Incendi La Jonquera - Alt Empordà 2012 (Photo credit: garzhia)
Lo ideal sería que, dejando a un lado las cuestiones identitarias, nos centrásemos en la pérdida de vidas humanas, en la pérdida del modo de vida de personas que, si ya tenían la situación complicada, ahora no les queda nada en absoluto, en la pérdida de hogares y granjas, e incluso si me apuran, en las pérdidas económicas que se han dado. Pero no. Vivimos en un país en el que nos alegra que a quien no piensa como nosotros le sucedan las mayores desgracias, provocando un "Jajajajaja" contínuo en nuestras mentes enfermas, que, a pesar de lo que nos creemos, no nos hace mejores ni más capaces, sino que nos hunde más en nuestra propia miseria, quitándonos cada vez más la capacidad de discernir correctamente. Porque, sin duda alguna, hay que ser muy miserable para alegrarse de una desgracia como la que ha sufrido Catalunya esta semana.
No me imagino a nadie en su sano juicio alegrándose de las 50.000 hectáreas que se quemaron hace unas semanas en la Comunitat Valenciana, alegrándose de los atentados del 11-M en Madrid, de la catástrofe del Prestige en Galicia o de la desgracia medioambiental que supuso la turba que ardía en el subsuelo de las Tablas de Daimiel. Nadie debería poder publicar comentarios jocosos, despectivos o malintencionados en contra de otros que estén pasando por situaciones como esas. Pero este es un país de pandereta que, amparado bajo eso que se ha venido a llamar (de forma erronea, creo yo) libertad de expresión, permite que se promuevan comportamientos infames como esos que hemos podido ver estos días. Así, parece, es mejor manipularnos, ya que estamos entretenidos discutiendo como si nos fuese la vida en ello, si la(s) persona(s) que tiró la colilla en el Alt Empordà lo hizo queriendo o no, si los catalanes son esto o si los del resto de España son aquello de más allá.
Incendi La Jonquera - Alt Empordà 2012 (Photo credit: garzhia)
No aprendemos, me temo. Lo estamos pasando como jamás hubiésemos imaginado. El índice de paro es de lo peor que hemos vivido en nuestra historia reciente (y no tan reciente), las libertades y derechos se están recortando a marchas forzadas, nuestro dinero se lo dan a los bancos y a nosotros nos niegan el crédito, etc, etc, etc... Y nosotros, pobres imbéciles, nos preocupamos de si gana La Roja y de mezclar churras con merinas, política con todo lo demás.
¿Qué más da si arde Catalunya, la Comunidad Valenciana, Madrid o Castilla, cuando podemos vilipendiar a placer al prójimo? ¿No es más importante mi ideología que la pérdida de vidas humanas en una comunidad autónoma que se quiere escindir a la mía propia? ¿Qué hay de MI DERECHO a decir lo que me salga de los cojones, que para eso son míos? Y así nos va. Siempre más pendientes de denigrar a otros, antes que admitir las diferencias, hablar sobre ello e intentar llegar a un punto de unión.
Incendi La Jonquera - Alt Empordà 2012 (Photo credit: garzhia)
Eso sí, siempre dejando claro nuestro lado de buena persona con eso de "Lamento mucho los muerto que ha habido, pero...", "Yo no tengo nada en contra de los gays y las lesbianas, pero...", "A mí no me molesta 'la gente que viene de fuera' (bonito eufemismo para decir inmigrante, no sea que alguien se ofenda) a trabajar, pero...". Y así hasta el infinito y más allá, amigos.
Me considero más catalán que español, no tengo por qué negarlo. Firmaría con los ojos entornados (con los ojos cerrados no sabría donde narices estaría firmando) por la indepencia de Catalunya, a pesar de que toda, absolutamente toda mi familia es andaluza. Pero en la vida se me ocurriría mezclar mi sentir político con la desgracia sufrida por otras personas, a pesar de que piensen de forma diametralmente opuesta a la mía.
Vergüenza debería darnos... si es que tuviéramos de eso.
Saludos a todos.