Los españoles han hablado en las urnas, muy clarito y mediante un lenguaje nuevo. Tan nuevo como esas nuevas papeletas en las que han confiado. Opciones políticas nuevas -y renovadas- como contraposición al bipartidismo endogámico que desde hace mucho sufrimos.
Y han tenido que ser estos nuevos partidos, mejor dicho, plataformas de política ciudadana, las que han puesto sobre la mesa electoral unas papeletas con un deseo explicito: el deseo y la voluntad de cambiar el modelo actual.
Un modelo, este que vivimos, llamémosle neoliberal, liberal o como prefieran.... Pero un modelo, al fin y al cabo, cuya doctrina se nos presentaba como una especie de religión monoteísta socio-economica que negaba toda posibilidad de que hubiera -o pudiera haber-, cualquier otro Dios u modelo socio-económico distinto al suyo al que uno pudiera encomendarse.
Un monoteísmo este, el cual, de no seguir sus preceptos y ritos (consumo exacerbado) y sus creencias (forma de vida materialista supeditada a la superioridad de una clase dominante sobre una mayoría dominada), sería considerado uno, algo así como un hereje que traiciona al único DIOS verdadero.
Esta condena explícita de tal herejía ha provocado que, tras los resultados electorales del 24 de mayo, algunos de los principales popes de tal doctrina en España, como Esperanza Aguirre o Ana Palacio, hagan un llamamiento a la 'yihad', con el fin de crear una especie de cruzada o alianza que nos salve de tal herejía plenamente democrática que conforman esas nuevas plataformas y partidos en las que el pueblo ha confiado, y que -según los primeros- osan desobedecer la ley de ese único Dios que consideran legitimo: el neoliberalismo.
Este absurdo hecho, mayoritariamente generalizado por esa orden religiosa valedora de tal doctrina en España que es el Partido Popular español, parece no haberse enterado ni comprendido absolutamente nada de lo ocurrido. Parecen, como decía, no haber comprendido que los resultados indican que los ciudadanos tienen el deseo explicito de creer en otros dioses o modelos, no tan amargos, lejos de esa ideología a la que aún vivimos sometidos.
Estas elecciones y sus resultados ponen de manifiesto que gran parte de los ciudadanos de este país tiene ideas nuevas, renovadas y creen además en la posibilidad de realizarlas. Unas ideas contrapuestas absolutamente al modelo sociopolitico actual impuesto en España, el cual, para una gran mayoría es ya caduco, injusto, deficiente... y lo que está aún mas claro, está absolutamente corrompido y pervertido.
El resultado, pues, de estas elecciones del 24 de mayo en España es la consecuencia de una realidad muy alejada de las encuestas, tertulias y análisis mediáticos teatralizados que, interesadamente, ofrecen los medios generalistas de comunicación. Una realidad muy alejada también del punto de vista de esos auto-proclamados popes del poder y de las ideas políticas, cuya situación privilegiada les hacia pensar o sentirse, algo así como con el legitimo derecho de impartir doctrina, la suya, a todos los demás mortales que -supuestamente- están por debajo de ellos: me refiero a personajes como Aznar, Felipe Gonzales, Alfonso Guerra, Rosell, y otros muchos más.
Pero la realidad ha sido bien distinta, y esta realidad ha sido que la gente, los ciudadanos, están cansados desde hace mucho ya de las viejas monsergas, y ya no escuchan ni les interesan las palabras que desde sus púlpitos proclaman estos falsos gurús.
La realidad también es que la gente ya no acude desde hace bastante a esos lugares antes sagrados, llamados medios de información generalistas, desde los cuales éstos distribuyen su doctrina. Lugares sagrados donde estos se van quedado cada vez más solos, más vacíos, pues los únicos que acuden a ellos son los feligreses de siempre que siguen sus dictados al pie de la letra... Los demás, el pueblo que despierta, los ciudadanos, han preferido ser libres, pensar de manera libre y votar igualmente de manera libre y, por tanto, tomar aire fresco y renovado del exterior que no seguir respirando el insoportable y viciado hedor que desprenden aquellos lugares de supuesto culto para algunos.
Se rompen, pues, en estas elecciones del 24 de mayo, las cadenas: las cadenas del sometimiento a una ideología, el liberalismo, y lo que es más importante, se rompen también las cadenas con esos políticos que aherrojaban a los ciudadanos...
Son tiempos de libertad: de un pueblo libre, de un tiempo para la política ciudadana, de un tiempo para la justicia social, de un tiempo para mirar por los más desfavorecidos, de un tiempo en definitiva para la concordancia y la equidad entre las personas, de un tiempo para humanizar ciudades, espacios, etc... En definitiva, de un tiempo nuevo para crear, entre todos, espacios de dialogo para construir una sociedad nueva.
Una sociedad nueva que, si no me equivoco, no volverá más a esas viejas catacumbas del pasado donde tanto daño se la hizo sufrir. Son tiempos, pues, de esperanza -y no de Esperanza Aguirre y smiliares-...
Durante siglos, el pueblo español ha sufrido un mal endémico: el borreguismo conformista.
Ante la duda de elegir entre un posible futuro bueno (sin ninguna fe absoluta, ya se sabe que nada es seguro, salvo el presente y con dudas) y la seguridad de un presente jodido... siempre ha elegido el presente.
"Virgencita, que me quede como estoy" es el refrán preferido por el españolito medio.
Una forma de pensar lógica, si se tiene en cuenta que, por mucho que se pelee, acaban dando soberanas palizas a este españolito y retirándole los derechos largamente peleados.
Pero ¿de quién es la culpa?
Pues miren ustedes... y si a alguien ofende mi lenguaje, a comer ajos:
- Del político cabrón que roba lo que puede y quiere, usando las leyes que modifica a su gusto para hacer lo que le sale de los cojones, acusa a todo quisque que no esté de acuerdo con eso de antipatriota, terrorista, separatista, golpista y todos los "istas" que se os ocurran.
- Del político en la oposición que, viendo que el otro roba, roba aún más (acuérdense de Lázaro y el ciego, con el racimo de uvas) y no dice ni pío, convirtiéndose en un comparsa más de este girar sin fin de las puertas o del baile de las sillas, que se intercambian entre ellos.
- De los periodistas que, vendidos como meretrices mediáticas (como vulgares putas baratas (o putos) en lenguaje llano), les doran la píldora, en lugar de informar de los que sucede, dejando a un lado sus opiniones personales o ideología, que a nadie salvo a ellos les importa una puta mierda.
- De los religiosos, que afectos al poder absolutista, como buena organización dictatorial, piramidal y absolutista que son, reclaman más y más privilegios, mientras comen la cabeza de la gente que, de buena fe, cree en sus santas intenciones de cuidar del rebaño, como buenos borregos.
- Del pueblo, por su desidia política, por su "esque la política es un coñazo", sin ver que esa desidia conlleva una solemne irresponsabilidad: hay que estar informado de lo que pasa para poder elegir el conciencia y con conocimiento, alejados de sectarismos y costumbres. el "en mi casa votamos a tal partido desde siempre" es una soplapollez que sale de todas las escalas y mediciones. ¿esque no tienen opinión propia? ¿ni conciencia? ¿no ven lo que pasa a su alrededor? Los derechos de los que disfrutan y que dan por sentados han costado lágrimas sudor y SANGRE. Costaron vidas. Las de sus abuelos, padres, tíos, vecino o perfectos desconocidos... pero vidas al fin y al cabo. ¿Eso no merece un mínimo de respeto, a fin de mantener ese legado de libertades y derechos? ¿No merece la pena tratar de mejorar eso logrado, de ir a más? ¿o es tal su dejadez que les importa una mierda quien muera, mientras no les toquen a ellos?... Pues es tarde, nos ha tocado a todos.
Toda la sociedad es culpable, por instigadores, por complices, creyentes crédulos, por omisión y acción.
Ahora tenemos en nuestras manos la oportunidad de cambiar las cosas.
¿Será para mejor? Sinceramente, no lo sé. No soy profeta pero... ¿de verdad quieren mantener las cosas como están? con las condiciones actuales de miseria cada vez mayor, hambre cada vez más generalizada, falta de recursos y servicios...
Yo prefiero arriesgarme a un futuro distinto y, si por lo que sea ese cambio no funciona, se prueba otra cosa... porque podemos elegir no conformarnos.