Me desperté, como de costumbre, empalmado, y sin pensar en otra cosa que no fuera en eso; después de estirar un poco mis extremidades, me levanté, no me apetecía nada asearme, tan sólo hacer mis necesidades...
Seguidamente, me acerqué hasta la cocina para desayunar algo, y como no tenia café ni galletas, decidí beber un poco de agua fresca y rebuscar por los rincones alguna sobra de comida de la noche anterior.
Después de rebañar lo que encontré por ahí, medité qué hacer a continuación y, teniendo en cuenta que no sé ni me gusta estudiar, no me iba a quedar en casa, así que aposté por salir a la calle y divertirme...
Como eso del empalme es algo que tira mucho -incluso si lo aplacas tira más-, lo primero que se imponía era dejar un claro rastro de mi paso a las hembras del lugar, pero como no dispongo de colonia o fragancia que echarme, no me quedó más remedio que mear por todas las esquinas y fachas de mi alrededor, dejando así mi más puro, intimo y viril aroma personal, ¿oigan, qué quieren ustedes que haga yo, no saben la enorme competencia que los machos tenemos entre sí para engatusar a las hembras?
Además, esto aliviaría mi abultada y repleta vejiga a punto de explotar. Después de dejar claramente mi rastro por todos lados, busqué un lugar un poco más íntimo y apartado donde poder concentrarme y hacer cómodamente ''aguas mayores '' sin que nadie me molestara ¡ ahí quedaba ese regalito !
Como no tenía papel higiénico, ni bidé, ni parecido, nada como utilizar un remedio natural, frotarme el culo contra la tierra y el césped del parque ¡ qué a gustito, pensé aliviado de tan primaria necesidad !.
Era fin de semana, o sea, el momento justo de ponerse en forma y hacer ejercicio, y para eso, nada como dar un largo paseo que te ponga los músculos fuertes y duros como piedras; acabado el extenuante ejercicio, avisté a lo lejos a unos colegas que por allí andaban retozando y divirtiéndose, así que me uní a ellos: nada como jugar un rato, tontear y hacernos los machitos delante de las hembras.
Mientras esto ocurría, apareció de repente ante nosotros un pedazo de hembra con un cuerpo descomunal, y como tiran más dos tetas que dos carretas, a los machos nos fue imposible no tirarle los tejos, pero como dice el dicho ''en la jodienda, no hay enmienda'', y en cuestión de sexo no hay amigos, así que al final, en la competencia por ligárnosla, salimos discutiendo y a hostias entre nosotros.
Fui yo quien saldó ésta a mi favor y me llevé el privilegio de hacerle la corte a la misma, así que ella y yo jugamos juntos, tonteamos y nos dimos algunos que otros lametazos: todo parecía ir de maravilla, pero del enorme calentón que yo tenia, intenté poco a poco ir mas allá en esos inocentes juegos, pero ésta, parándome en seco los pies, se negó en rotundo a nada que no fuera simplemente eso, un inocente juego .
Quizás no debía ser su día o se encontraba en esos días en que se encuentran más sensibles... la cuestión es que, al final, asqueado, como siempre, regresé a casa cansado y con el mismo empalme con el que salí de ella. Una vez ya en casa y sin mucho que hacer, se impuso aplacar el apetito y echarse una buena y reparadora siesta.
Tres horas más tarde, desperté con el mismo empalme con el que me levanté por la mañana, y vuelta a empezar la historia, saldría a hacer mis cosas, a dejar mi rastro, a divertirme y sobre todo a intentar pillar cacho con alguna hembra, y tristemente -una vez más., volvería a casa sin comerme una rosca... cenaría, y después me acostaría a dormir igualmente empalmado y sin pensar en otra cosa que no fuera en eso.
Fue aquí cuando, reflexionando detenidamente, pensé: "¡¡tengo que cambiar el registro, igual me hago SUPER HEROE!!''.