Los ciudadanos se quejan amargamente de que se les prohiba el paso con perros a algunos parques o zonas de la ciudad, causa por la que reivindican su derecho a pasear con éstos sin restricciones, cuando la realidad es que ellos mismos están contribuyendo a ello llevando a sus perros sueltos por la calle y dejándoles a su libre albedrío por todos lados, saltando por parterres y arbolado, destrozando setos y flores o cruzándose entre los viandantes y, sobre todo, no recogiendo las heces que éstos generan, cosas que los inocentes canes realizan mientras ellos, sus dueños y responsables, miran para otro lado, twittean, hablan por el móvil, no se enteran o, simplemente, pasan de todo.
En suma, poniéndoselo a huevo para que se creen tan lógicas restricciones que perjudican a todos los demás que tenemos perros y que sí cumplimos las normas lógicas de convivencia...
Otros ejemplos más del pueblo llano y reivindicativo de la gran ciudad son también los llamados
'señores de la bici crítica', unos ciclistas, éstos, que reclaman su derecho a circular en bici por toda la ciudad de Madrid, aunque ésta sea una ciudad complicada de empinadas cuestas y calles muy estrechas, como lo es todo el casco urbano del centro de la ciudad, y en este alegato suyo de reivindicar más peatonización de calles y carriles bici para poder circular libremente, te encuentras con la absurda paradoja de que, a menudo, uno es casi atropellado por irracionales grupos de turistas que circulan libremente en bicicletas, como si de manadas de Ñus se tratara, sin mirar y sin el menor respeto por el peatón.
Asimismo, también otros ciclistas invadiendo el tráfico y poniéndolo en peligro, o ciclistas descontrolados que no respetan las normas de tráfico circulando en cualquier dirección, o algo aún más dificil de entender, como lo es el hecho de que, una vez conseguidos estos carriles bici, te encuentras con el ilógico hecho de que el autobús de transporte publico casi no cabe por la calle, pero el señor ciclista tiene todo un carril bici para él, como es el caso del reciente carril bici de la calle Mayor, o un caso más flagrante aún, como es el del paseo Madrid Rio, un sitio diseñado principalmente para el paseo del peatón por el que, sin embargo, a menudo te juegas el pellejo por el uso indiscriminado de ciclistas domingueros , 'flipaos' en bicicleta o ciclistas que utilizan este como pista de entrenamiento.
¡Y que me perdonen muchos de estas humildes criaturas ciclistas, pues muchos de ellos colaboran, sin duda alguna, a hacer más sensata y sostenible una ciudad, pero otros muchos de estos lo único que colaboran es a hacerla aún más absurda si cabe!.
Lo que trato de mostrar con estos ejemplos práticos es el absurdo y e irracional funcionamiento de las personas en sociedad, sociedad que es, o mejor dicho, debería ser, sinónimo de convivencia, pues esto lo de los ciclistas no es un caso aislado, ni mucho menos, sino que igual ocurre, por ejemplo, con los que utilizan monopatines o lo que sea, un hecho éste en el que multitud de jóvenes ejercen su derecho a hacer diabluras con sus tablas saltando y brincando sobre mobiliario urbano, aunque con esto produzcan un ruido ensordecedor y molesto y destrocen o desgasten un mobiliario urbano que pagamos todos y que nos cuesta un ojo de la cara, o que rompan elementos ornamentales de piedra caliza que se han mantenido intactos quinientos años hasta que estos señoritos decidieron, por sus santos cojones, desgastarlos y crujirlos con sus brincos... Eso sí, luego salimos con papá a quejarnos a la calle y a hablar de derechos. ¿Qué derechos... y de quien?.
I
gualmente el ciudadano, el pueblo llano, ejerce otros derechos de otras muchas formas y maneras pues, como bien sabe todo el mundo,
"la calle es de todos", y aquí nos encontramos con multitud de jóvenes -a veces no tan jóvenes sino con los cojones bien negros-, que ejercitando su derecho al disfrute, dejan calles, plazas y parques de la ciudad arrasados de basura e inmundicia, ejerciendo -eso sí- este derecho suyo al disfrute realizando botellones o, lo que es lo mismo, estar en la plaza, calle o parque haciendo lo que a uno le plazca, o sea jodiéndolas, y haciendo la vida imposible a los sufridos vecinos.
En este mismo sentido tenemos también más ciudadanos reivindicativos: por ejemplo, muchos honestos ciudadanos que disfrutan de su tiempo libre ejerciendo el cívico y elemental derecho de estar sentados en una terracita de un bar gastándose las 4 perras que tan honestamente se ganaron y contribuyendo además a la famosa cadena del consumo. Eso sí, ejerciendo esta actividad como bien les viene en gana, o sea gritando como animales, riendo a carcajadas y hablando a voces hasta bien entrada la madrugada, o lo que es lo mismo, sin el menor respeto por el pobre vecino que tiene encima y que espera que éstos paren de vocear para poder disfrutar de su elemental y merecido derecho a dormir. Eso sí, después de haberte jodido la noche, muchos de ellos, al día siguiente, desempolvan sus pancartas para ir todos juntos, vecinos jodidos por estos incluídos, a exigir nuestros derechos y reivindicaciones tan merecidas. ¿Qué derechos y de quien?
Igualmente, otros honestos ciudadanos ejercen su derecho a ser emprendedores, cómo no, contribuyendo con ello al bien social y al suyo personal, aunque sea saltándose las normas que dictan la lógica y haciendo un uso fraudulento que a menudo va mas allá que la licencia de actividad les permite, instalando negocios nada o mal insonorizados y aislados, dejando las puertas de los locales abiertas de par en par, produciendo ruido al exterior de la calle e instalando terrazas ilegales en espacios públicos ya muy saturados, como hacen muchos de los llamados nuevos hosteleros. Y ocurre con éstos que ahora, en tiempos de crisis en que algunos de estos negocios les van mal, sus dueños pensarán que vayamos todos juntos a reivindicar el derecho para que las cosas mejoren... ¿Qué derechos y qué mejoras, los tuyos o los míos? ¡Pues no pensará este que yo voy a ir luchar para que mejoren los suyos!
Después de todos estos simples ejemplos de 'armónica reivindicación social', se encuentran los auténticos responsables de que todo esto ocurra: los políticos. Políticos que no son más que otros ciudadanos que la misma ciudadanía ha elegido libremente y en quienes ha depositado su confianza para que organicen normas y reglamentos que regulen la organización social; políticos, mejor dicho personas, que ejerciendo sus cargos políticos, ejercen su vocación de servicio público, haciéndolo de manera casi altruista... o quizás no tanto, sino por un simple y sacrificado sueldo. Políticos que en realidad no sirven ni han servido para otra cosa, sino para estafar y engañar al ciudadano, cobrando cuantiosos salarios mientras hacen tabla rasa con los mismos ciudadanos que les han votado y a los que reducen y empobrecen constantemente mediante leyes y reformas laborales en las que incluso se les niegan los derechos más fundamentales... En suma, obligan al ciudadano de a pié a cobrar menos y trabajar en peores circunstancias, mientras ellos se aplican una política bien distinta, que es la de cobrar más que nadie y disfrutar de cuantiosos privilegios.
Políticos estos que, en el ejercicio mismo de su labor, ejercen su innecesario y absurdo cometido, proyectando a menudo normas o reglamentos polarizados, o sea, normas que cuando sensatamente deberían ser cumplidas, pocas veces se cumplen o hacen cumplir, o lo contrario, normas que mimetizadas en su afán recaudatorio o de otro tipo abusivo, someten injustamente los derechos fundamentales de los ciudadanos.
Políticos e instituciones políticas que son las principales responsables de todo el absurdo que está ocurriendo, como es el flagrante y sistemático hecho de la privatización del espacio público de grandes ciudades como Madrid, permitiendo la invasión del mismo mediante la colocación -sin restricciones-, de veladores y terrazas en espacios públicos urbanos tales como simples aceras.
Un hecho que llega hasta el absurdo de darse, a menudo, el caso de que muchos vecinos tienen incluso que pedir permiso a los que están sentados en la terracita del bar para poder entrar a su casa, al estar su entrada invadida de mesas y sillas o enormes maceteros, un hecho cuya desregulación ha propiciado el curioso hecho de permitirse todo esto sin medir las consecuencias o afectación que los vecinos pudieran sufrir, y todo esto, aceptado, legislado y regulado recientemente en Madrid por su alcaldesa, Ana Botella, en pos de la patética deriva del actual "vale todo" en el que hay que recaudar dinero sea como sea y a costa de lo que sea.
Todo esto que acabo de exponer es simplemente un mínimo ejemplo de miles de casos e injusticias más, algo que no es más que la punta del iceberg de algo mucho más gordo, y que es un tipo de sociedad o país llamado España que no funciona.
Una sociedad o país, como lo quiera usted llamar, probablemente más maltrecha que nunca, caduca y cada vez más deteriorada. Un país cuyo único modelo productivo de futuro viene dado por proyectos más que dudosos, como el famoso Eurovegas, en el que sí, se crearán algunos -o muchos- puestos de trabajo, sobre todo los relacionados con el juego, como la prostitución, las drogas, la extorsión, el lavado de dinero negro y la especulación urbanística.
Un país por el que, si uno se da un buen paseo con los ojos y sentidos bien abiertos por las grandes ciudades del mismo, no hallará más que desilusión, decadencia y desesperanza a raudales.
Una España dirigida por unos políticos que tampoco funcionan, pues no gobiernan para el pueblo, sino que lo único que pretenden es salvar su culo, su jodido y acomodado culo, y el de sus amiguetes, los grandes empresarios, cosa que harán -mejor dicho están haciendo-, aniquilando la llamada clase media trabajadora mediante el empobrecimiento de la misma para así, con lo que le roba, mantener simplemente la clásica división entre ricos y pobres: unos ricos que vivirán como siempre lo han hecho pero que, en un futuro cercano, incluso ostentarán todos los cargos de dirección y de poder, y unos pobres que no pudiendo permitirse el lujo de estudiar serán simplemente mano de obra barata o parada y subvencionada.
En definitiva, un país abandonado a su suerte, en el que como dijo aquel ''DONDE CADA UNO VA A LO SUYO, MENOS YO QUE VOY A LO MIO...........''
THE END.
saludos .