Expectorar y soltar efluvios es lo primero que tiene que hacer todo el mundo antes que cualquier otra cosa.
Por tanto, antes de disponerme a hacer otras tareas, voy a expulsar un incómodo pelo que desde hace algún tiempo tengo en mi garganta... este incómodo pelo se llama Javier Marías, el escritor y columnista.
Como todo lo que a uno le sienta mal y no puede digerir, con el tiempo lo acaba vomitando. Pues eso es exactamente lo que me pasa a mi con las columnas de opinión que el escritor Javier Marías redacta últimamente para el semanario del periódico "El País".
No negaré que en otros tiempos sus columnas me parecieron de lo mejor de la prensa de opinión, por la lucidez y serenidad con que éste era capaz de abordar temas tan dispares como son la política, la corrupción, la crisis, el fútbol, o miles de cosas más.
Pero no negaré tampoco que siempre me ha resultado 'pelin pesado' por el tono cansino, apagado y negativo de sus reflexiones, no por lo expuesto, sino por el aburridisimo y soporífero tono narrativo de sus artículos.
Y ocurre que, de un tiempo a esta parte, no le soporto. Es más, apenas puedo acabar un articulo suyo sin llegar exhausto y asqueado al final. Por supuesto, de sus libros no voy hablar pues, con todo el respeto hacia éste, particularmente no me interesan lo mas mínimo, pero ese ya es otro tema...
Y es que hay una soberbia que, de un tiempo atrás, éste ha desarrollado en sus columnas, que cuando habla de las cosas con 'tanta autoridad disfrazada de humildad', me revienta.
La última de las columnas que acabó por colmar la flema de mi estómago, fue una de hace varias semanas en la que éste arremetía duramente contra los suplementos culturales de los periódicos, y más en concreto, contra el suplemento cultural Babelia del mismo periódico para el que escribe.
Si no recuerdo mal, venía a decir algo así como que "no tiene tiempo" (en tono despecitivo) "para leer estos suplementos culturales, pero que los apila, guarda o consigue de vez en cuando" (no recuerdo exactamente ), "para leerlos en su tiempo de ocio en vacaciones".
Contaba pues, que en sus últimas vacaciones, decidió ojear un manojo de estos suplementos que tenía guardados, y se dispuso a leerlos...
¿Y qué ocurrió?
¡Madre mía, vaya cerracina que hizo con ellos! Que si no tenían sentido, que los críticos literarios que escribían en éstos eran unos pazguatos pagados por el autor sobre el que realizaban la critica, que su calidad era prácticamente nula, que su razón absurda... Vamos, que para Marías, la crítica literaria que éstos realizan en los suplementos, eran poco más que una basura.
En fin, para mi, lector esencialmente de crítica y que tanto valoro el discreto pero inmenso trabajo que realizan los críticos, tengo que decir que lo único que me parece una basura es el engreimiento que éste se cree en cuestión literaria... y en algunos otros temas.
Para mi el único que me parece un auténtico coñazo es el propio Javier Marias: no digamos ya sus libros, los cuales -repito- no entran en mis planes ni me interesan lo más mínimo, por muy laureados que éstos sean por esa critica que él tanto desdeña.
Pero no quiero hablar más ya de este pelo atragantado que tenía y que ya he expulsado. Lo que en realidad quiero es destacar, felicitar y agradecer la tarea de otro gran columnista que me tiene encandilado y que para mi representa todo lo contrario al oscurantismo de Marías. Y cuando digo oscurantismo, me refiero a su negatividad, su engreimiento, y su vocacional y aburrido tono escéptico...
Este columnista es Javier Cercas, columnista y escritor lúcido y luminoso, valiente -y no políticamente correcto como el anterior-, entretenido -y no aburrido como el anterior-, y vital -y no mortecino como el anterior...-