Martes, 22 Febrero 2011 10:31

Llámenlo rabieta (II) o falta de madurez de nuestra sociedad. Ustedes eligen

Escrito por  Publicado en Todo el mundo tiene derecho a réplica en CEC
Inmaduro

Image by Peregrino Will Reign via Flickr

Mi admirado René ha abierto un tema sobre el que llevaba días queriendo escribir: la falta de madurez en nuestra sociedad. Consciente de que él ya ha abierto la veda, me voy a tomar el lujo de apoyar su artículo con más de lo mismo.

Como bien dice René, el mundo en el que vivimos, cada vez está más infantilizado. He podido observar y vivir en primera persona, problemas tan grandes como la falta de madurez, de responsabilidad y de rigor con y en lo que se hace. Estoy totalmente de acuerdo con él en que nos hemos convertido en grandes opinadores, capaces de argumentar sobre casi cualquier tema, sin tan siquiera plantearnos si sabemos lo suficiente sobre lo que estemos hablando.
En una sociedad cada vez más infantilizada, donde la juventud intenta alargarse hasta edades antes insospechadas, hemos alargado tanto el plazo en el que se supone que debemos pasar de jóvenes a adultos, que ha llegado un punto en el que estamos perdiendo el sentido más básico de la responsabilidad. Y a la vez, estamos haciendo que los que sí deberían ser infantiles e inconscientes, sean más maduros de lo que deberían ser. Vamos, que estamos invirtiendo los procesos naturales a marchas forzadas. Intentaré explicarme con algún ejemplo más gráfico, a ver si me sale.


Cuando era pequeño, recuerdo que la gran mayoría de personas mayores de 30 años que conocía (primos, vecinos, hijos de amigos de mis padres, etc...), ya eran tratados como adultos, con todo el peso de la palabra. Eran gente a la que se les exigía una serie de valores y un comportamiento que debían ir acordes con su edad. No se trataba de que ya estuvieran casados, con hijos y todos esos convencionalismos sociales, que no son más que imposiciones estúpidas, sino que se trataba de que esas personas debían demostrar que podían ser considerados como adultos, siendo responsables de sus propios actos, asumiendo sus errores y las consecuencias que aquéllos les pudieran acarrear y, como se dice coloquialmente, "tirando p'alante" como buenos adultos que eran. Si el hijo de mi vecino era despedido de su trabajo por falta de interés o por pasotismo, para sus padres era como si su hijo hubiera caído en la droga, porque era señal de que ellos no habían hecho algo bien. Incluso no hacía falta llegar al extremo de que fuese despedido. Si alguno de mis primos intentaba echar balones fuera ante la típica reprimenda paterna, después de no haber ido a arreglar cualquier papel importante a la administración de turno, la decepción que aquello causaba en el seno familiar era tal, que la reacción de mi tío podía ser de magnitudes inimaginables.
Hoy en día, sin embargo, resulta que una persona de treinta años está cada vez más exenta de responsabilidades. No porque ya no las tenga, sino porque confundimos las cosas. Obviamente, una persona de treinta, cuarenta e incluso, si me apuras, de cincuenta, sigue siendo joven para según qué cosas. La esperanza de vida ha crecido que da gusto en muy poco tiempo, es verdad. Pero confundimos, por regla general, juventud con despreocupación. Tendemos a creer que ser joven es lo mismo que ser alocado. Y nos equivocamos.

 

two young girls laughing behind another girls back

Image by studiostoer via Flickr


Aunque tengo la teoría de que esa confusión, no es más que por puro interés y por pura comodidad. A una persona responsable siempre se le pedirán explicaciones, mientras que a un joven inconsciente, siempre se le excusará por su edad. El ser humano, sabedor de esto, en ese fuero interno oscuro y egoísta que alberga, busca la manera de desprenderse de la responsabilidad de sus actos, llegando incluso a culpar a los demás de sus propios defectos y, en consecuencia, de sus propios errores. Es por ello que muchas veces somos incapaces de reconocer que nos hemos equivocado y buscamos mil y una excusas, con tal de salvar nuestro propio culo, aún sabiendo que estamos poniendo al descubierto el culo de otro.

Ejemplo hipotético:

Imaginemos que trabajo en un hotel. Un compañero mío apunta una reserva de un cliente, se equivoca al darle la tarifa a ese cliente, y la anota mal en el papel de la reserva. Cuando se lo hago saber, después de estar un rato intentando resolver por qué se le ha dado un precio erróneo al cliente, en lugar de asumir su propio error y admitir que se ha podido equivocar, me dice que la letra que hay escrita en el papel de la reserva no es la suya y que él no ha cogido dicha reserva. ¡¡Incluso estando su firma en el papel y habiendo admitido inicialmente que esa reserva era suya!!
Este es un claro ejemplo de la más absoluta inmadurez. Cuando uno presume de ser una persona madura, inteligente y responsable, debe comportarse como tal. Porque si no es así, si a la mínima de cambio escurre el bulto como si con él no fuera la cosa, corre el riesgo de perder el respeto de los demás. Y no es que la opinión de los demás tenga la menor importancia, sino que el respeto y la integridad de uno mismo van ligados, indefectiblemente, a su comportamiento para con los demás, así como a la imagen que proyectamos en los otros.

 

Juegos de niños

Image by quique_fs via Flickr

Claro está, también hay que tener en cuenta algunos aspectos de la sociedad en la que vivimos, los cuales añaden una cierta proclividad a ese tipo de comportamientos. Aspectos tales como la negación de todo lo negativo (valga la redundancia, y que alguno dirá que eso es positivo. Negativo-negativo=positivo), como puede ser el dolor, la muerte misma, la ignorancia, fruto todo de la competitividad que nos inculcan desde bien pequeños. Así pasa que crecemos con cierto miedo a preguntar, no vaya a ser que nos tomen por idiotas. No queremos que nos vean llorar, no vaya a ser que nos tomen por débiles. No queremos admitir que nos aqueja una enfermedad grave, que nos hemos olvidado de algo o que tenemos un hijo homosexual, por citar sólo algunos ejemplos, no vaya ser que los demás hablen de nosotros. Todo esto se empieza a grabar en nuestro subconsciente desde bien temprana edad, propiciando en la mayoría de los casos, que no seamos capaces de apreciar nuestras propias taras, y lo que es peor, resaltando las de los demás. Es lo que se comunmente se conoce como el "quítate tú, pá ponerme yo". No es una justificación de nada, pero es para tenerlo en cuenta.

Por eso, cuando uno no tiene argumentos suficientes como para defender una postura, como bien dice René, usa la fuerza bruta para atacar, ya sea verbal o físicamente, y así hacer prevalecer su idea frente a las demás. En lugar de reconocer mi error (o tan siquiera plantearme que puedo estar equivocado), niego mi propia debilidad atacando con todas mis fuerzas. Es un instinto más que primario, la verdad.

Lo malo es que muchas personas no se darán cuenta de su comportamiento hasta que ya sea demasiado tarde, con lo que cuando sean conscientes de ello (si es que llegan a serlo alguna vez), se percatarán de que han estado toda la vida intentando hacer valer su fuerza bruta, en una espiral de intranquilidad interior. Mientras otros, algo más inteligentes, habrán entendido que si hay algo precioso en esta vida es la ignorancia, pues es donde uno tiene más margen de maniobra a la hora de mejorar.

Comentarios (2)
  • rene
    de todas maneras hay que reconocer que todos nos creamos una moral particular y justificada .. por lo menos para muchas cosas..
  • Anónimo  - rene
    el problema como tu dices es que el ser humano siempre encuentra escusas y justificación para su comportamiento, por lo que se`` crea su moral particular´´ y si luego duerme bien no tiene problema,.. te pongo un caso, conozco una persona que es cazador y su pasión es ir a matar zorros a los cuales detesta , tambien odia a los gatos y gato que entra en su propiedad gato que se carga con la escopeta ,el alega que los dos son dañinos el primero que hace mucho daño al campo o no se que cojones y los segundos que le hacen daño en su propiedad privada. Es imposible dialogar con el, pues está inmovil en su postura, para mi es un enfermo mental, sin embargo el disfruta de lo lindo asesinando vilmente animales indefensos y en compañía de otros que piensan exactamente igual que el....

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