Estimado/a empleador-explotador:
Por la presente le comunico la decisión irrevocable de presentar mi dimisión para los cargos de pringado de turno y saco de los golpes ostentados hasta la fecha en su empresa por motivos absolutamente personales y los cuales expongo a continuación para su mayor comprensión aun sin esperar que los entienda pues por todos es sabido que cada uno acaba interpretando lo que quiere. Cada cual adapta las palabras a lo que le sea más cómodo retener mentalmente. Ya saben ustedes que, a buen entendedor, pocas palabras bastan. Siendo conocedor de su estrechez de miras, será pues necesario indicarle los motivos de mi cese. Que, siendo totalmente francos, poco o nada le importan, pero que cuya exposición ES VITAL PARA MÍ:
- El trabajo NO ME INTERESA. Lo siento, pero me importa un pito todo lo que tenga que ver con esta isla del mundo. No tiene sentido venir a hacer cosas para las cuales estoy más que cualificado, pero para las cuales no encuentro aliciente. No me sirven las zanahorias: la promesa de una posición mejor, más alta o más remunerada, porque no me interesan ni el poder ni el dinero. Nada de lo anteriormente citado me aporta lo que ando buscando realmente. ¿Qué busco?
- La congruencia y constancia de mi propio ser. Alinear lo que soy con lo que hago. Ese es el único sentido de mi existir y del cual he sido constantemente desviado hasta el punto de no saber ni lo que soy ni lo que quiero. Constantes crisis de ansiedad por el abismo que genera la separación de mi yo real cuando estoy entre las personas normales (no sé qué otro nombre ponerles). No poder expresar aquello que siento, por no haber comprensión al otro lado del hilo. Lo dejo para irme hacia mis rutas salvajes interiores y de una vez por todas tener la experiencia completa del yo.
- El trabajo merma mi capacidad intelectual, que es muy superior a la de la media. Mi falta de modestia es ofensiva pero no pido disculpas por ser demasiado inteligente. Es lo que hay. El inconveniente es que mi inteligencia no puede aplicarse a nada que tenga que ver con el mundo que me rodea. Mis habilidades son igual de especiales que yo, y por eso tengo que buscar el lugar idóneo para mí lo cual me lleva al siguiente punto.
- El trabajo me mata. Cualquier tipo de trabajo me encorseta en una vida que no es la mía y me impide, como le he comentado en el punto anterior, desplegar todo mi potencial mental que, a día de hoy, he descubierto que es universal e infinito. La rutina que implica el despertar, comer, cagar siempre a la misma hora me encarcela en un proceso mental de repetición constante para el cual no estoy programado por naturaleza y empequeñece el campo de visión que tengo de la realidad. Ansío la casualidad de los hechos que me obligan a improvisar y que, por lo tanto, me invitan a la libertad total de movimiento para la cual SÍ que he estado naturalmente concebido.
- El trabajo es HUMILLANTE y eso daña mi increíble manera de sentir: MI HIPERSENSIBILIDAD es una realidad que por fin he logrado entender Y VALORAR, y en favor de la cual debo obrar y preservar, pues es parte de lo que me hace ser quien soy. Los hechos objetivos se perciben con unos matices que para el resto pasan desapercibidos. Veo el DOLOROSO abuso constante de poder y es una verdadera tortura observar cómo humillan a mis semejantes y cómo ellos se dejan vejar por haber elegido el camino del encarcelamiento: hipoteca, hijos, trabajo, hipoteca. No puedo soportar asistir diariamente al espectáculo y permanecer en silencio.
- El trabajo me insufla MIEDO y me vuelve cauto temiendo perder algo que ni siquiera tengo, pues mi posición es una falacia. Sí, ciertamente vendo mi tiempo a cambio de dinero y eso es lo único que obtengo, y por eso mismo es mentira. Mi tiempo no debería tener precio, pues el que vendo no lo recuperaré jamás, y todo a cambio de una falsa seguridad que me viene inducida por la socialización que me han embutido.
- El trabajo me obliga a socializar con mentes inferiores, cuyas aspiraciones son las de este mundo, y cuyos temas de conversación pivotan siempre entorno a un solo tema central. Me aburro y más que aburrirme aborrezco las personas que me rodean. Necesito la soledad para estar en línea con mi verdadero yo.
- Todo el tiempo que le dedico a su empresa, no me lo estoy dedicando a mí, y por lo tanto no estoy optimizando el uso de mis capacidades sino acotándolas a sus necesidades que, dicho sea de paso, son enfermizas, apocadas y bajas.
- Asisto diariamente a un teatro de vanidades que me enfurece. Cada uno viene a exponer lo suyo sin escuchar al prójimo, y el prójimo actúa del mismo modo. Y eso va en contra de una de las máximas que llevo defendiendo toda mi vida, y de la cual se han aprovechado los instintos más ruines: ayudándote, me ayudo. No hay por lo tanto diálogo alguno, sino una batalla de egos que acaban por aislarse en su deseo de triunfar, pues los monólogos es lo que tienen. Si cada uno viene a decir la suya, pero nadie escucha a nadie, todo resulta una pérdida de tiempo.
- De los monólogos a los que asisto hay una tendencia patológica a magnificar los acontecimientos y a esconder los hechos más reales pero que pueden dañar la imagen pública que se tiene de nosotros. Seguimos en el teatro de lo absurdo: hacer ver lo que no somos, lo cual rechazo vehementemente.
- Mis únicos intereses reales son: la ficción y la creación, nadar entre las palabras que emanan y se encadenan desde un centro no corrompido y por arte de magia, entender al que está necesitado de comprensión y amar lejos de los absurdos apegos que provienen de las malas enseñanzas del amor socializado. Y si nadie es capaz de entenderme y compartir estos intereses, elijo la soledad en la cual uno se quiere a uno mismo lejos de la toxicidad ambulante.
Indicarles que, estando al corriente de todas las obligaciones por ambas partes, cumplo con el plazo de avisar a la empresa con el plazo de 15 días marcado por la ley.
Un cordial saludo,
Witx
