UN REFLEJO DEL CAMBIO MERAMENTE CONTEMPLATIVO
Esta crítica está elaborada tras haber presenciado 8 capítulos de los 10 que componen "Gentefied". Una serie cuyo contenido nos toca de pleno y que sentíamos la obligación de tenerla en consideración para hacer una reflexión sobre el tema de la GENTRIFICACIÓN.
Recordemos que el término GENTRIFICACIÓN proviene de Gentry en inglés es la transformación de un barrio urbano por medio de la rehabilitación de sus edificios o de la nueva promoción de viviendas que provoca un aumento del coste del alquiler en estas zonas, la llamada a una clase con mayor poder adquisitivo y el desalojo paulatino de los antiguos habitantes que se ven forzados a trasladarse a las periferias. Este fenómeno se da en ciudades con gran afluencia turística y es lo que se está desde unos años atrás viendo en Madrid, Barcelona y cualquier otra gran urbe. La rehabilitación de ciertos barrios provoca el desahucio de los vecinos de toda la vida siendo incapaces de costearse el precio de los nuevos alquileres. También se utiliza para analizar esta situación respecto de usos comerciales o de servicios. Por ejemplo, la construcción de centros comerciales o tiendas pertenecientes a grandes cadenas, relegando a los pequeños negocios.
En el caso de la serie "Gentefied" los primos Morales, Erik (Joseph Julian Soria), Ana (Karrie Martin) y Chris (Carlos Santos IX) son de ascendencia mexicana y viven en Boyle Heights, un barrio de Los Angeles que está en pleno cambio. Las nuevas generaciones se rigen por unos paradigmas que desconciertan a las antiguas. Las leyes sociales de 30 años atrás aparecen como obsoletas y la taquería del abuelo Casimiro o "pop" (Joaquín Cosío), "Mamá Fina tacos", ha quedado anclada en la historia. El aumento del precio del alquiler del local, la amenaza de ser adquirido por los asiáticos y el desahucio son los inminentes problemas con los que deben lidiar para mantener a flote el negocio.
Erik está a punto de convertirse en padre pero su ex-pareja espera mucho más de él pues es una mujer fuerte, trabajadora e independiente que no necesita de la figura masculina para afirmar su existencia o dotar su vida de sentido. Pero cuidado y hacemos el apunte: sí que va a convertirse en madre por lo tanto, la mujer no escapa de su sino socialmente remarcado que es el de crear vida a pesar de que las circunstancias sean favorables o desfavorables. El haberse quedado embarazada con unos genes que no considera apropiados para acompañarla en vida y aún así dar nacimiento a un ser cuya mitad proviene de alguien a quien no respetamos, admiramos o nos sentimos orgullosos, nos parece desconcertante como poco.
¿Cómo es posible que no haya selección genética a la hora de elegir TAMBIÉN el potencial de nuestros hijos? ¿Cómo es posible que el objetivo sea quedarse embarazada "no matter who or what"? ESTAS serían las preguntas que esperamos que se nos respondan en una serie que quiere mostrarnos el cambio.
Por otra parte, Erik es un caso representativo del resultado de la educación machista y la supremacía del varón: ni estudios, ni ambiciones y una conducta que se escuda en la excusa constante y que no le hace sentirse responsable en nada. La llegada de un bebé transformará la tendencia adolescente de este personaje que nos descuadra por completo. Las personas no cambian jamás y menos alguien que no ha tomado nunca por la mano ninguna decisión.
Ana por su parte viene a romper con la idea del estereotipo de mujer mexicana. A pesar de vivir con su madre y su hermana pequeña, Nayeli, es abiertamente homosexual, muy femenina y su novia Yessika, es afroamericana. Con este personaje intentan matar varios clichés de un tiro pero como siempre decimos, quien mucho abarca poco aprieta y los estereotipos que pretende cargarse tan sólo son remplazados por unos nuevos que se han ido construyendo en este proceso de cambio. Ana sigue estando lastrada por un sesgo importante que choca frontalmente con la figura de su madre. Podríamos calificar la relación materno-filial de choque cultural de postín. De nuevo, remplazar unas etiquetas por otras no es la explicación que buscamos.
Finalmente, el personaje de Chris da vida a otra imagen que "El universo en expansión de Ashley García" ya nos ilustró. Los delirios de grandeza y la ambición con la que el orgullo de la supremacía del imperio americano ha carcomido los cerebros de estas nuevas generaciones de inmigrantes. Éstas se situan a caballo entre su nacionalidad que guía fuertemente sus ansias de perseguir ese sueño y el color de su piel que recuerda a todos sus orígenes. La tolerancia y aceptación no han terminado de fraguar en esta sociedad del bienestar ejemplar que sigue siendo igual de hipócrita que otras haciendo promesas que no puede cumplir.
El programa es bilingüe, con personajes y escenas que se mueven sin interrupciones entre el español y el inglés como lo hacen las personas en lugares de la vida real. Lejos de parecernos divertido es un hecho que nos exaspera y que contradice el supuesto orgullo de sus raíces.
Estamos claramente ante una encrucijada temporal que nos coarta. Sujetos a un tiempo pasado por nuestros valores, tradiciones, raices y costumbre a la vez que la vertiginosa velocidad de cambio del mundo que nos rodea es cada vez mayor. Siempre ha existido una zanja entre la evolución real y la anunciada pues para modificar las mentalidades deben pasar años. Las generaciones con asentamientos antiguos deben ir dejando espacio para que las nuevas tomen las riendas.
No obstante, venimos observando un claro acortamiento de las distancias entre generaciones en cuestión de cambios. Las transformaciones que se observan hoy en los treintañeros se pusieron en marcha hace 5 o 6 décadas. Actualmente, de una década a la otra se notan unas alteraciones abismales que no pueden acabar de aposentarse en los cerebros humanos. Ha llegado un punto en el que los cambios mentales no pueden implantarse y sedimentar con la consiguiente pérdida de rumbo de la sociedad.
El resultado de todo ello es:
- La condena a la superficialidad pues no dejan tiempo para la maduración de conceptos
- Una educación desactualizada con base pre-industrial que no sigue las pautas de cambio social. Grandes y complejos conceptos que no son rápidamente asimilables, que requieren de tiempo para ser entendidos precisamente por haberse quedado anticuados.
- Un tiempo que no tenemos el lujo de poseer por lo tanto la educación actual (como la de siempre) no está para educar o servir de guía sino para adoctrinar y trabajar en pos de los propósitos iniciales: moldear las mentes y acostumbrarlas a entregarse en beneficiar a otros pero nunca a sí mismas.
- La hegemonía del fast food mental y los conceptos volátiles que no precisan de tiempo de maduración para ser entendidos.
- La construcción de estereotipos que sirven de guía para catalogar y ordenar rápidamente nuestro alrededor
- La preparación de mensajes etiquetados y listos para el consumo, previamente clasificados para evitar "perder" el tiempo en reflexionar. Encasillamiento que proporciona la errónea sensación mental de control y seguridad cuando es una condena a la prisión mental.
- Que el tiempo ahorrado pueda ser "aprovechado" en alguna futil distracción que reporte beneficios a otros, normalmente a los que poseen el capital
Así de graves son las cosas y así se las hemos querido transmitir. La rapidez e inmediatez de todo es alarmante y trae consecuencias siendo la primera el vacío al que estamos condenando a nuestros adolescentes bombardeándolos constantemente con vagancia y ligereza.
Como ya dijo Benjamin Franklin hace más de dos siglos atrás "Todo tiempo es convertible en dinero". Cuando el dinero es religión y la propiedad intelectual de las personas se pone únicamente al servicio del capital... poco sitio queda para la esperanza.
En conlcusión, la serie no nos explica el proceso de cambio sino que se limita a apuntar y subrayar que, en efecto las cosas cambian. Tras la reflexión anterior estaríamos esperando (pero sin esperanza como hemos dicho) que arrojaran luz sobre las razones y los por qués, los cómos, los cuándos y los quiénes. Hemos llegado más lejos con nuestras mentes que con el visionado de Gentefied que nos deja una alarmante sensación de que, productos como este, contribuyen a la ligereza de los conceptos y a difundir la superficialidad.
Falta zambullirse en desentrañar la cuestión desde su génesis y no quedarse en la mera contemplación que observa desde lejos pero no ofrece explicación. La serie se contenta de quedarse detrás de la cámara y ofrecernos la historieta de esta familia afincada en L.A pero cuyas vidas, sinceramente, nos dan igual si no son la excusa para ir a estudiar las razones por la cuales el cambio es un proceso por el que debemos pasar y aceptar.
Nos aporta siempre más la elaboración de las críticas que el visionado de las series y es una pena porque la ficción, o lo que esperamos de ella, es que nos ofrezca más claridad, que nos acompañe en la reflexión. Pocas veces ocurre, siempre tenemos que tirar nosotros del carro de la hondura.
Nada, GENTEFIED se queda a nivel zero mientras que nosotros ya estamos a dos metros bajo el mar.