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Este domingo 4 de octubre de 2020 llega a España y a Latinoamérica, gracias a StarzPlay, la primera temporada de UN MUNDO FELIZ (BRAVE NEW WORLD). La esperadísima nueva serie distópica de Peacock (la nueva plataforma de streaming de NBCUniversal) con la presencia de Demi Moore. Y sí, decimos presencia porque a penas aparece en 2 capítulos.
La serie está inspirada en la famosa novela de ciencia ficción de Aldous Huxley publicada en 1932 cuya lectura tuvimos que interrumpir a mitad porque no nos aportó lo que buscábamos. No es que no fuera interesante sino que no nos lo pareció a nosotros por la manera en que enfocamos la ficción. Lo que buscamos es realidad y no distopía. Sin embargo, la distopía puede ser una mentira para contar una realidad igual que lo es el arte en general. No podemos arremeter ni hallar objeción alguna ante esta novela. La serie es otro cantar.
Al igual que en la narración original, 'Brave New World' imagina una sociedad utópica que ha logrado una paz estable y duradera mediante la prohibición de la monogamia, la privacidad, el dinero, la familia y la propia Historia. LA DICTADURA DE LA LIBERTAD no es libertad sino dictadura.
Ambientada en el año de Ford 632 (correspondiente al año 2540 de nuestra era), la trama de la serie sigue a Bernard Marx (Harry Lloyd) encargado de investigar la misteriosa muerte de un habitante nivel épsilon. ¿Podría haberse suicidado? ¿Cómo es posible imaginar poner fin a la existencia en "un mundo feliz"?
Por otra parte Lenina Crowne (Jessica Brown Findlay, Lady Sybil Crawley en Downton Abbey), un científica Beta+, será reprendida por las autoridades por haber repetido pareja sexual Henry Foster (Sen Mitsuji) en demasiadas ocasiones.
Lenina y Bernard son ciudadanos de New London y sólo han conocido un único y rígido orden social en el que impera un producto farmacéutico perfecto y milagroso llamado Soma que provoca la ataraxia, el desapego y corta de raíz las emociones. Todo ello mezclado con una cultura basada en la satisfacción continua, la promiscuidad sexual, la no pertenencia y obligatoriedad de tener una vida pública sin momentos de privacidad conducirán a una ruptura con la llegada de John The Savage (Alden Ehrenreich) a la ciudad.
CRÍTICA DE LA SERIE BRAVE NEW WORLD - CEC SERIES
New London representa el sumum de la rectitud política, la corrección y diplomacia óptimas para que las relaciones sociales se desarrollen y fluyan civilizadamente.
Es extraño, o no tanto, constatar que los habitantes de New London tienen todos un marcado acento british mientras que los poblados salvajes en los extralímites de la ciudad están habitados por americanos. ¿Pequeña broma privada de los guionistas?
En New London reina el bienestar, la cortesía y el tacto. Las clases sociales están bien delimitadas y debidamente clasificadas entre los habitantes más distinguidos como son los ALFA+ y los BETA, las clases medias GAMMA y DELTA y finalmente los EPSILON, la "escoria" de la sociedad. Estos últimos han sido concebidos para ser invisibles y cumplir un único cometido: el de servir al sistema INDRA. ¿Somos todos epsilons o bien alfa beta gamma y delta son epsilons con ciertos privilegios? Porque la sumisión es compartida a varios niveles. Cierto, de distintas formas, pero el vasallaje es una condición ineludible de cualquier estrato que participe de un mismo sistema.
Un serie que nos ha recordado a "Matrix" en numerosas ocasiones y a la chapuza visual de la insoportable "Upload" en otras pocas.
La historia en sí, "ni fu ni fa" y no es que lleguemos con prejuicios literarios, ni mucho menos. Una cosa es el libro y otra la serie que tratamos como productos separados aunque compartan fuente de inspiración.
En primer lugar la reflexión a la que conduce ya ha sido llevada a la pequeña y gran pantalla mucho antes y por lo tanto no representa un gran paso adelante para la evolución de la especie. Dijo mucho más Albert Pla con su gran frase ¡Hay que organizarse! que con los 10 capítulos de "Brave New World".
Una sociedad adormecida y colocada con "soma" para evitar sentir es lo que estamos viviendo ahora. Nuestra soma es el con-sumo. Somos consumidores de cualquier cosa que pueda evitar hacernos pensar o sentir. La distracción está servida y asegurada bajo una multiplicidad de formas. No solo estamos hablando de ocio sino de lo cotidiano como la obligatoriedad de presentarse cada mañana a la oficina, el trayecto que se eterniza en las horas punta, el sinsentido de la burocracia de las instituciones que ocupan una ridículamente desmesurada parte de la actividad cerebral, el millón de vueltas al mundo que hay que hacer para obtener Internet, el otro millón de personas y consultas que hay que realizar para que arreglen un desajuste de agua, luz o gas.
Finalmente, la guinda del pastel, nuestro yugo incondicional que nos somete de por vida: los caprichos y necesidades de nuestro cuerpo humano. Ahora necesita comer, ahora dormir, ahora esto, lo otro o lo de más allá...
Distracción tras distracción, el día pasa, la semana desfila, el mes se desintegra y cuando queremos darnos cuenta el tiempo se nos ha escapado.
Las distracciones están ahí para evitar hacernos pensar pero incluso cuando lo que queremos es sentir, nuestra maravillosa mente humana se encarga de ello. Cuando lo que pretendemos es aventura sensorial entonces también tenemos productos y servicios que nos la proporcionan. Brave New World es uno de estos productos que ofrece entretenimiento alertando precisamente del letargo generalizado.
Además, Brave New World no aporta nada nuevo al panorama seriéfilo. Han utilizado un clásico como es Aldous Huxley como reclamo publicitario y lo han aderezado con un nombre propio, el de Demi Moore, para generar ruido. Lo cierto es que Demi Moore aparece fugazmente (y damos gracias) en un par de capítulos con el garbo que la caracteriza.
Hay cuantiosas e innecesarias tomas orgiásticas para demostrar el nivel de desapego de los habitantes de New London siendo el sexo el punto principal de enganche del público. Se nos ocurren muchas más facetas y maneras de plasmar la futilidad. Las orgías son una de las vertientes de la insensibilidad, la obligatoriedad de copular noche tras noche con diferentes desconocidos para incidir y promocionar el desinterés e impulsar la diversidad. El problema que vemos es que Brave New World se centra demasiado en comunicar que el sexo es la única manera de generar lazos emocionales y no estamos de acuerdo.
El espectador es catapultado hacia el mundo de los salvajes como respuesta de la libertad individual. El escuchar el cuerpo y la llamarada interna que nos permita ser nosotros mismos sin estar sujetos a restricciones ni obligaciones es la apuesta principal de la serie. Nuestro dilema y punto principal de desacuerdo es que ni el constreñido por el sistema puede ser libre ni el que está sujeto a sus impulsos internos. Porque el primero acata las leyes sociales y el segundo la leyes naturales que, como hemos visto en muchas ocasiones, no son tan naturales como se quiere comprender y mucho más sociales de lo que desearíamos. Estar a expensas de la biología tampoco nos parece una maravilla y no es libertad en ninguno de los casos pero entonces ¿Qué es la libertad?
Cada uno debe llegar a sus propias conclusiones y a su propia definición de libertad fuera de los conceptos que Brave New World intenta vendernos.
No es una serie tóxica si no es porque su puesta en escena trata de seducir sin más incidiendo en los mismos puntos de siempre: sexo, drogas, hermosas féminas y viriles portentos masculino. Brave New world es demasiado primitiva y básica como para llegar a liberar a nadie de nada. Si no es lo que pretende, perfecto pero obrar bajo la etiqueta de Aldous Huxley nos ha parecido un tanto pretencioso cuando se emplea paralelamente el nombre de Demi Moore para vender. Sobre todo teniendo en cuenta el resultado global que se ha obtenido.
"Brave New World" puede tener interés para los amantes de la ciencia ficción, de las distopías y del que busca entretenimiento sin más. Nosotros no somos público de "BNW" ni siquiera de "Un mundo Feliz". Esperemos que alguien encuentre en esta serie un punto de arranque para algo.