¿Por qué gusta tanto YOU? ¿Qué tiene esta exitosa serie de Netflix? ¿Qué es lo que nos IMPORTA como seres humanos?
El fenómeno YOU nos ha dejado perplejos. Ya ofrecimos una crítica positiva de su primera temporada (CRÍTICA DE YOU) y hoy atacamos la segunda para poder juzgar si es merecedora de todas las ovaciones recibidas.
Miremos por donde miremos, no hay indicios de genialidad... Y, sin embargo, hemos sacado más chicha que limoná...
La segunda entrega es una reproducción exacta de lo que ya ofreció la primera, sin novedad alguna. Todo lo que se ve en YOU ya se ha hecho antes, también en otras producciones. Pero le hemos sacado mucho jugo a pesar de que no nos parece la mejor de las series...
Pese a que pueda parecer paradoxal, no lo es. No acaba de quedar claro si las intenciones de la serie son las del puro entretenimiento, o si hay una voluntad por parte de la escritora de transmitir un mensaje. Y provocar esta duda ya es algo a tener muy en cuenta. En cualquier caso, queremos compartir las reflexiones que nos han abordado, pues podrían resultar útiles para los miles de lectores de nuestras críticas y reseñas.
TEMPORADA 1 vs temporada 2: ¿lo mismo?
En la T1 vimos cómo Joe Goldberg (Penn Badgley), el encargado de la librería Mooney's. Un joven educado, culto y aparentemente "normal" se obsesionaba con Guinevere Beck (Elizabeth Lail), una chica más bien frívola aunque Joe quisiera creer lo contrario. Tras un periodo de acoso encubierto, con las redes como las máximas protagonistas -y responsables- de que cualquier persona en el mundo pueda ser espiada. Y lo más alarmante es que es voluntario, pues cada cual expone su vida gratuitamente. Joe logra establecer una relación con Beck, logrando mantener la "felicidad" durante un tiempo. Sin embargo, el oscuro pasado de Joe se deslizará por una baldosa suelta, y Beck descubrirá las oscuridades de ese chico insanamente perfecto.
Entendimos parte del pasado de Joe gracias a Paco, el hijo de la vecina divorciada cuya pareja es un maltratador. ¿Es Paco un Joe potencial? ¿Tenemos todos un maltratador potencial en nuestro interior?
TEMPORADA 1:
TEMPORADA 2:
Podríamos pensar que Joe es de esa clase de personas que persiguen una idea irreal de una historia montada unilateralmente. Aquello de lo que muchos nos damos cuenta cuando una relación termina, tomando conciencia de que ambos integrantes habían estado viviendo historias diferentes aún siendo, en apariencia, la misma. Lo que para uno es vital y necesario, para el otro puede ser anecdótico. Igual que puede haber un sumiso y un dominante, voluntarios o accidentales. Y cada cual se llena (o vacía) de aquello que cree que persigue. Lo llamamos el PRINCIPIO DE LAS BASES FALSAS.
Uno se monta la idea de lo que el otro es: una idea basada en un propio interés egoísta, caprichoso o inconsciente. Pero en la mayoría de casos, tarde o temprano las máscaras acabarán cayendo, las ideas se descubrirán inventadas por uno mismo, y la realidad arremeterá con cruda franqueza. De igual forma, uno puede pensar que busca una determinada cosa, por ejemplo amor, cuando los hechos se imponen y descubren que lo que se busca es sencillamente estar con alguien para no estar solo, para perpetuar la especie o simplemente porque el libro gordo de Petete nos ha enseñado a no cuestionar que ese es el camino lógico. Los términos se confunden, es lo que más tarde llamaremos tergiversación semántica. AMOR NO ES RELLENAR EL HUECO DE LA SOLEDAD, PERPETUAR LA ESPECIE O COMPARTIR EL SILENCIO O LO COTIDIANO. Que sí, que puede serlo, pero desde una perspectiva desprovista de APEGOS, otro término ante el que deberemos detenernos.
Nuestros cerebros urden una trama basada en unas observaciones que, gracias a la tergiversación de la semántica a la que contribuyen los vicios adquiridos por los medios audiovisuales, la literatura romántica y LA EDUCACIÓN SOCIAL NORMAL EN GENERAL, llegándose a entender como "amor" lo que en realidad es obsesión, interés propio, egoísmo y enfermedad mental. Somos cuchillos a la vez que presas de nuestra propia manipulación mental porque nosotros mismos adaptamos (in)conscientemente la realidad a esos conceptos que nos han venido embutidos por la normalidad, por aquello que viene de serie. Nos aferramos a unas ideas preconcebidas, unas bases falsas sobre las que disponemos nuestro mundo y sobre las cuales desarrollamos ciertos APEGOS, como algunos de los ejemplos a continuación:
- "la familia es lo más importante"
- "amor de madre es un amor incondicional"
- "la familia no te dará nunca la espalda"
- "para siempre"
Luego nos extrañamos cuando una madre abandona a su hijo, un padre maltrata a la madre, una hija es abandonada por su familia y despojada de sus ahorros, un hermano abusa de la compasión de los miembros de su familia... Y eso sí que es para siempre. O la exclamación de "y parecía tan normal" o "era muy educado" o "saludaba siempre que nos cruzábamos" que a veces oímos en el telediario cuando un/a vecino/a aprende que aquella persona "tan normal" ha cometido un asesinato. Debemos aceptar y admitir que lo que debería tenerse en consideración son LOS HECHOS a pesar de la emocionalidad que queramos achacarle y dejar de disculpar las ofensas o las faltas basados en estos preceptos que no son realidades sino ideas en favor de lo que ostentan el poder, ya que son ellos los máximos beneficiados de nuestra permisividad que empieza por los círculos más cercanos y termina por los más ajenos.
Aún siendo testigos capaces de reconocer en Joe a un tarado, cuando nosotros protagonizamos el drama de nuestra vida quedamos incapacitados para reconocer o admitir que los hechos y las palabras no cuadran. Pero como Joe, en pos de nuestro propio "provecho" y empecinamiento, nos decantamos por creer y perseguir ciegamente nuestra idea, desviamos la mirada, patada hacia adelante, carretera y manta. Con los años vienen las decepciones y los asombros, como si no hubiéramos vislumbrado la crónica de una muerte anunciada. Y seguimos sorprendiéndonos a pesar de que nosotros "ya lo sabíamos".
La primera moraleja que deriva de lo anterior es que cualquier acto puramente egoísta (aunque sea la persecución de una idea propia) se acabará girando en nuestra contra, y obtendremos aquello que merecemos. Por haber sucumbido aunque sea puntualmente a un capricho o (falsa) necesidad -y por lo tanto mirar únicamente por nuestro propio beneficio-, seremos víctimas de nosotros mismos. Algunos lo llaman la ley del Karma, sea el nombre que fuere: lo que es seguro y comprobado es que es un acto miserable cuyos protagonistas somos nosotros, y nuestro ombligo conllevará un desastre con el tiempo.
Algunos ejemplos basados en YOU para que cada cual saque su propia analogía:
- La identidad falsa de uno mismo es una mentira. A partir de ahí, cualquier cosa basada en ella, base falsa, fracasará. Por identidad falsa entendemos cualquier atributo o inexactitud que nos describa y que disienta de nuestro yo más íntimo.
- Lo que se omite es lo mismo que lo que se miente. La omisión es TAMBIÉN una mentira. Y no las hay piadosas. Cuando uno calla es para obtener algo, y ese algo puede ser del orden de lo inmaterial (como el reconocimiento o el poder y sus múltiples derivados) o del orden de lo material (como lo es el dinero y sus ramificaciones).
- Hacerse una idea de lo que es la otra persona: Beck lleva a Joe a acotar cada vez más el mundo de ella, supuestamente para protegerla por ser incapaz de admitir que se equivocó en la primera apreciación. Por lo tanto, para hacer prevalecer su idea, llega hasta a matar. Lo cual nos puede parecer una locura pero... ¿No es acaso una locura lo que muchos han hecho por "amor"? Aunque duela admitirlo, ¿no hay parejas que no funcionaban y han decidido casarse o tener un hijo para arreglar las cosas? ¿No es también demencial? ¿No hay personas que se olvidan de su propio yo, de lo que quieren, de lo que son y se adaptan a las necesidades de su pareja?
¿Por qué? ¿Cuáles pueden ser las intenciones y bases del autoengaño (que es una auto-mentira)? La persecución de un objetivo que ya hemos dividido en 2 anteriormente: MATERIAL O INMATERIAL. Y... ¿qué es lo que promociona y refuerza el auto-engaño?
- La pereza de hacer un trabajo consciente de autocrítica junto con el hecho de estar imbuido en una sociedad que cumple con la normativa generalizada hace que se nos contagie ese defecto que, a priori, no está entre los nuestros naturales (o sí). Cuando uno siente que los hechos no son lo que deberían ser, se precisa una reorganización interna que demanda un desorden inicialmente, y luego un esfuerzo y tiempo por nuestra parte. Poner los puntos sobre las ies para/consigo mismo es una tarea quejumbrosa, poco agradable que implica reflexión, introspección y orden. A nuestro alrededor todo parece funcionar por inercia, y es más sencillo dejarse llevar por la corriente quedando sumergidos en la normalidad: sin alma, sin vida, sin identidad.
- La soberbia de pensar que somos mejores que el resto, a pesar de estar actuando exactamente como todos.
- La vanidad de creer que merecemos algo mejor que la masa, de que nuestra idea es más pura y nuestros objetivos más altos.
- La pérdida de la identidad propia, el estar extraviado en tierra de nadie, a caballo entre lo que creemos ser y lo que somos objetivamente y que, junto a los 3 pecados capitales anteriores, actúa como dinamita y causa estragos en nosotros y en los que tenemos alrededor: traiciones y dolor.
- El miedo inoculado desde el exterior. ¿Miedo a qué? ¿A la soledad? Si no hay mayor desgracia que la de estar rodeado de buitres que son los que inciden en la sensación de soledad. No hay mayor pena que la de no tenerse a uno mismo. No hay mayor catástrofe que la de abandonarse a la dirección del viento, con la consiguiente pérdida de control del propio destino. Pero sobre todo el miedo al miedo, al dolor, a la desgracia.
- Por la creación de una identidad falsa usurpada, como la de Joe o Will, que no se corresponde con nuestra naturaleza innata.
Vayamos al fondo de la cuestión sin temor a presenciar nuestra vuelta a las cavernas porque eso es lo que hallaremos, unos seres luchando despiadademente por la supervivencia. Un homo sapiens que ha evolucionado en forma, pero cuyo fundamento permanece intacto por mucho que nos bombardeen con los mensajes contrarios para hacernos presa del consumismo.
Toquemos fondo, la base real sobre la cual comenzar a cimentar del yo propio y elevado, lejos de las precarias necesidades inmediatas, del miedo, del capricho dirigido. Lo peor que puede pasar es que nos demos vergüenza a nosotros mismos, no podamos continuar viviendo con nuestra persona y debamos cambiar el régimen general interior. No es tan traumático cuando se piensa con detenimiento, pues estaremos obedeciendo a esa vocecita interna que nos llama con desespero y a la cual hemos aprendido a obviar. Las consecuencias de nuestros actos sí que pueden conllevar el alejamiento de los seres queridos, pero debemos aprender de una vez por todas a responsabilizarnos de lo que hacemos, que toda acción tiene una reacción (no sólo en las leyes de Newton) y que, por consiguiente, habrá que hacer acopio de valentía y mirar firmemente hacia el frente sin volver la vista atrás intentando hacer lo más adecuado en todo momento, lejos de nuestros intereses pero para un bien común que al final nos repercutirá positivamente.
Nos duele reconocer que YOU posee unos atributos elementales, y la amargura proviene del hecho de que su forma nos produce un irremediable sopor. Algo le falta a la serie, algo le sobra y no podemos determinar cuál es el elemento del que peca por exceso o por defecto. Claro está que nos ha invitado a pensar y con eso debería ser suficiente, que los premios otorgados están justificados. Aún así, en su desarrollo cojea pero no deja de ser un buen producto que apunta a desenmascarar al asesino de nuestra propia vida, siempre y cuando el público esté dispuesto a mantener una relación real consigo mismo, aunque sea en la intimidad y sobre todo, no quedarse ahí parado aceptando la bajeza de su propia persona. ¿Sería acaso eso lo que falla? Joe se acepta, nosotros no.