"De tan bueno, tonto"
Uno no puede sentir más pena por Gösta, un psicólogo infantil y juvenil de 28 años que acaba de mudarse desde Estocolmo a un pueblo de Suecia para trabajar.
En una cabaña que se cae a trozos da cobijo a un refugiado. Tiene una novia estudiante y un padre cincuentón que se parece más a Axl Rose que a la figura de padre prototipo.
Al pobre de Gösta le pasa de todo por querer ayudar a todo el mundo, y si nos fijamos bien en el desencadenamiento de los acontecimientos, todos los personajes que aparecen van desfilando ante nuestros ojos exponiendo sus desgracias.
La cultura del yo, el egocentrismo del ser humano, el autoflagelamiento, la caída casi voluntaria en nuestros agujeros. Con un tono jovial y divertido, Lukas Moodyson arremete contra el ser humano de una forma despiadada y voraz. Los caprichos del hombre son inacabables y así lo retrata este admirado director cuyas obras no nos han dejado nunca inertes.
Una obra de arte en toda regla que se divide en 12 capítulos de media hora cada uno.
En este baile de vanidades y comitiva de enanos y gigantes, se aprecia la lucha por sobresalir, por destacar...: cada uno barriendo para su casa, y dejando la de Gösta devastada. Porque si una cosa es cierta es que el que lucha por hacer el bien, el que realmente se preocupa por hacer que los demás se sientan mejor, queda relegado a último de la clase y tomado por completo idiota por no imponer su yo y dejar que los demás se expresen porque lo necesitan.
No nos suena a chino, ni siquiera es una melodía lejana. Por querer dar, algunos de nosotros recibimos castañazos y nos quitan incluso lo que no tenemos.
Para todo esto, hay alguna que otra fórmula mágica:
1- El que viene a compartir sus penas, debe venir a compartir de VERDAD. Lo que significa que él también debe escuchar de una forma activa, además de ser escuchado. Una persona que escucha y se preocupa de verdad, pregunta para saber más del interlocutor. Escuchar de forma activa crea lazos de unión. Si os sueltan el rollo pero no preguntan, quizá tengan algún interés sobre vosotros, pero en realidad no les interesáis. FUERA.
2- Mente en expansión. Si lo que os cuentan o lo que contáis no puede trasladarse a algo trascendental y universal, es que os estáis encerrando en nimiedades propias de los folletines al más puro estilo "pasión de gavilanes". Fuera también, acabará vaciándoos el alma.
3- Dedicar el tiempo a hacer el bien a pesar de todo y de todos, porque haciendo el bien nos hacemos bien a nosotros mismos. Si no es así... Fuera también, no aporta nada real.
4- Expresar y verbalizar lo que uno lleva dentro es imprescindible para el ser humano, pues el hecho de poner palabras a los sentimientos ayuda a clasificar y esclarecer pensamientos. Lo que no se pueda expresar en palabras no trasciende. Este cuarto punto debe servir para reforzar los puntos 1, 2 y 3, anteriormente citados.
5- Dejar fuera la duda y la exculpación. Si los puntos 1, 2, 3 y 4 no se cumplen, no hay que buscar exculpar al pobrecito que tenemos delante. "Pobrecito, está muy afectado por lo suyo y no tiene tiempo para pensar en mí". FUERA, FUERA Y FUERA. NO INTERESA. Y este punto es crucial y vital para que no os tomen el pelo y acaben utilizándoos y humillándoos. Es la barrera entre ser bueno y ser idiota.
6- Mantener una sola línea de actuación con todo el mundo, y sobre todo contigo mismo. La directa. No os puede engatusar nadie, sea quien sea y ocupe el rango que ocupe en vuestra vida: jefes, padres y otros tantos manipuladores. Fuera miedos. UNA SOLA LINEA.
7- Finalmente este punto que resume el por qué de la importancia de que existan series como Gösta. LA FICCIÓN ES Y DEBE SER NUESTRA ÚNICA REALIDAD, porque el arte, la cultura y la ficción condensan y profundizan en los elementos básicos que se mueven en la realidad. En la ficción, la realidad se caricaturiza para que el espectador pueda separar el grano de la paja del día a día. La ficción permite aislarnos del ruido e interferencias a los que estamos sometidos en nuestras realidades cotidianas, que a su vez son las que nos conducen al punto 5 (la duda), contaminándonos.
Al simplificar la realidad y aislarnos del ruido, se crea el escenario perfecto para profundizar, reflexionar y extraer las conclusiones pertinentes que espantan los fantasmas de la incertidumbre.
Por si no hubiera quedado claro, Gösta es más que necesaria para los tontos inteligentes que buscan hacer el bien, y para detectar mejor a los listos idiotas que son los que relegan a las últimas posiciones lo que debería imperar en la sociedad: los corazones de oro.
