¡Buf! Bluff city law hace pluf y se estrella
Lágrima fácil, ñoñería insoportable que se pone ridículamente trascendental al hablar de nuestra posibilidad de cambiar el mundo. Eso sí, cambiemos el mundo desde la óptica de siempre, con las mismas leye de siempre y pregonando la misma (in)justicia de siempre. Y por supuesto, no lo olvidemos, dejemos que los motores del cambio sean los abogados que en lo que nos conciernen, dejan mucho que desear como producto humano en la mayoría de casos y así lo avala la ficción que nos llega. Entre Harlots y Bluff sólo hay un par de siglos de separación y la dignidad de las primeras.
Lo primero que vemos es a Sydney Strait defendiendo ferozmente los intereses de una gran corporación. Con mano de acero y sin pestañear no duda en sacar a relucir los trapos sucios de la pareja demandante. Los escrúpulos brillan por su ausencia en la voracidad codiciosa de los maestros del buitreo y tergiversación.
El padre de Sydney hace repentinamente aparición en pantalla para comunicarle la mala noticia: el deceso de su madre.
En el funeral, minuto 5 (y faltan todavía 40), toca discurso a la usanza "american way" que siempre empieza rememorando una situación que nos importa un pito, si se nos permite la osadía:
"Recuerdo que era nuestra segunda cita y le estava diciendo lo impresionante que sería haciendo dinero como abogado y ella me miró de aquella manera, esa mirada de Caroline que nuestra hija Sydney ha heredado, y espetó ¿Por qué te mides con dinero si tienes la oportunidad de cambiar el mundo?"
Empezamos rebosantes de altruismo. Este desinterés y generosidad provienen, nada más y nada menos que de un abogado propietario de un bufete cuyos empleados sacan a pasear sus egos en porches carrera y visten de Prada.
De pronto, movido por un ataque de paternalidad, le ofrece a su hija un puesto en su bufete. El objetivo es utilizar la experiencia de Sydney adquirida en "la parte oscura" corporativista para hacer el bien y defender a las víctimas de dichas corporaciones. ¡Ah! ¡Otra de superhéroes!
Sin embargo, intensas son las diferencias familiares y grande es el rencor que aguarda bajo el rechazo: unos problemillas paterno-filiales asoman. Nos enteramos de que la fallecida madre de Sydney fue cornuda en vida y santificada en muerte: "the love of your life".
Nada cuadra ni en la pantalla ni fuera de ella, otra representación del mundo al revés donde palabras y hechos toman direcciones opuestas. Sin inmutarse, Sydney acaba trabajando con su padre. Las distracciones del entorno deben de habernos hecho desviar la atención y sentimos que hemos perdido un eslabón. ¿Por qué acepta volver? ¿Por qué hace tres semanas no mostraba ningú reparo en desvelar los secretos de un matrimonio y ahora la vemos defendiendo los intereses de la parte opuesta? ¿Cuál es el proceso mental que te lleva a exactamente a la acera de enfrente? ¿Dinero versus valores? No entendemos nada y tampoco pretendemos indagar demasiado en lo que resulta ser un tostón sinsentido con empache igual a infinito. No se aguanta ni sustenta. Es un suplicio que nos hace sentir vergüenza ajena.
No hay mucho más que decir después de 4 monólogos tan empalagosos como almibarados ... punto y coma diabético.