Orgullo nacional, por fin algo que se nos da MUY bien
Fantástica y estremecedora serie, sencilla y compleja, marca unos ritmos que permiten al público seguir sin dificultades su trama disfrutando de la diversidad, profundidad y elaboración de sus personajes. Tanto la hemos disfrutado que estamos en la recta final de su primera temporada. Nos la hemos zampado sin decir "ni mu" pero ya apuntamos a que con una serie de este calibre, no es conveniente hacerlo porque se disfruta más capítulo a capítulo ya que el empaque que consigue con su goteo semanal es mayor. En cec nunca recomendaremos un maratón y empache pues el goce y placer plenos llegan con el racionamiento, con el hecho de esperar a que los personajes te acompañen y crezcan contigo en tu día a día. Es por eso que invitamos a tener unas sesiones de series programadas y estudiadas con la mayor diversidad de personajes posibles y niveles de dificultad e intensidad diferentes que irán creciendo a medida que la sesión avanza.
Esa es la magia de las series.
Cannabis se abre paso situándonos en pleno robo de un importante cargamento de marihuana en medio del mediterráneo. De Marruecos a los suburbios de Paris pasando por Marbella donde se condensa la flor y nata de nuestra bien amada nación, se conectan las vidas de diversos personajes del norte de África y el sur de Europa.
- El Feo (Pedro Casablanc), un narcotraficante de Marbella, jura vengarse de los autores del robo de su mercancía.
- En Marruecos, Farid Belhadj (Younes Bouab) desaparece abandonando a su esposa y dejando tras él un montón de deudas y un burdel de lujo, el Princesa, donde Nadja (Ruth Vega Fernández) la más veterana y lista de las prostitutas se había ganado los favores del jefe. A espaldas de su mujer Anna (Kate Moran), Farid maneja otros asuntos.
- En los suburbios de París, Morphée (Christophe Paou), afectado por el robo a El Feo, envía a España a su jóven esbirro Shams (Yasin Houicha) para que resuelva la situación.SIne mbargo, en la comuna de Villiers, seguimos en Paris, la recién elegida alcalde Zohra Kateb va a poner todo su empeño en desmantelar el tráfico de drogas en su ciudad.
Los destinos de todos estos personajes están condenados a cruzarse con consecuencias trágicas.
A parte de un esmerado guión que se toma la molestia de introducirnos en el mundo del narcotráfico cogiéndonos de la mano no como si fuéramos tontos sino como el que da la bienvenida, los detalles están preciosamente vigilados. No se nos escapa en el piloto, es sólo una gracia sin importancia alguna, la raja de la falda de Anna demasiado pronunciada dejando asomar parte de su nalga izquierda. Suponemos que no fue a propósito y lo comentamos como anécdota.
Destacamos el magnífico trabajo de todos los actores en general pues podríamos calificarlo de impoluto. Salvando a un par de secundarios que no terminan de convencernos del todo. Su poca destreza acaba diluyéndose en las sombras que proyectan las estelares apariciones del resto. Pedro Casablanc, ovacionado por toda la crítica bien merecidamente, se alza por encima de todos y no tenemos más que incidir en su glorificación sacándonos el sombrero ante el villano que sin hacer uso de elementos visuales, nos obliga a desviar la mirada de la pantalla por la crueldad de sus acciones.
Queremos también felicitar a Ruth Vega Fernández, otra espléndida actriz de cuya grandiosidad deberían hacerse eco los medios y no promocionar tanto el dudoso talento in-house. Aquí hay todo un elenco de representaciones extraordinarias que deberían ser más conocidas para un público que magnifica las miserias de su país con ayuda de los medios jugando el papel de "rey Midas".
Con todo lo anterior ya nos andamos con ojo de no caer en la tendencia opuesta y alabar todo lo europeo porque sí. Eso sería un error de crítica y absurdo. Ni todo lo español es bueno, ni todo lo Europeo, a cada cosa le pertenece un análisis y una clasificación como es debido.
Nos detenemos especialmente en el hecho que aquí tenemos otra serie junto con la detestable Promesas de arena que demuestra cómo las organizaciones no gubernamentales pueden llegar a ser herramientas de la parte underground del sistema. En su mensaje de lucha por la igualdad perpetuar las desigualdades. ¿Que no todas lo hacen? Seguramente no pero es un hecho palpable y por fin denunciado que las labores humanitarias no son tan altruistas como lo pretenden. Ahí dejamos el apunte.
Cannabis es modesta y humilde pero su grandiosidad radica precisamente en la capacidad de relatar con sencillez la amplia complejidad del narcotráfico. Igual que Umbre, la franqueza, naturalidad y sinceridad que destilan nos predisponen positivamente a escuchar y observarlas de cerca. Si además, como colofón, ofrecen claridad e inteligencia y actuaciones soberbias, no podemos más que caer rendidos ante la evidencia: un buen producto no tiene porqué estar sobreproducido.
Esta serie podría acompañarse, por ejemplo, de PICO DA NEBLINHA para tener el anverso y el reverso pero siempre en dos sesiones diferentes para no quedar saturados.
Felicidades a los integrantes del proyecto y a Filmin por tan arriesgada apuesta. Estamos impresionados.
