Thriller criminal nórdico sobre un policía que debe investigar el supuesto suicidio de su propia hija, sin más.
Un buen planteamiento de inicio deriva en un final en el que te preguntas... ¿Y qué?
Con fascinación, gran respeto y altas dosis de admiración por el gran Christoffer Boe su director, acogemos esta particular serie danesa que narra las 24 horas del oficial Bjørn Rasmussen posteriores a la noticia de la muerte de su hija.
El que ya fuera creador de "Expediente 64: Los casos del Departamento Q" y películas tales que "Offscreen" y sobre todo "Reconstruction" que CEC ya recomendó en su día (y el equipo de CEC SERIES insiste en la sugerencia), llega a Filmin con un descarado "cara a cara" capaz de borrar la socarronería causada por la estupidez de Kitty Keene.
Salvados por la llamada divina de Christo, el hombre con la dureza del FER o hierro en CRIST-y-a(s)no. "Culería culería, muy dentro del alma mía" una abisbal interferencia se viraliza por nuestras neuronas, sólo de pensar en Keene. Disculpen ustedes, vayamos a por la supuesta frescura de la danesa.
Al policía Bjørn Rasmussen (Ulrich Thomsen) se le asigna un caso de suicidio. Ya en la unidad de patología forense, tras haber sido informado por el médico de turno de los daños sufridos por la víctima, descubre que el cadáver es el de su propia hija Christina. Rasmussen se niega a aceptar el informe de suicidio, y se lanza en una investigación por su cuenta y riesgo en busca de la verdad. Al descubrir indicios de la existencia de un posible asesino, se sumerge en una espiral de furia y tensión cuyos daños colaterales no habrán sido tomados en consideración.
Unas interpretaciones dignas de elogio se ven encorsetadas por el escueto formato de los capítulos. Con una duración de escasos 30 minutos si es que llegan, en una narración en tiempo real que acusa demasiados saltos y vacíos de guion. Su originalidad maridada con el sobresaliente trabajo de sus actores hacen que se delate todavía más la pobreza imaginativa de sus diálogos. Una gran pena pues lo que podría haber dado resultados extraordinarios acaba cayendo en una melancólica llanura. A Forhoret le falta el toque mágico de la vuelta de tuerca que desplaza la opinión del espectador haciéndola pasar de lo bueno a lo excelente.
Un final cerrado que termina atando cabos escrupulosamente dejándonos una sensación de vacío interno, como si nada hubiese pasado, como si los guionistas hubiesen tenido prisa por anudar la trama. Las expectativas se dan de bruces con la realidad en un cara a cara solitario que deja un desconcierto y unas gotas de tristeza.
La narrativa que podría haber resultado fascinante y original, termina en un trivial asunto policial. La sorprendente estructura narrativa se ve eclipsada por una banalidad costumbrista. Con todo ello no queremos decir que la serie sea mala, ni mucho menos sino decepcionante por la elevada estima que le tenemos a su director y las grandes esperanzas que habíamos volcado haciendo caso omiso del maestro David. Asimismo, los primeros capítulos incitan a la construcción de un castillo de naipes que pronto se revelará endeble.
Aun así, y a pesar de nuestra desilusión que proviene más de la falta de admiración por la ausencia de semillas susceptibles de crecer en nuestra persona, la serie mantiene un nivel más que aceptable y será siempre recomendable frente a otras del mismo género. No nos convence la trama llana igual que no nos entusiasma ningún thriller policial pero eso ya es cuestión de gustos.