Seba, pilar... os queremos bien, alejaos el uno del otro
En la argentina "Casi Feliz" los creadores Sebastián Wainraich y Hernán Guerschuny reparten "sonrisas y lágrimas" a partes iguales porque detrás de su personaje principal, Seba, se esconde una profunda tristeza. "Cualquier tiempo pasado nos parece mejor" es el axioma en el que anida y se cultiva la nostalgia. No hace falta hacer terapia con un carámbano de hielo para descubrir lo que a Seba le pasa. Aquí va una consulta gratuita en forma de reseña.
Seba es un locutor de radio en plena cuarentena cuyo rasgo distintivo y con el que se permite bromear es el tamaño de su cabeza.
"Y ¿te pesa mucho?"
"No sé, no tengo con qué compararla"
El reírse de uno mismo es signo de inteligencia. Así empieza el episodio piloto y, tras él, los siguientes 9 se suceden sin que podamos despegarnos del televisor. "¿El televisor? Todos los electrodomésticos tienen un propósito pero ¿Cuál es el del televisor?" Pues poder acompañar a todos los que están en esta misma situación. "No estáis solos, no sois raros, a mí también me pasa" es el mensaje que se ocupa de transmitir ese electrodoméstico sin utilidad.
Seba es un tipo sencillo y no por ello simple. Disfruta de los pequeños placeres de lo cotidiano. Un partido de fútbol, del hogar, de salir a cenar, ver una serie y quedarse dormido. Pilar en cambio necesita algo más. La monotonía y rutina le son insuficientes y no porque no disfrute de lo cotidiano, hay un problema de esencias no compartidas. Seba no lo entiende, se quieren pero algo falta. ¿El qué?
Una vez más se demuestra que no hace falta un inmenso despliegue de medios para que una serie sea buena sino que con un humilde pero bien armado guión, una mirada triste como la de Pilar (Natalie Pérez) y un personaje tan real como Seba (Sebastián Wainraich) se puede conseguir una audiencia (casi) feliz.
El relato de Seba podría ser el de cualquiera de nosotros, una serie de conflictos cotidianos y situaciones vitales de las que nadie habla porque las promesas que nos hizo la educación auguraban un devenir muy diferente. Nunca mencionaron que la crisis de los 40 llega a pesar de tener un trabajo de ensueño, de haber cumplido con los mandatos establecidos como los de casarse, tener hijos, una casa, salir a cenar de vez en cuando con la pareja, ver series y hacer el amor...¿Y luego qué?
Luego está la vida y la realidad. Descubrimos que sea cual sea, el trabajo no es más que un método para pagar las facturas y que si no hay un proyecto personal que lo motive, no puede colmarnos. Los hijos son causa (las responsabilidades) y consecuencia (obligaciones) de nuestra feliz infelicidad. Una insatisfactoria satisfacción, un mal de muchos con el que solemos consolarnos. Sin embargo, la penitencia se lleva por dentro y en soledad. El mirar alrededor y ver que está todo el mundo igual y que "la vida es así", que si no puedes luchar contra los elementos, te unas a los perdedores, nunca ha sido una postura que hayamos defendido porque es sólo un remiendo temporal, no una solución.
Otra realidad es posible pero para ello hace falta la voluntad, la disposición para abrir los ojos y aceptar que llevamos 40, 50, 60 o más primaveras equivocados, que esas décadas no vuelven y que podemos hacer acopio de valor y enfrentarnos a nosotros mismos o bien seguir hasta el final por el camino descaminado.
Que la pareja con la que pensamos que hemos decidido compartir la vida no es la persona que creímos. Que empezamos una relación con nuestra idea y que la persona que tenemos enfrente tenía la suya propia y que ambas concepciones de una misma realidad son divergentes. Dos hijos, una hipoteca y varios años perdidos más tarde nos damos cuenta de que esto no es lo que era. Lo que en un principio fuera fuente de enamoramiento se desvirtua con el tiempo. Las gracias giran sus tornos y nos vuelven desgraciados a los ojos de esa persona tan "especial" para la que dejamos de ser el centro. No era manantial sino humo, una idea preconcebida del prójimo y de nosotros mismos.
El problema de base es precisamente el punto de partida de la relación: el "me enamoré de ese judío, bajito, gracioso". Las virtudes que cautivaron a Pilar en un principio se vuelven defectos porque no son fundamentales sino anecdóticas.
"Casi Feliz" encierra la esencia misma de la vida. Donde muchos puede leer amor, nosotros vemos todo su contrario: Roma. Las consecuencias de haber cultivado unos espejismos irreales que nos inducen a emprender relaciones condenadas al fracaso siendo la primera de ellas la relación con uno mismo.
La primera de las obligaciones de cualquier ser humano debería ser conocerse a sí mismo y edificarse evitando ser una parábola vacía de contenido que necesita colmar y dar sentido a su existencia a través de otro. ¿Que la vida compartida sabe mejor? ¡Por supuesto! Pero compartida de verdad, no como suma de soledades: 0+0=0 y seguimos igual.
Y tras la ruptura, dos infelices que siguen buscando llenar el vacío hinchándolo de aire. Seba dando tumbos y convirtiéndose en títere de sus pasiones. Sos un tipo grande Seba, cortala. Tu hermano es hermano pero le chupa un huevo todo, acéptalo, cuanto antes mejor. Y no, desde la experiencia te podemos decir que no te quiere aunque tú a él sí. O si lo prefieres para que no sea tan doloroso: él te quiere a su manera pero no es la manera en que tú entiendes el amor. Igual que tú quieres a Pilar, no como ella necesita ser querida. Es así, las familias tampoco son lo que nos dijeron que tenían que ser. Y la audiencia... sí, estás en sus vidas pero no dejas de ser un entretenimiento.
Y una cosa más... por favor, deja de perseguir nenas para garchar, no es lo que quieres sólo lo que te dicen que hay que hacer "cogé, cogé y cogé". Nada, olvidate, que no te hinchen las bolas. Al final del camino no importa el número sino la profundidad y las esencias.
Pilar, otro ser insatisfecho e incompleto, busca una respuesta y una manera de aplacar esa "falta de algo" que proviene del mismo vacío existencial original.
La maternidad, de nuevo basada en una idea, no le ha dado los frutos esperados y sigue buscando "esa cosa" que la haga vibrar. Y ¡PAM! aparece Rocha, otra enfermedad oportunista (y petulante) que aprovecha la bajada del sistema inmunitario para colonizar al huesped. Un parásito más.
Si eres mujer y joven hay que tener mucho cuidado con los buitres. Si además eres bonita y crees saber (IDEA) lo que quieres pero no tienes ni idea de lo que necesitas: acabas embarazada y siguiendo a la sombra de un Rocha que se llena la boca embebido de sí mismo. El problema se trasladará a otra parte del mundo pero seguirá insolucionado. Pilar terminará sintiéndose más vacía al cabo de unos años y pueden pasar dos cosas: que acepte la insatisfacción como parte de la vida o que se vuelva loca. La falta de amor provoca locura y la falta de amor propio atrae la falta de amor en general.
El problema de Pilar es que no sabe estar con ella misma, no ha tenido tiempo de buscarse. Viajó mucho sí ¿Y qué? Se enamoró, fue madre y se ocupó de las necesidades de los demás. ¿De qué sirve conocer culturas y abrir la mente si luego acabas siendo un infeliz?. Nos encanta el personaje. Adoramos esa ternura y su contraparte: la afilada arista del bordillo dispuesto a mandar a tomar viento a cualquier hombrecillo que se le acerque. También queremos abrazarla y cuidarla diciéndole que está a punto de volver a cometer la misma equivocación. No lo hagas, retocede antes de que sea demasiado tarde y añadas un arañazo a la colección. ¡Te queremos Pilar!
"Casi Feliz" termina y lo único que nos apetece es abrazar a Seba bien fuerte, ofrecerle un cable a tierra y decirle con todo el cariño y comprensión del mundo: "loco, ya fue. Despertate, la mina y vos no compartís esencias. Olvidate, es la madre de tus hijos, es recopada y relinda pero en el amor hace falta compartir algo más que un cotidiano. ¡Te queremos Seba!"
Hasta no sentir como propia aquella canción de Battiato "E ti vengo a cercare", seguí buscando.
Una pequeña gran serie que nos ha dado la oportunidad de hacer una reflexión sobre el mundo y nosotros mismos repasando lo estadios de la vida, hasta donde hemos sido capaces de llegar. La nostalgia también responde a la idea de que el pasado fue mejor pero si el presente es tan triste ¿Fue realmente tan bueno el pasado o solo forma parte de una construcción mental nuestra?
Pilar, Seba... un fuerte abrazo, os esperamos para una segunda temporada.