Cuando el producto supera las expectativas...
Miles (Paul Rudd) es un tipo demasiado corriente. Llegando a la cuarentena está cansado de vivir. Resulta tan aburrido y previsible para él como para su entorno: trabajo y familia. Su mujer lleva años pidiéndole un hijo que jamás llega y en lo laboral parece ser incapaz de alumbrar una campaña publicitaria que suscite el menor interés. Imaginación y vigor han sido remplazados por el tedio y el confort generalizado que nos postra en la absurda y falsa ilusión de seguridad consistente en la mera acumulación.
Hemos otorgado una importancia desproporcionada a la experiencia que si bien es un grado, también corre el peligro de hacernos caer en la tentación del abandono personal por comodidad. El cerebro necesita adrenalina, nuevas experiencias profundas, nuevos desafíos para sobrellevar el vacío existencial. Es posiblemente por ello que se busque respuesta en una multiplicidad de excitaciones cerebrales que desvían la atención de lo que realmente importa porque pensando que hacemos algo extraordinario acaba cayendo siempre en más de lo mismo.
Poner las expectativas de felicidad en la llegada de un hijo o en la compra de una casa es un error cometido por el 95% de la sociedad. Así nos lo han vendido pero lo cierto es que, una vez obtenido lo que se ha querido, todo lo hecho pierde significado o fuerza ante nuestros ojos y dejamos de valorarlo. ¿Por qué? ¿Humano demasiado Humano? ¿Por qué no responde a nuestra esencia real y pura sino que es un reclamo del marketing estandarizado? ¿Es lo que nos dicen que debemos querer? ¿Es lo que queremos pero no es lo que necesitamos? Lo cierto es que a pesar de tener una gran casa, tener unos buenos trabajos, tener un gran coche, tener, tener y más tener el deseo más profundo de SER no queda satisfecho pues la posesión se impone. Todo termina en el sendero del desastre, la negación de uno mismo, la pérdida personal y el ahogo rutinario que nos deja fríos como el hielo. Con los años perdemos la capacidad de sentir y los estímulos necesitan cada vez más fuerza para satisfacernos.
No sólo dirijimos la reprimenda hacia Miles. Su cónyuge es tan responsable del hundimiento de la relación como él. Si uno no sigue el ritmo, que abandone el barco. Tanto si uno quiere más y el otro no como si uno no quiere más y el otro sí. No importa de qué lado se esté o se busca de nuevo el equilibrio o se salta por la borda.
- Su mujer es tan culpable como él. En primer lugar una relación es cosa de 2 y uno no baila si el otro no quiere. Ante esta obviedad ¿Cuál sería la respuesta más lógica? ¡Que baile con otro/a! ¿Y si es tan obvio, por qué se sigue postergando lo que no funciona?
Por otra parte Miles se ha dejado llevar por el confort y la autocompasión recriminando seretamente a su mujer. Ella lo convierte en culpable por el hastío de una relación que lleva demasiado tiempo en el secadero. Porque la rutina mata cualquier chispazo de genialidad porque la rutina es lo cotidiano y la visión poética y profunda de lo cotidiano sólo se puede generar desde la perspectiva exterior. De igual modo que se ve con ensoñación una vida de aventuras desde la rutina, la inversa ocurre en las mentes programadas dese esta perpectiva de conformidad conductural. - En cuanto al ámbito laboral, todos los programas de inserción de recién llegada enarbolan y proclaman las imaginación y la creatividad y todo el mundo quiere destellos de atrevimiento pero al final la mejor campaña nunca acaba siendo la más creativa sino aquello que cuadre con los valores de lo que dicta la moda en ese momento. Queremos romper pero no demasiado, precaución, miedo, insubordinación plástica. El tedio de querer explorar nuevos registros acaba imponiéndose porque nadie quiere innovación sino un más de lo mismo arropado de diferencia. Uno acaba cansado de luchar en otra relación más en la que nos quedamos apartados presentando las excusas que justificamos como razones pero que la realidad nos revela como falsas.
Comodidad de no tener ni siquiera pensar en salir a cazar de nuevo. "Ya estoy bien así" "Bueno, al final tampoco es todo tan malo" "Tengo un mes de vacaciones" "Es cómodo" "tengo una familia y una hipoteca que mantener". Vale, aceptamos pulpo, no discutimos el hecho de que te has metido hasta el cuello en el sistema pero no justifica en absoluto que te quedes parado contemplando la muerte paulatina de lo poco que te queda de cerebro. El trabajo no dignifica ni te hace más fuerte, más sabio ni más guapo. Si además añadimos de que no sirve más que para hacer que pensemos que ahora ya tenemos una seguridad económica y sigamos produciendo para poder seguir consumiendo sin razón alguna todo acaba perdiéndose en el sinsentido y la nada. - Con uno mismo. Si nos perdemos en todo lo anterior es precisamente porque no tenemos nuestras bases definidas y luego alineadas para que ejerzan el peso y la gravedad que necesitamos para combatir la que el sistema ejerce sobre nosotros. Si decidimos compartir nuestra existencia con alguien debemos saber por qué hemos elegido a esa persona y no a otra. Si cualquiera sirve para rellenar agujeros a la que aparezca alguien "mejor" o "más" nos iremos hacia allí porque la base no está erijida en lo que ES ese individuo sino en la utilidad de la que nos provee.
Lo laboral es más complejo pues el trabajo es inevitable. Al definir nuestra base natural, lo que somos también se descubrirá automáticamente lo que necesitamos para estar bien. El respeto hacia ese saber es lo que podrá perdurar en el tiempo y no hacernos caer en depresiones de presiones y prisiones exteriores.
Consideramos "Cómo vivir contigo mismo" una muy buena serie que aborda por una peculiar vía y ofreciendo otro enfoque a la necesidad del reciclaje personal, la puesta en duda de la propia existencia y la capacidad de autocrítica sin llegar a la autocompasión y victimismos propios de este milenio. El mensaje llega y cuadra a pesar del toque cómico que adquiere en ciertos puntos. Es severa, drástica y aunque su humor parezca indulgente con los tullidos emocionales, deja patente de que la lobotomización y suicidios personales han sido elecciones libres y propias. Cada uno tiene una mejor versión de sí mismos y llegar a ella requiere hacer algunos sacrificios: matar a tu otro yo o renunciar a sumas de dinero son dos de las cuales nos descubre la producción pero seguro que si logramos escarbar en las profundidades de la primera temporada no llegarán ecos de otro medios y otros métodos para lidiar con el hecho de evitar tener que llegar a ciertas estupideces.
