Una clásica estructura de thriller para los amantes del orden con-f(l)ictivo
Rebuscada hasta la enfermedad esquizoide
Otro thriller británico repleto de enigmas pero esta vez en torno a la causa de un incendio. Rebuscado hasta la enfermedad esquizoïde, será un deleite para los amantes de las producciones de nuestros ex-contribuyentes Europeos. A diferencia de la excelente "No hables con extraños" de Netflix, "Deadwater fell" nos resulta pesada y sobre todo lenta.
Su primer episodio peca de excesiva parsimonia siendo los únicos acontecimientos el fuego de la catástrofe y la presentación de los personajes. Los siguientes capítulos se intensifican en misterio y desconfianza pero no en rapidez. Arrastrando los pies, la serie se dirige hacia un espectador pausado y bien apoltronado en su sofá.
Tom Kendrick (David Tennant) es un padre de familia casado con Kate Kendrick (Anna Madeley) y con la que tiene 2 hijas pequeñas. Tras una fiesta popular, al despedirse de sus amigos Jess Milner (Cush Jumbo) y Steve (Matthew McNulty) ambos pareja, ya de regreso a casa, su hogar es incendiado. ¿Un accidente? ¿Un fuego provocado? El único que sale con vida es Tom y todas las sospechas se ciernen sobre él pues las víctimas del accidente parecían haber recibido un sedante.
A quien le piquen las curiosidades del saber qué ha pasado, disfrutará del cluedo conformado por los personajes de "Deadwater fell" y al que estas tramas ni le vayan ni le vengan, como es nuestro caso, sentirá que sus capítulos se eternizan encadenándolo a la perpetua. Siendo defensores y amantes de la lentitud, ésta se presenta como un hueso duro de roer hasta para nosotros. El sosiego y la dilación de los acontecimientos se justifica cuando éstos se acompañan de altas dosis de emocionalidad o psicología. Para entender los porqués de ciertas motivaciones es necesaria la empatía construída a lo largo de los planos inmóviles donde sobran las palabras y se establece una comprensión comunicada desde algún lugar del subconsciente. Uno de los grandes maestros en el arte de llenar los silencios es, sin duda alguna, el aclamado Michael Haneke.
La diferencia básica y esencial con su compatriota "No hables con extraños" es que ésta deriva de un hecho real y cotidiano transformándolo en serie. Un despliegue de imaginación que parte de las mentiras de cada uno para llegar a la complejidad de la esencia vital fundamentada sobre la ilusión. Aquí todo está relacionado, cada cabo empieza no teniendo aparentemente nada que ver con "el extraño" y poco a poco, todas las hebras van urdiendo la trama en cuyo centro radica Johanna la policía y bisagra que articula las piezas del rompecabezas.
Opuestamente,"Deadwater Fell" se sirve de un elemento externo excepcional para su construcción. Su esqueleto se compone de las dudas sobre el causante del fuego a la vez que atiza el juego detectivesco de sospechas y sospechosos. Ni del otro mundo ni de otra galaxia, la serie se sirve de un suceso que no nos atañe para financiar una aburrida y trillada excavación en busca de excrementos fosilizados vistos en infinidad de ocasiones.
No podemos calificarla de mala pues eso sería una simplificación a la que estamos poco acostumbrados. En cambio, sí diremos que va sobrada de desinterés.