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Durante un período de cinco años situado entre finales de la década de los 70 y principios de la de los 80, Dennis Nilsen (David Tennant) confesó haber asesinado a 15 jóvenes. Los invitaba a su casa, los estrangulaba y se deshacía (o no) de los restos mortales de formas tan atroces que el caso proporcionó más fascinación macabra que indignación. Lo cierto es que hervir la cabeza de tu víctima, por citar uno de los múltiples ejemplos, tras haberla separado del cuerpo requiere estómago, sangre fría o una absoluta carencia de empatía.
En 1983, el inspector Peter Jay (Daniel Mays, "Line of Duty", "Temple") y su equipo fueron avisados por un fontanero (Tony Way, "After Life") de que se habían encontrado restos humanos obstruyendo las tuberías y desagües provenientes del último piso del 23 Cranley Gardens, una casa situada en un próspero barrio al norte de Londres.
El inquilino, un tal Dennis Nilsen, hace entonces su aparición estelar. Doblando la esquina, volviendo a casa del trabajo, se da de bruces con todo un despliegue policial. Sin inmutarse, Dennis es escoltado hasta su apartamento donde su perro aguarda fielmente su llegada. Al entrar, el olor a putrefacción es irresistiblemente nauseabundo. Parte de los restos mortales de sus últimas víctimas se hallaron debajo del suelo del piso e incluso dentro de los armarios.
Nilsen, desde el principio, se mostró abiertamente participativo con la policía admitiendo su culpabilidad en el asesinato de, nada más y nada menos, que 15 hombres durante los últimos 5 años. Los lugares de los crímenes se situaban en dos residencias diferentes: en primera instancia, una casa con jardín en East Finchley y luego en Muswell Hill, el piso de alquiler en donde fue arrestado.
Para más inri, "Des" no dudó en calificar de alivio su captura y, curiosamente, a pesar de su confesión, la policía tuvo que enfrentarse a la tarea que representaba encontrar los 15 cuerpos para poder demostrar legalmente que Nilsen era efectivamente culpable.
La amabilidad de Nilsen fue poco a poco desapareciendo dando paso a un juego macabra de lo que interpretamos como un individuo que nada tiene que perder, ni siquiera su propio tiempo. Un personaje extremadamente inteligente y perspicaz aburrido de la vida y sin saber qué hacer del tiempo que se le había concedido. De manera extraña aseguró no recordar los nombres de sus víctimas pero cualquier ínfimo detalle referente al crimen le era fácilmente accesible. ¿Olvido real de una mente enferma que sólo es capaz de recordar las monstruosidades? Cada uno podrá sacar sus propias conclusiones.
CRÍTICA DE LA SERIE DES (ITV, STARZPLAY) - CEC SERIES
Esta serie de tres capítulos sigue un esquema narrativo convencional: 1. presentación, 2. nudo y 3. desenlace. Clásico y sin pretensiones, se ciñe a relatar los hechos que el biógrafo de Nilsen, Brian Masters (Jason Watkins, "The Crown", "The Lost Honor of Christopher Jefferies"), se dedicó a plasmar en su libro.
El elenco de potentes estrellas británicas le da un pedigrí a la miniserie que no hubiese obtenido de otra manera. Para nuestro gusto es un relato mondo y lirondo de los crímenes y atrocidades de Nilsen. Una exposición meramente informativa como también lo fue "The White House Farm Murders", también disponible en Starplay España. No obstante, algunos de los detalles que se ofrecen de las víctimas revuelven el estómago incluso al más pintado.
Nuestra natural indiferencia por Tennant se ve aquí disipada y reemplazada por una simpatía que no sabemos si proviene de la fascinación por su personaje tan inverosímilmente cruel que la repulsión se torna seductora o por la magnífica interpretación de Tennant.
Nilsen, un tipo sin un atisbo de carisma, sin emociones y con un vacío interior tan pronunciado que le ha sorbido hasta la más mínima expresión. Un rol que Tennant borda sin lugar a dudas porque el actor nunca nos ha parecido un dechado de virtudes interpretativas y, en este caso, el papel ha sido confeccionado a su justa medida. La encarnación del hombre más banal del planeta que se camufla a la perfección entre el más común y aburrido de los mortales.
En Des está simple y llanamente sensacional con ese acento que dificulta in extremis la comprensión de las réplicas de Tennant. Algunas de sus observaciones y reflexiones no evitaron que explotásemos de risa "si usted se preocupa más de lo que hice con sus cuerpos muertos que mientras estuvieron en vida, debe realmente revisar sus prioridades".
Nada más empezar, la serie expone la realidad social de la década de los 80 en Inglaterra. Asolada por la pobreza y el desempleo, muchos jóvenes erraban por las calles en busca de un sentido. Una generación perdida y desesperada de la cual los depredadores como Nilsen pudieron alimentarse. Un inicio intrigante y atractivo que toma mayor envergadura cuando la figura de Nilsen entra en juego.
En su segundo episodio se instala un cierto tedio pues se centra demasiado en la investigación policial y las víctimas. Dennis pierde parte de su protagonismo cuando es el bocado más jugoso de la producción, no por la mórbida curiosidad sino por la fascinación que provoca una mente tan perversa e inhumana. Podría haber formado parte de los interrogatorios de "Mindhunter" donde lo hubieran exprimido al máximo.
Nos llamó la atención y hasta provocó alguna carcajada la base de datos y la manera de cotejar las huellas dactilares: a ojo de buen cubero. A parte de lo anterior, el inspector Jay se topa con los mismos problemas de siempre. "Todo es una cuestión de dinero" y sí. Lo era en los 80, lo es hoy y lo será siempre.
Finalmente, el desenlace se focaliza en el juicio del acusado con el veredicto que ya conocemos. Lo curioso es que durante el desarrollo del proceso, y a pesar de los dolorosos testimonios, no hubo unanimidad por parte del jurado.
En definitiva, "Des" no es especialmente destacable como producción y se aleja de su atractivo principal pero, como ya dijeron los productores antes de la retransmisión, "Des" busca dar voz a todos los afectados directa e indirectamente por los crímenes de Nilsen. Por lo tanto, responde justamente a sus pretensiones. Nada que objetar y sí resaltar el magnífico trabajo de Tennant al que hubiésemos agradecido sinceramente un poco más de vocalización.
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