El marido de Sonia Ledesma (Michelle Calvó), Miquel Solsona, desapareció en Kenia 4 años atrás mientras estaba trabajando para Naciones Unidas en calidad de fotógrafo.
La inspectora Ledesma se incorpora al Grupo 2 de Desaparecidos de la Brigada Central, dirigida por el veterano inspector jefe Santiago Abad (Juan Echanove) que sin conocerla la califica de "inteligente y con ideas propias" y a partir de ahí, todo huele ya a españolada. Sin embargo, esta vez hemos visto de qué peca con mayor precisión.
Ledesma manda y dispone desde el primer día como Pedro por su casa y sus nuevos compañeros Rodrigo (Maxi Iglesias), Sebas (Chani Martín) y Azhar (Amanda Ríos) depositan en ella toda la confianza desde el inicio. No hay nada más real que el llegar a una empresa y no ser la comidilla de turno o sentir el rechazo, las envidias y curiosidades de los veteranos.
Junto a la policía colabora una ONG, "Ayuda Desaparecidos" dirigida pro Carmen Fuentes (Elvira Mínguez) que, entre barra de pan y donut, monta desde su panadería unos grupos de voluntarios de búsqueda con una capacidad de movilización que ni lor reyes magos. Uno se queda de pasta de boniato. Con el lema "nosotros seguimos buscando", tratan de resolver los casos más dispares de desapariciones. La relación entre Carmen y el Grupo 2 va más allá de lo profesional, ya que Santiago fue el encargado de investigar la desaparición de su hijo años atrás.
CRÍTICA DE LA SERIE DESAPARECIDOS - CEC SERIES
Para empezar dejar claro un punto importante: no nos metemos con las pobres familias que han tenido la desventura de ser retratadas en esta serie. Lo que criticamos es el producto de ficción "Desaparecidos" como tal.
La serie es excesiva y adolece del mismo mal que las telenovelas sudamericanas: llantos a mansalva y el retrato de una féminas que o lloran o van de tías duras, sin término medio. De nuevo, la producción española no nos sorprende meciéndose en la cuna de la comodidad dramática con su uso exagerado de lágrimas y pucheros en demasía dejando la percepción global en una ridícula sobreactuación.
La serie es sí puede llegar a entretener a quien no pida peras al olmo. No es original y tampoco indecente pero lo que resulta indecoroso es la teatralización sobredimensionada cuando no procede pues produce el efecto inverso de lo que pretende. El espectador no empatiza con ninguno de los personajes sean víctimas o verdugos. Ni entendemos ni queremos entender y eso es gravísimo.
No llegamos a sentir lo desolador que puede llegar a ser la pérdida de un ser querido porque el guión nos lo impide. El dolor que produce no poder cerrar una herida que sigue supurando a pesar de los años, el peso psicológico que debe de ser aceptar la falta de información, el no poder clausurar un capítulo de la existencia y de algún modo mantener la esperanza de no saberlo muerto a ciencia cierta. ESE horror no lo logra transmitir "Desaparecidos" sino que promueve lo contrario: el alejamiento mental del espectador.
Los actores son o mediocres o malos y el oscar a la peor actuación se lo lleva Michelle Calvo con esa cara de odio reprimido cuando los demás deciden poner fin a su jornada laboral. A parte de que su personaje es estúpido, ella actúa mal y sólo en algunos momentos llega a pasar desapercibida lo cual, es todo un logro. Incluso la odiosa hermana de "Dexter" nos cae mejor que la inspectora Ledesma.
Lo mejor es Juan Echanove pero no llega a brillar porque las líneas de texto que le hacen recitar, dejan mucho que desear e incluso llegan a ser inconexas: "Hola, buenos días, mire no estoy aquí para que me juzguen ni para juzgar..." seguidamente una línea que nada tiene que ver con lo anterior. ¿Y qué nos quieren decir con esa reivindicación personal? Hay que entender que la brigada se dedica a hacer su trabajo profesional e imparcialmente y no entra en consideraciones personales. Sí, claro, porque ya hemos visto que opinar y criticar no es un deporte (inter)nacional. Obviar hubiese sido mejor que expresar.
Estamos ante otra producción de Mediaset España hecha en cadena de montaje sin un ápice de ingenio o imaginación en los casos de desapariciones. Un drama que afecta cada año a más de seis mil familias en España, que se enfrentan de golpe a la pesadilla de no saber qué ha sido de un ser querido. Entendemos que nos quieren acercar a la realidad de estas familias pero el modo en que lo hacen nos produce el efecto contrario.
El texto y las actuaciones son las principales responsables. La falta de inventiva en la forma de plantear la trama no es lo que más ofende y bueno, si el producto tiene que ser sencillo para llegar a un máximo de público pues podemos hasta entenderlo. Lo que no tiene disculpa es esta manera de guionizar y de actuar que hacen de la totalidad una bufonada insoportable.
Seguimos sin comprender cómo hay presupuesto para producir estos bodrios. No sólo van faltos de ideas en las productoras sino que es un mundo extremadamente cerrado que no quiere nuevas ideas porque cada uno ya tiene su parcela de gloria. Las productoras no aceptan guiones de fuera porque ya tienen su equipo de desarrolladores, punto final. No quieren novedad porque implicaría un trabajo de criba y lectura en busca de un buen producto. ¿Para qué? Si de todas formas el público seguirá aplaudiendo a los de siempre con lo de siempre. ¿Para qué abrir las puertas y dejar que la meritocracia y las buenas ideas entren en el mercado si de todos modos se comen lo que les echamos?
En fin... unas barreras de entrada infranqueables donde todos son responsables de salvaguardar su pequeño pedazo de reino sin que haya un responsable directo.
El principal damnificadp: NOSOTROS que tenemos que seguir viendo refritos que huelen a chamuscado porque los que escriben y producen están ya quemados. Así no hay evolución posible si no se permite la entrada de aire fresco. Por nuestra parte, seguir lamentando no poder apoyar a las producciones españolas en general.