TVE ha sido tan oportunista como el virus del cual se ha nutrido esta... ¿Cómo llamarla? ¿Serie? ¿Sitcom?. Tras la indignación pública y revuelo que su anuncio causó, lo arreglaron con un comunicado de buena obra y a última hora conforme los beneficios se destinarían a la Cruz Roja, asunto terminado. Nos queda por saber por qué no lo proclamaron a la par que su estreno. Huele a chamusquina y a remiendo rápido para hacer sentir mal a todo el que criticó la tan benévola iniciativa.
¿Eres uno de los afectados por el bochorno que te han hecho sentir? No te preocupes, todo indica a que fue una maniobra para zurzir el agujero y para sumar visionados porque, si es por una causa benéfica, ¿Quién no va a regalar 30 minutillos después de un día de aburrimiento?
Donde muchos han leído compañía y generosidad en el susurro "no estás solo" nosotros, como no, hemos leído zafiedad. ¿Deberíamos sentirnos mejor porque estos portentos y personajes públicos son tan aburridos como cualquiera de nosotros? Pues sinceramente, un "mal de muchos consuelo de tontos" que no hace más que promover la mediocridad y la inmovilidad. Después de ver su primer capítulo donde sí, muy simpaticotes todos, nos da hasta pena rajarla pero es tóxica a muerte. Parejas que promueven la idea de trifurca ridícula intentando "iluminar" a su público con los diferentes modos de transmisión del virus o sobre el tiempo de vida del COVID-19 sobre diferentes superficies. Por eso hay que desinfectar la piel de las naranjas con lejía mientras nos echamos en cara que no tenemos nada que compartir. Genial. ¡Buenísima idea!
No es más que la diseminación del sentimiento de comunidad existente solo puntualmente. Cuando las cosas van mal entonces sí, entonces somos todos amigos y nos apoyamos los unos a los otros y la sensiblera sensación de confreternación nos asalta y nos llena los ojos de lágrimas al ver una nación unida aplaudiendo por aquellos héroes nacionales que se están dejando la vida por nosotros. No solo hablamos del aplauso sanitario, que los vecinos sin ocupación se dedican a vigilar, sino de la puesta a disposición pública de las intimidades propias.
¿A quién le puede interesar, pregunta retórica, lo que cada uno haga de puertas para dentro? Obviamente, si se ha logrado vender una serie será que a un número suficiente. TVE no es una ONG.
No hay que aplaudir, hay que pedir la dimisión de todo el elenco de personas ordinarias que nos dirige. Ordinarias de ordinariez, una zafiedad que desafía la inteligencia colectiva, que la utiliza y la dirige como le parece. Y no digas nada porque entonces todos los necios se conjuran en tu contra y asoman los nuevos mantras que marcan la tendencia del momento y que van dirigidos a despertar la culpa del que reclama unos derechos propios y que conforman las obligaciones de, casualmente, los que ostentan una posición privilegiada. ¿No te da vergüenza "con la que está cayendo"? "eres un egoísta","ahora no es el momento de pensar en eso" pero "cuando todo esto acabe...".
Nada tiene sentido pero lo peor es que nadie parece reclamar el sentido, no hay un seguimiento concienzudo del hilo y es aterrador cómo desvían nuestra atención cuando a ellos le parece conveniente y cómo nos dejamos llevar.
Esta puesta en escena en una apuesta por innovar es lamentablemente un intento para entretenernos en momentos en los que deberíamos estar pensando en cómo y por qué hemos llegado a esto y en qué pasara si en la próxima ocasión, que la habrá, se presenta un virus con mayor grado de letalidad. De eso ni una palabra en el capítulo. ¿Como hacer mascarillas con sujetadores? ¿Cómo inventarse una milonga para que tu compañera no sepa que el estado de alarma te ha sorprendido en la cama con otra?¿El tutorial de los geranios en internet? ¿Defecar mientras se está en skype y tirar de la cadena pero sin limpiarse el culo?
Ver a todo el elenco de actores en sus respectivas casas con el retrato de una realidad hecha a contrareloj con el apremio de que la pandemia parece estar retrocediendo es más que reprobable sobre todo cuando está tan MAL ACTUADO y el guion es tan lamentable.
No sabemos cuáles han sido las motivaciones de Juan Margallo y Petra Martínez; José Luis García Pérez y Cristina Alarcón; Carlos Bardem y Cecilia Gessa; Montse Pla y Víctor Clavijo; Fele Martínez y Mónica Regueiro; Carmen Arrufat, Gorka Otxoa, Adrià Collado, Carlos Areces y Fernando Colomo. Pero no nos queda duda de las de la cadena pública. ¿Será que realmente se aburren y han puesto a disposición del gran público su vacío existencial? Ni lo sabemos, ni nos interesa porque ir a curiosear en casa ajena nos trae sin cuidado. ¿Podemos hablar entonces de creatividad exponernos el "fare niente"? Es una pregunta retórica.
¿Nos sentimos así menos solos o parte de un todo en el cual se incluyen estos personajes públicos? No es nuestro caso y tampoco entendemos que sea el de cualquiera que esté pasando por penurias económicas, que tenga su negocio cerrado y que hacienda se haya cobrado religiosamente a primeros de mes la parte que le tocaba.
Diarios de cuarentena es un recopilatorio de todo lo que hacen los humanos frente a la cámara, una exposición simple que busca sacar una sonrisa pero que nos provoca mala leche. No va más allá, no nos pregunta y se contenta con el retrato de la tendencia al hastío que parece afectar a todo aquel que está harto de trabajar y sin embargo necesita de su jornada laboral para rellenar con el pretexto de "hacer algo" su vida carente de sentido. Eso sí que merece un aplauso: el que es condenado a la horca y él mismo proporciona la soga.