HISTERISMO Y DEMASIADA CARICATURA FEMENINA QUE VIENEN A ENGROSAR LA MITIFICACIÓN DEL "ESTÁN TODAS LOCAS"
Estamos ante un nuevo caso de orgullo "made in Spain" del cual ciertamente tenemos que aceptar el despliegue de talento de los actores y lamentar lo poco acertado o demasiado exagerado que está su guión. Quien haya visto la alemana "Secretos por Navidad" (leer crítica AQUÍ) encontrará aquí unos ingredientes similares pero con mayores dosis de histrionismo, histerismo y complejidad que nos acercan más a los personajes principales por la parte cultural al mismo tiempo que nos alejan por parte de la empatía.
3 generaciones de mujeres que se nos presentan en 3 etapas de sus vidas y muchos secretos de por medio que se van desvelando a medida que avanza la trama. Un reparto de lujo que conformado por Victoria Abril, Ángela Molina, Verónica Forqué, Elena Anaya, Verónica Echegui entre otras perlas salvan a esta serie de la ridiculez.
Aún así no vamos a caer en el error de dejarnos llevar por el innegable talento de estas mujeres, aunque algunas puedan no ser de nuestro agrado (porque haberlas haylas). Seguiremos insistiendo en el molesto factor de histerismo colectivo que nos fastidia más allá de los límites de lo tolerable. Y remarcamos que es nuestra visión, que no es una mala serie pero que nosotros tenemos que dejar de seguir por las altas dosis de mala leche que nos provoca ver a tanta mujer gritar, desbaratar el silencio y la paz y dificultar nuestra comprensión. Tanta pasión de estas mujeres al borde de un ataque de nervios constante no nos permite respirar.
Adela (Anna Moliner, Verónica Forqué), Esther (Berta Castañé, Elena Anaya, Charo López), María (Verónica Echegui, Victoria Abril) y posteriormente Valentina (Nerea Barros) son tres hermanas y una añadida que ya intuimos desde el primer episodio que algo tiene que ver en la saga familiar. Todas las hermanas muy distintas entre ellas y tenemos que decir que el parecido de algunas de las actrices nos lleva por el camino de amargura cuando se trata de recordar nombres y facciones. Igual que ya nos pasó en SECRETOS POR NAVIDAD, nos cuesta una barbaridad tanto nombre y tanta cara. Nos da la sensación que nos distraen la atención en vez de permitirnos focalizarnos en la chicha que es lo que constantemente buscamos en la ficción.
La trama urdida entretejiendo los secretos silenciados de una familia instalada en medio de la nada para preservación y protección de su prole hace que sintamos una profunda comprensión de las motivaciones de los progenitores. Aún así, los misterios de las paternidades, inclinaciones sexuales y culpabilidades varias que las llevan a quedar ancladas en el sinsentido en que sus vidas se basan no nos resultan interesantes ni despiertan simpatía alguna. No empatizamos, no son reveladores, no aportan nada a nuestro bagaje vital.
Una imagen de la mujer típicamente histérica sin la base lógica para tales aspavientos nos molesta y ayuda a engordar nuestra disconformidad y molestia.
Por mucho que intentemos zambullirnos en la condescendencia, un rechazo violento no nos permite acabar de entender la puesta en escena. Sin llegar a aburrirnos, abandonamos la perseccuión del interés forzando motores. No entramos, nos sobran las dilaciones y prórrogas de un enunciado que concluye antes de haber empezado. Nos ahogan con tanta crisis y dramatismo sacado de lugar.
Sin mucho más que añadir por nuestra parte, deseamos que todos los amantes de la sangre y pasión española la puedan disfrutar.