La clásica novela mexicana remasterizada, güey...
Un desastre que retoma la estructura de la clásica telenovela mexicana y le hace un lavado de cara para presentarnos unos personajes más jóvenes y enrollados que consumen MDMA y diseñan apps para ligar. Solemne y austera, la serie imprime su paso hasta la segunda frase: a partir de ahí, nos dan la bienvenida al reino de lo superficial, al más puro estilo TOY BOY, donde a las niñatas de 23 años ya se les pasa el arroz y quieren jugar a las casitas "what the fuck":
"¿Qué quieren los millenials? [Buena pregunta]
¿Espacios de trabajo dinámicos? [¿...?]
¿Petfriendly? [¡¡¡¿¿¿...???!!!]
Estudios demuestran que los millenials no compran diamantes [inciso: el que no tiene dinero tampoco los compra]
No van a ser dueños de su propia casa y sus relaciones no duran.
¿Cómo vamos a acercarnos a esta generacón perdida?"
Pues con novelas así, SEGURO QUE NO... Es corta y dura a pesar de que sus episodios se eternicen en sus larguísimos 30 minutos.
En este caso no se habla de la hacienda del terrateniente, pero las tradicionales figuras que conforman la novelesca cultura mexicana desfilan en serie sin olvidarse ni uno:
- El terrateniente se transforma en exitoso empresario y sus dominios se ciñen a una casa con todas las comodidades imaginables (piscina, jacuzzi, sauna, comedor, sala de estar, ante sala de estar, biblioteca, despacho, biblio-despacho, etc). Tanta grasa suelta no impide que chirrien los engranajes que nunca acaban de quedar del todo ungidos.
- Las mucamas y la gente humilde siguen haciendo gala de una docilidad poco creíble que empacha. El victimismo se esfuerza por despertar ternura, empatía o algo que nunca hemos conseguido entender porque no nos llega. Lo único que se esfuerza es nuestra voluntad por terminar de padecer los 30 minutos de gloriosa mierda que estamos presenciando.
- El malo malísimo que siempre es una/un personaje de buen ver pero que, como la belleza se lleva en el interior, acaba por parecernos el/la más fe@ del cuento.
Pabi, Mati y Sofi son los actores de "pitiminí" con demasiadas íes que se suman a la orgía pastelosa del falso recato que deja asomar por un demasiado escotado vestido las desvergüenzas de la rebeldía simulada. Por si no había quedado claro del todo, a Sofi se le van a salir las tetas y casi el ombligo por la escotadura (palabra con la que no vamos a jugar por la grosería de la obviedad).
Pabi es en realidad Pablo, jóven, rico y, por supuesto, guapo. Nos apiadamos de él porque es un emprendedor con empuje pero su papá quiere verlo trabajar en la empresa familiar. Él sueña con valerse por sí mismo sin otras ayudas que las monetarias.
Mati (suponemos que Matías) es un freaky informático que ayuda a Pabi a llevar a cabo la programación de una app llamada MEET para ligar. Sin entrar a alabar la originalidad de los guionistas, sencillamente diremos que la mamá de Mati, divorciada, obliga al nene a pedirle un cheque a su papá durante el torneo de golf que tiene lugar en "el club" el domingo.
Desde los primeros minutos de la serie ya sabemos para qué va a servir la app, incluso antes el ingenio de Pabi nos ilumine. Previsible, aburrida, mal actuada, vergonzosa, vomitiva. Nos da la sensación de estar sentados al lado de nuestras abuelas presenciando la telenovela de después de comer: cristal, pasión de gavilanes, Betty la fea y ahora no recordamos, ni falta que nos hace, más títulos.
MEETFLIX, no más basura. Menos cantidad y más calidad, por favor...