Jueves, 06 Febrero 2020 18:28

Crítica de la serie EL FARMACÉUTICO Netflix. Una docuserie que empieza en asesinato y acaba alarmando sobre el uso permitido y alentado de opioides en EEUU.

Escrito por  Publicado en Críticas Series 2023-2024

Grabado en clave americana, con Dios como responsable de todas la alegrías y males, nos resulta INSUFRIBLE la estupidez y ridiculez de esta familia. 


Que nos llamen desalmados pero no sentimos ni una brizna de pena por el Sr. y la Sra. Schneider. Debe de ser realmente doloroso que se muera un hijo, no es que no empaticemos. Sin embargo, es cierto que no podemos comprender la profundidad de la pena así como tampoco logramos entender la poca objetividad y constante excusa en la que incurren los progenitores cuando se trata de responsabilizar a sus hijos de lo que les acontece, como lo hace la familia Schneider. Si además sumamos al carro del comportamiento social la tendencia a beatificar a los muertos aun habiendo sido absolutos desgraciados en vida y las constantes alusiones a Dios, tenemos los ingredientes básicos para causarnos un shock anafiláctico. 

En 1999 y tras la pérdida de su hijo Danny en un asunto relacionado con las drogas en Nueva Orleans. Con toda la pesadumbre y el dolor de un padre, Dan Schneider, farmacéutico de un pequeño pueblo decidió investigar y resolver por su cuenta el asesinato pues jamás recibió ayuda alguna de la policía.
Después de varios meses, observó un creciente número de jóvenes acudiendo a la farmacia con recetas de altas dosis de OxyContin. La relación mental que le provocó la adicción a los opiaceos con la silenciosa toxicomanía de su hijo hizo de desencadenante de este documental. La nueva cruzada del Sr. Schneider fue la de salvar las vidas de aquellos jóvenes en situación de dependencia de los fármacos y denunciar a toda la industria farmacéutica que, con el beneplácito del poder, estaba (está) contribuyento a la creación de adictos para sus fines comerciales.

Con dirección de Julia Willoughby Nason y Jenner Furst, "El farmacéutico" revela cómo un hombre enfocó su dolor hacia una lucha incansable que contribuyó a acabar con las poderosas figuras detrás de la devastadora epidemia de opioides en EE. UU. No pudo salvar a su hijo y, puesto que nada se crea ni se destruye, la frustración fue transformada en su Guerra Santa.

Esto que todo el mundo alabará y será indiscutiblemente tildado de heroicidad, nosotros lo concebimos como un patetismo más que sumar a los clichés que nos han sido vendidos como dignos de admiración. Tal lucha no habría sido llevada a cabo si el Sr. Schneider se hubiese preocupado menos de él y de la imposición de sus ideas y más de comprender a su hijo que, por lo que muestra el documental, sentía diferentemente de su familia. Por tanto: nos parece muy bien que haya hecho algo con su tiempo pero ha sido por razones reactivas lo cual no tiene mérito alguno desde nuestra perspectiva. De haber continuado confortable en su posicón de patriarca, las batallas libradas hubiesen quedado silenciadas por las cuatro paredes de su casa. Y lo anterior NO ES REBATIBLE pues parafraseamos al ambicioso pensador: "Yo lo que quería era casarme y tener hijos". PUNTO.

Falta mucha información sobre las razones por las que Danny se enganchó al crack y que es la que a nosotros nos interesa.  Las casualidades no existen y todo resulta de una concatenación de consecuencias provenientes de unas causas que de ser analizadas, nos llevarán precisamente a lo que el documental tendría que haber desnudado. En vez de indagar sobre los porqués de tanta adicción a los opiaceos enfocan la heroicidad ficticia de un farmacéutico que seguramente fue el listo del pueblo porque en el reino de los ciegos el tuerto es el rey. 

Bajo la estupidez y la ignorancia al amparo de la soberbia y la vanidad del que carece de autocrítica, nos presentan a unos palurdos con estudios orgullosos de triunfar en una época en la que los "red necks" y los "nigas" eran mayoritarios en Nueva Orleans. Y que no nos discutan que el Sr. y la Sra. Schneider dieron ejemplo y se sintieron la envidia del resto de catetos. Podemos afirmar con virulencia y de forma seguramente considerada ofensiva lo anterior al mostrarnos imágenes de la familia en sus numerosos viajes por EEUU o en plena exposición familiar del árbol de navidad más grande: porque todo es una cuestión de tamaño, marca irrefutable de virilidad y por tanto de poder. 

El hijo les salió rana. Un pacifista blanco que escribía poesia en el ojete de Estados Unidos. No hay rastro ni mención de las trifulcas familiares porque ahora que está muerto, Danny fue un santo. Pero seguramente Danny, al igual que todos o casi, tuvo que luchar por imponer su propia identidad afrontando los intereses de sus padres. Así pues, teniendo en cuenta la psicología arcaica, fundamentalmente palurda y palurdamente fundamentalista de sus progenitores, Danny se las tuvo que tener en más de una ocasión y especialmente con su padre que ni lo entendió jamás ni mostró el más mínimo interés por entenderlo. Ya ni siquiera estamos hablando de comprensión sino de respeto. Danny asistía a la universidad pero fumaba crack. Danny tenía exámenes pero se iba a los barrios bajos a "pillar". Danny estudiaba pero priorizó el trabajo para comprarse una camioneta e ir a visitar a su novia los fines de semana. En definitiva, a Danny le importaban un nabo los estudios pero se vio forzado a atenderlos. Danny se sentía imcoprendido y por eso se vio escapando de su realidad a través de las drogas. 

Dan Schneider, el héroe, que tuvo un baño de realidad. "Shit happens" a cualquiera incluso a ti. Entre sollozos y ruegos a Dios nos morimos del asco que nos produce este documental totalmente sesgado y ñoño. INSOPORTABLE.

¿Que la industria farmacéutica tiene copadas las altas esferas para asegurar sus intereses? Obvio, como todos los lobbies. Es parte del sistema y preguntamos ¿Qué diferencia hay entre crear adictos con fármacos o crear adictos al azúcar, a la grasa? ¿Y siervos de los bancos? ¿Y reos del consumo de cualquier tipo? ¿Y condenados a la ignorancia activo-pasiva que se impone desde la industrialización de la educación?

Un documental prescindible desde una visión americanizada, puritana y ridícula que nos saca de quicio nada más empezar. A quien le gusten las cursilerías y comulgue con el sistema religioso imperante en la América profunda, adelante. Nosotros, desde luego que no.

 

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