Las exigencias del ser selectivo
El padrino de Harlem es una historia de mafia que se queda corta de todo. No es mala, es corta y con demasiado relleno. Parece que estén estirando demasiado y rellenando con algodón para que abulte más una trama que no da para tanto. Sus dos primeros episodios son como un buñuelo de viento, uno se queda con muy poco dónde hincar el diente. Falta chicha.
Después de haber visto Gomorra e incluso Umbre, las disputas de Harlem se quedan en anécdota. La serie se basa demasiado, para nuestro gusto, en centrar nuestra atención en la trama superficial y no tanto en su contenido profundo.
Este género de películas y series ha sido para nosotros una master class de la que hemos aprendido el funcionamiento del mundo. Todo cuanto sabemos de la raza humana ha venido a través de las mafias es por ello que siempre que nos enfrentamos a un producto similar, vamos en busca de esos elementos que añadan valor y den soporte a toda la información absorbida a lo largo de décadas de estudio del escenario y sus hilos.
El padrino de Harlem no ofrece nada de cuanto andamos buscando. Nos ha resultado aburrida no por ello significa que sea mala cinematográficamente hablando, sólo tediosa.
Forest Whitaker en el papel de Bumpy Johnson como "infame criminal" no convence llegando incluso a afirmar que resulta ridículo en algunas escenas metidas con calzador. En mente tenemos otro tipo de personaje como capo de la mafia. Whitaker no es precisamente el representante más adecuado. Tampoco queremos decir que sus actuaciones sean malas, es sencillamente que le tenemos en baja consideración como actor. Sus interpretaciones son limitadas pero es innegable que tiene un cierto caché en el mundillo.
Bumpy acaba de cumplir condena. Diez años a la sombra son suficientes como para que su mundo haya cambiado. En 1963 la heroína se ha apoderado de las calles dejando muertos vivientes desesperados en busca de su próximo chute. Los estragos de esta nueva droga son difíciles de asumir y más para Bumpy. No desvelaremos el porqué pero lo adivinaréis vosotros, todo es bastante obvio.
3 grupos bien diferenciados:
- Los italianos: a su mando está Vicent Gigante cuya hija se ha fugado con un negro músico de Jazz. El mando inferior es Chin, un chófer venido a más en los 10 años que Bumpy ha estado entre rejas. Ya sabemos que si se dota de un arma a un tonto, las tonterías pueden resultar de calibre mayor. Por debajo tenemos a Zambrano, el encargado de realizar los trabajos sucios.
- Los negros: Con Bumpy en cabeza y pronto se aliará con Malcom (X) en la lucha contra la heroína. Intereses contrarios pues a la vez quiere participar de la red de distribución...¿Cómo lo hará? Próximamente en El padrino de Harlem.
- La policía: corrupta, como siempre en estas historias de bandas. La misma policia participa en las detenciones para confiscar la droga que ellos mismos vuelven a vender al proveedor... un juego peligroso sin duda pero Bumpy aparece en escena y todo está salvado.
Y a parte de estos 3 grupos fundamentales están los religiosos en su propia lucha personal y divina; las familias y sus capos creando sinergias y manteniéndose a raya las unas de la otrsa. El reparto del pastel tiene que estar acordado y todo el mundo conforme para no tener revueltas. El desembarco de Bumpy en la nueva disposición del tablero de juego será un factor de desequilibrio. La cruzada de Whitaker contra la droga será el elemento que engarzará las piezas sueltas.
No nos han convencido, como ya hemos explicado, sus primeros capítulos que se pierden en contarnos uns historia sin demasiada miga. Es lineal, sin grandes alegrías o penas, se fija en la trama que hasta el momento está bien urdida, nada que objetar a la carcasa. Las profundidades son, no obstante, escasas y superficiales y lo ya dicho, Whitaker no convence como ciminal infernal sino más bien todo lo contrario.
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