Serie existencialista o no, uno se ríe a gusto... aunque cuidado con el abuso de la fórmula 'La que se avecina' - 'Aquí no hay quien viva'
'El pueblo' es la nueva serie de estreno en Telecinco que ya pudimos ver anteriormente en Amazon Prime Video.
PUEBLO de Peñafría, un lugar casi abandonado. Sólo quedan 5 habitantes contando con una media de edad de 70 largos. Es el lugar ideal para empezar desde cero. Pero... ¿realmente se puede hacer borrón y cuenta nueva, o lo que hayamos vivido nos acompaña y lastra para siempre la (buena) voluntad de un nuevo comienzo?
Somos de la opinión que con sólo la voluntad no es suficiente para erigir un poblado fuera de la corriente moderna. Y es que la cabra siempre tira al monte, y más considerando que el único objetivo común que comparten los nuevos habitantes es el de escapar de su situación. Las prioridades, los valores o los acuerdos entre las partes, y sobre todo el uso de la inteligencia emocional deberían estar alineados a la hora de emprender la magna tarea de formar una nueva sociedad.
Son muchas las obras de ficción que han tocado el tema. Algunas de las más recientes que hemos analizado en este portal:
- The Society (VER CRÍTICA)
- The Stranded, copia de la anterior en versión low cost (VER CRÍTICA)
Llegar a decir que es una comedia existencialista (como afirma Telecinco y sus creadores) es mucho decir, y aunque no sea del todo erróneo, unos trazos argumentativos evitarían el etiquetaje que fomenta aquello que hemos bautizado como tergiversación semántica beneficiosa para el marketing corporativo. Hablar de existencialismo sin definirlo colabora a que cada uno se aliñe la ensalada a su gusto, resultando una disonancia que hace imposible el diálogo entre las personas y sólo sirve a unos intereses.
Un poco como les pasa a los del pueblo. Con la llegada de los "inmigrantes", toda una serie de maneras de entender la realidad se ponen en juego. Lo que para unos es una buena vida, para los otros es una penuria. Para los que el matrimonio es algo normal, para los otros es un dilema. Allí donde los unos ven normalidad, los otros ven patriarcado. Nada es verdad ni es mentira, sino que depende del color del cristal con que se mira o se quiere mirar.
En Peñafría la existencia precede a la esencia de cada uno de los personajes. Sólo vemos hechos derivados de la existencia. Al pan, pan y al vino, vino. El Cándido (Ángel Jodrá), el Ovejas (Javier Losán), el Arsacio (Vicente Gil) y la María (Empar Ferrer) no están para mucha filosofía, y parece que la simplificación de la vida conlleva la simplificación del pensamiento.
¿Es debido a la existencia misma y sus prioridades o es que la esencia juega un papel fundamental a la hora de cuestionar nuestro paso por esta vida?
La realidad de los personajes es anterior al pensamiento, pero la realidad es una consecuencia del pensamiento y el pensamiento una consecuencia de la realidad, a menos que intervengan las esencias de uno mismo y que éstas sean contrarias a la realidad. Esencia y pensamiento van de la mano, y podemos concluir que en Peñafría los habitantes son la consecuencia de una realidad que proviene de la existencia, y no de un pensamiento que proviene de la esencia.
La voluntad es anterior a la inteligencia. Hemos comenzado esta crítica hablando de la voluntad de un nuevo comienzo, así que retomamos el hilo. La voluntad como la capacidad de cambiar la propia conducta es primordial a la hora de encarar una transformación en nuestro estilo de vida e incluso de nuestro estilo emocional. Siempre se ha dicho -y damos fe de ello- que el genio es 1% inspiración y 99% transpiración, pero que la potencia sin control no sirve de nada. Y eso es tan cierto como que la voluntad sin inteligencia (emocional o intelectual) es igualmente inútil en el caso de enfrentarse a una situación de cambio. Si se trata de perpetuar un sistema ya emplazado, la voluntad se precisará sin inteligencia porque el pensamiento es contrario a la repetición constante.
Por lo tanto podemos decir que sí, que el Pueblo es una serie existencialista, pero que también lo es la sociedad en la que vivimos. Existencialista, utilitaria y podemos adobarla con otros adjetivos que creamos adecuados para expresar el exprimido social al que los individuos nos vemos sometidos.
Esa situación llevará a los forasteros a abandonar la ciudad para ir en busca de una vida mejor alejada de las imposiciones fiscales, la contaminación ambien-mental, la presión, el sangrado constante de tiempo y dinero que hacen imposible una vida plena. Y, por supuesto, se toparán con la problemática de la definición de vida plena y deberán afrontar el vacío existencial original del que nadie se salva y por el cual hemos inventado todas las distracciones que nos evitan pensar en el sinsentido vital.
Vemos que todos han huído y que, por lo tanto, han actuado por REACCIÓN a una situación. Toda reacción es como la potencia sin control. De no haber un pensamiento libre de cargas pasadas y pesadas, la intervención de la inteligencia que pone en juego la esencia y el escuchar las necesidades propias de cada uno, todo lo que derive de la reacción irá de Guatemala a Guatepeor, o de malo conocido a peor por conocer.
Ruth (Ingrid Rubio) y Moncho (Santi Millán) son una pareja de veganos, neo hippies, que encarnan todas las nuevas tendencias del siglo 21. Van en busca de construir una eco-aldea fomentando o imponiendo la paz y el amor entre la biodiversidad tanto de personas como de animales. Persiguen sus ideales, sus propias ideas y creencias unilaterales.
Pablo (Raúl Fernández) y Nacho (Daniel Pérez Prada) son dos amigos tan opuestos como los polos. Mientras el primero goza de una situación "inmejorable" que se ciñe a un buen empleo, una novia divina a las puertas del altar y un piso (lo cual constituye un lujo a día de hoy); el segundo es un desempleado que no logra conseguir un trabajo poniendo por excusa su color de pelo. Lo que uno tiene lo quiere el otro y viceversa. Juntos deciden mudarse a peñafría pero con objetivos muy dispares. Pablo huye de la ahogadora sensación de "ir por el carril de la normalidad" y Nacho persigue a Pablo con la idea de hacerlo entrar en razón y reinsertarlo en la sociedad.
Juanjo (Carlos Areces) y Amaya (María Hervás) una pareja que nos recuerda a Juan Cuesta + la pija en verión choni con los tacones por Peñafría.
Elisa (Blanca Rodríguez), una mujer con graves problemas de salud que no suelta el cigarrillo ni que la maten y su hijo Gustavo (Jairo Sánchez) un "ni ni" treintañero hipster y desde hace 13 años opositando para funcionario con menos ganas que inteligencia, esta última siendo tan nimia como transparente.
Un viejo rockero en busca de la inspiración, una madre deshauciada y su hija adolescente y un manager vendrán a completar el elenco de personajes cuyas ocurrencias son más bárbaras que las invasiones y que, para nuestro gusto, exhalan demasiada fórmula mágica ANHQV / La que se avecina.
No está desprovista del ingenio y gracia tratando de sembrar conceptos que terminan por recogerse en una retahíla final que nos sorprende haciéndonos explotar de risa. Alguna que otra carcajada a horcajadas del absurdo, y el esperpento nos viene a la mente. No obstante, y a pesar de esos toques cómicos, en algunos momentos resulta cansina pues retoma con demasiada facilidad el chiste elemental y trillado. Los efluvios de marujeo de vecinos de escalera están extremadamente marcados, y es un elemento que A NOSOTROS nos molesta pero que sin duda conforma las mierles del rellano de otros.
Una serie divertida con un extra de picante que quizás haga que a Sartre le pique el ano.
