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Sam (Jude Law) es un ex trabajador social y padre de familia londinense que se encuentra en un bosque alejado de la capital rindiendo homenaje a la memoria de su hijo. En el mismo bosque presencia el intento de suicidio de una niña, Epona (Jessie Ross). Ayudada por un niño menor que ella, con la soga al cuello, salta desde lo alto de una roca.
Sam llega a tiempo de rescatarla e insiste en llevarla hasta su casa en la siniestra isla de Osea. Para llegar hasta Osea, hay que esperar a que baje la marea y que surja de entre las aguas, la carretera.
Una vez al otro lado, Epona pide a Sam que la lleve hasta el Pub del lugar regentado por los Martins (Paddy Considine y la irreconocible Emily Watson). A medida que atraviesan el pueblo, Sam presencia la preparación de un curioso festival semipagano anual que involucra la mística historia de la isla.
Una vez en el pub, todo empieza a tomar un aire extraño. Todo el mundo actúa como si escondiera algo, lo cual es muy propio de las producciones inglesas.
Sam debe realizar una llamada pero no hay cobertura. Intenta volver a su casa pero las aguas han sumergido el camino. Sam se desespera cuando la agonía se desprende de la toma de conciencia que parece indicar que está siendo prisionero de la isla.
Un vistazo a las fotos que cuelgan de las paredes del pub son suficientes como para entender que uno no quiera quedarse más de lo estrictamente necesario. Las imágenes de cadáveres victorianos adornan los muros del bar.
Sam se deja llevar por su tendencia a percibir insectos de colores vivos o muertos y niños desapareciendo entre los arbustos.
Como ya se ha venido informando, el drama consta de 6 episodios que se dividen dos secciones de tres episodios cada una: verano e invierno.
CRÍTICA DE LA SERIE EL TERCER DÍA - CEC SERIES
De momento sólo podemos emitir un juicio basado sobre el primer episodio. Igual que con otras series, dejamos la crítica abierta para una reevaluación si hiciese falta cambiar de opinión.
Está claro que un episodio no es suficiente para juzgar los siguientes 5 pero ya hay unos marcadores que apuntan hacia una dirección que no nos gusta.
Para empezar Jude Law está casualmente en el lugar y momento idóneos. Bueno, hasta aquí nada que objetar, las casualidades son parte del azar que hay que aceptar como aquel porcentaje de vida que no somos capaces de controlar. El rescate de la niña es otro cantar. Una caída como la que nos muestran es suficiente para romperle el cuello. Nos parece inverosímil que logre salvarla.
Pero bueno, supongamos que hacemos la vista gorda y nos convencemos de que el auxilio sirve de algo. La llegada de Sam a la isla se acompaña de una curiosidad que no comprendemos. ¿Deformación profesional del protagonista? Sam trata de asegurarse por todos los medios que Epona está bien. A pesar de haber sido víctima de un robo en su propio negocio en Londres y con importantes asuntos que arreglar, Sam decide ir a pasar el día junto a un río para conmemorar a su hijo.
Una serie de acontencimientos demasiado casuales como la falta de cobertura, la niña que se suicida, a Sam que le pica el mismo gusanillo de la curiosidad que mató al gato, la carretera se inunda, la persecución del conejo blanco, léase "el niño de las gafas", la vuelta al pub, el padre de Epona, su rifle, la extraña en la habitación vacía...
Todo huele a una distorsión entre lo real y lo irreal, una confusión constante entre el onirismo y la materialidad que ya veremos dónde nos conduce todo este ajetreo.
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