LA HISTORIA COMO PREDECESORA DEL MARKETING
La serie Hernan nos ha suscitado el mismo interés que el ciclo reproductivo de las anémonas. La vida de Hernán Cortés ya se encargó el sistema escolar de embutírnosla y una serie sobre él es un conjunto vacío del que nada se puede extraer, ni siquiera unos minutos de entretenimiento. Ni el contenido ni el continente nos han atraído lo suficiente como para olvidar la tortura que supuso en su día.
"Ay por lo menos llevan la cultura a la gente!" "Mejor esto que un reality" Sí, vale ¿y qué? Mejor que un reality es hasta ponerse a fregar el suelo pero seguimos sin ver el interés de hacer nada más y nada menos que una serie histórica bajo el pretexto de divulgar la "Cultura" o lo que nos han dicho que es cultura y que, por supuesto, rebatiremos en las próximas líneas aportando nuestra concepción de la misma.
Para empezar pondremos en duda la certeza de la vida de este señor. ¿Quién puede asegurarnos que Hernán Cortés SI vivió lo hizo de la forma que nos indican? Hay documentos que recogen testimonios. Seguramente y ¿Quién nos certifica que esos testimonios sean ciertos? ¿Quién no ha jugado nunca al teléfono? ¿Quién no se ha encontrado con una versión totalmente desvirtuada de su mensaje al haber pasado por un par de oídos? No nos van a convencer: la historia es invención de los pocos interesados en que quedara así escrito. El marketing se inventó mucho antes que el propio marketing.
Otro punto que nos planteamos incesantemente es ¿Qué incidencia tiene en nuestro día a día saber que el tal Hernán se fue de pillaje por Sudamérica? Ahora nos vamos de voluntariado ¿Cómo influyen esos datos en nuestro cotidiano? No nos van a convencer: con el ombliguismo imperante de hoy en día que nos digan que esto forma parte de la cultura general nos parte el alma. Las frases comodín diluvian: "Es que son cosas que hay que saber" "Hay que saber de dónde venimos" "Es importante conocer los órigenes propios" ¿Para qué? ¿De qué sirve toda esa ingente cantidad de información que no parece revertir positivamente en el devenir de la sociedad? ¿Cuál es el valor real de enseñarles una historia a nuestros hijos si no la utilizarán en su día a día? Memoria histórica...
Dicen que Alejandro Dumas escribió : "¿Cómo es que siendo tan inteligentes los niños son tan estúpidos la mayor parte de los hombres? Debe ser fruto de la educación". De nuevo encontramos la educación en la base de la estupidez, de los deseos y de lo que se da por supuesto.
Como hemos comentado anteriormente, "cultura general" se da por sentada porque tiene que ser así pero no parece haber una reflexión posterior que indique que así es. El valor de la historia ha demostrado ser nulo porque ésta se repite bajo diferente forma pero con el mismo fondo.
A pesar de tenernos anclados a una mesa durante largas horas perdidas infundiéndonos esa supuesta sabiduría que nos nutre de la nada, nos quita imaginación y nos ensambla como a las piezas de un engranaje que deben servir mayores propósitos que el de la felicidad propia, el del florecer natural de uno mismo, no parece revertir en un mayor bienestar o desenlace más próspero para la humanidad.
Lamentablemente, mensajes tales como el de la historia o el de la cultura general han cuajado en la aceptación popular porque así nos han dicho que así debe ser. Y miramos con estupefacción al que se atreve a afirmar en público que no sabe absolutamente nada de Hernan Cortés o del crack del 29. Nosotros mismos somos los primeros en no entender cómo tal nivel de "incultura" es posible y al cruzarnos con este pensamiento quedamos sorprendidos porque, al profundizar en la reflexión, llegamos a la conclusión anterior. ¿Y qué más da saber o no saber si no implica la no reincidencia en los mismos errores?
Y no solo no nos libramos de la confusión sino que a pesar de estar supuestamente advertidos de los elementos pasados, la conciencia sigue aletargada porque no alarmaron de las causas emocionales y psicológicas que entrañaron dicha guerra sino que siguieron empecinados en llenarnos la cabeza de pájaros numéricos, datos que no sirven para nada, fórmulas prehechas para que ni siquiera el profesor tuviera que hacer gala de creatividad o de entendimiento profundo del ser humano.
Ni siquiera tuvo que demostrar nada en la facultad porque las universidades, como nos hemos hinchado a decir y seguiremos repitiéndolo hasta la hartura, son las herramientas que el sistema actual tiene para seguir embrutecinendo, amaestrando y domesticando las almas rebeldes. Y con posterioridad el mundo laboral se encarga de dar el toque de gracia, por si alguno seguía teniendo cualquier atisbo de revolución en sus venas. Al ser humano sólo le queda una salida: la poca libertad (o lo que nos han educado a entender como libertad) que se le permite también la quiere dominar el sistema ofreciendo salvoconductos, como hemos denunciado inumerables veces, tales que el viajar, la ficción filfa que adormece y contribuy a engrosar mitos y leyendas y a reforzar el mensaje del sistema "la cultura general es importante".
Otra frase atribuida a Alejandro Dumas (que no sabemos si realmente la llegó a pronunciar): "Aprender no implica que el que aprende se considere aprendido. Están los que adquieren conocimientos y están los que adquieren entendimiento. Lo primero requiere memoria y lo segundo filosofía"
En cuanto al valor extrínseco de Hernán, pocas palabras bastan para comunicar nuestro desagrado. Encontramos los elementos comunes de forma que nos repelen en la ficción española: gran teatralización del contenido. Actuaciones demasiado forzadas con pausas que no tocan en medio de una frase. Un decorado de cartón piedra que nos traslada a un escenario más que a Technochticlan. Estamos de acuerdo en que son nimiedades y que si el producto es bueno se puede hacer la vista gorda en lo que se refiere a presupuesto pero el hecho de que su contenido sea, para nosotros, absolutamente vacío, hace que nuestra atención se desvíe y empiece a valorar detalles a los que no acostumbramos a otorgarles demasiada relevancia.
En definitva, Hernán no deja de ser una serie más que viene a sumarse al catálogo de Amazon. Ni frío ni calor en cuanto a su contenido, mucho escepticismo en cuanto a su veracidad y una negación total a seguir su desarrollo.
Me encantó la serie por cierto.