Se veía venir...
Hemos tardado más en realizar esta crítica no por no haber visto la serie a tiempo sino por la inmensa pereza de tener que volver a pasar por todos aquellos puntos que hemos comentado ya varias veces como por ejemplo en la crítica de HYENA. LEER AQUI.
En este caso Cha Yoo-ri (Kim Tae Hee), a punto de dar a luz a su hija Jo Seo-woo (Seo Woo-jin), es atropellada por un coche. Consiguen salvar a Seo-Woo pero Yoo-Ri muere. Desde entonces ha deambulado como espíritu invisible a los ojos de los mortales hasta que un día la pequeña Seo-Woo empieza a percibirla. Los niños tienen menos energía que los adultos y son más vulnerables a los fantasmas. No nos ha quedado claro de por qué es tan nocivo ver espectros, suponemos que será algo cultural que desconocemos y que, en este caso no nos importa lo más mínimo.
Cha Yoo-ri es un espíritu que sufre por no poder disfrutar de los pequeños placeres de la vida. La comida es uno de ellos pero el hecho de no poder estar en compañía de su familia es más doloroso si cabe.
Ante la injusticia del destino, Yoo- ri se desespera e insulta a Dios y como castigo divino, es condenada a pasar 49 días como mortal. Declarada muerta, sin abrigo, sin dinero, sin identidad, ¿Cómo sobrevivir a ese periplo? Pero lo que nos preguntamos es...¿Para qué sobrevivir a ese periplo? Es decir... al cabo de 49 días volverá a ser un fantasma o ascenderá o lo que sea que haga pero ¿se puede volver a morir si ya está muerta pero viva pero muerta aunque viva? En fin... pasando por alto nuestras preguntas que van más allá, broma fácil, de la pantalla, lo que preocupa a la protagonista es cómo podrá presentarse ante su hija de 5 años y por supuesto, cómo podrá dar explicaciones a su ex-marido, amigos y familiares.
Para permanecer en el mundo de los vivos debe haber retomado su sitio en la sociedad y en su familia. En caso contrario, desaparecerá.
Su marido, Jo Kang-hwa (Lee Kyu-hyung) un cirujano torácico con pánico al bisturí y claustrofobia, después de haberla llorado durante 3 años, volvió a casarse convenientemente. Un matrimonio que está a punto de quebrar afortunadamente para Yoo-Ri pero ¿Quiere Yoo- Ri volver a ser la esposa de Jo Kang-Hwa?
A parte de la pequeña curiosidad de la que os informamos sobre el actor que hace de niña Jo Seo-woo (Seo Woo-jin) (LEER AQUí), decir que la serie no es el coñazo que esperábamos.
No hay indicio, al menos hasta su octavo capítulo, de la necesidad de que el personaje de Jo Seo-Woon sea imperativamente una niña, podría haberse cambiado por el de un niño. En efecto, huele a chamusquina y es muy raro todo lo que gira entorno al sexo del niño.
En cuanto al contenido de "Hi Bye Mama" sin ningún interés por nuestra parte. El más allá es de esos temas que no nos preocupan, en cambio el más acá es el que nos mueve.
El contenido está por lo tanto dirigido hacia un lugar que no nos es común y por consiguiente partimos de la base del desinterés.
Las actuaciones no están del todo lastradas por la interpretación coreana que comentamos en "Hyena" y que nos resulta insoportable. No obstante, sí que tiran de colores pastel en demasía. Encontramos el punto almidonado que se nos atraganta.
Por otro lado, como observación capciosa, cuando Yoo-Ri pasa a ser mortal, mantiene la misma vestimenta. ¿A los renacidos no les huele el sobaco o qué? Desconocimiento total por nuestra parte.
La subtrama del médico claustrofóbico y de las peripecias de hospital son más de farmacia de guardia que de urgencias. El metraje excesivamente largo para el formato serie, se hubiese podido recortar pues hay un considerable sobrante prescindible.
Finalmente concluir que no le vemos ninguna particularidad y que más que una serie parece un culebrón que no despierta interés alguno. No es tóxica, no incide en ninguno de los puntos que consideramos perniciosos para la salud mental pero no logra despertar las ganas de saber cómo sigue la historia.