Festival de clichés, superficialidades, fachadas sociales y fechorías humano-animales.
Katy Keene, una historia de tarugos, gentecilla humilde y falsamente modesta cuyas soberbias ambiciones no cuadran psicológicamente con el recato que nos intentan colar. Un algodón de azúcar de color pastel que nos avisa del pastelazo que está a punto de empacharnos. Borrachos de tontería, con la glicemia por las nubes, la "poBredumbre" de la sesera del "escuadrón Katy Keene" nos pone como una moto. Cada línea de texto nos provoca un mini infarto cerebral dejándonos los ojos en blanco y convulsionando repetidas veces a lo largo de este primer y último episodio en lo que nos concierne.
Chorrada tras sandez, bobería tras necedad, asistimos a los clichés rebuznados por sus personajes. Una sucesión imparable de ocurrencias egocéntricas teñidas de un buenismo patéticamente ridículo que ha infestado la inexistente base de ingenio. Ni siquiera es una serie para jóvenes, a menos que queramos ocasionarles daños cerebrales crónicos y la fuga nasal de la licuada materia gris.
Katy Keene (Lucy Hale) nos recuerda demasiado a la Blancanieves (Ginnifer Goodwin) de "Once upon a time", serie que ya nos produjo un eczema seborreico en su día con la consiguiente alteración en la producción de sebo de nuestro organismo.
Katy trabaja en unos almacenes de moda, un Harrods en Nueva York o el glamuroso Corte Inglés español (carcajada). Asiste a la dueña de los mismos y atendiende a los caprichos de las grandes figuras públicas que se dejan caer por allí para ser peloteados y rellenarse de ego siliconado.
Katy es muy buena en su trabajo, como no podía ser de otro modo, y por ello causa un resentimiento celoso de sus compañeras. No pudiendo llegar al mismo nivel de excelencia que Katy pues el estilo, el talento y la genialidad forman parte de la genética, intentarán en vano boicotear, manchar y cuestionar su desempeño. Empeñados en su altivez, la hinchazón del engreído es como un grano de pus, cuando explota salpica el espejo y deja la zona dolorida, pero el único que acusa el daño es el endiosado. ¡Qué mala es la envidia Señores, qué mala y qué sucia! La costra de cal crece con el tiempo.
Josie McCoy (Ashleigh Murray) aspira a ser una famosa cantante reconocida mundialmente y por eso desembarca en Nueva York. Va a parar al piso de Katy y en su primer día en la polis ya la caza un super mega productor, Alexander Cabot (Lucien Laviscount). Es un headhunter macizorro que pasea en busca de carne fresca para lanzarla al estrellato de su magnífica cama, pero podemos hacer un "all in" a que Alexander se enamorará perdidamente de Josie y tras algunos obstáculos familiares, conseguirán que ella, y su "amor", triunfen. ¡Venga hombre, venga!
Jorge o Ginger López (Jonny Beauchamp), compañero de piso de Katy, ansía convertirse en bailarín de Broadway. Los martes por la noche se transforma en Ginger, la drag Queen del momento: los martes en el antro de turno. Otro que tal la baila. ¡Ande o no ande, la modestia por delante!
Pepper Smith (Julia Taylor Ross) dice ser la chica de moda más interconectada de Nueva York y parece más un piojo resucitado de los 90, una cuarentona de 36 años que algún día formó parte de la movida "neoyonkina".
Aquí cada loco con su tema y nosotros en el de todos. Un absoluto despropósito de serie. Un presupuesto desperdiciado en causar hemorroides oculares listas para explotar. Un grano de pus a punto de estallar y un sinfin de preciadas perspicacias escatológicas que nos reservamos para otra ocasión.
En definitiva, una serie que exhorta a los delirios de grandeza de la normopatía. Un clarísimo caso de enarbolación de la mediocridad desde el conformismo del mainstream. No vaya a ser que rayos de excelencia despunten en el declive de la imaginación.
CEC SERIES y su productora original "Popular Productions" en la serie "Making Off Friends"- Una idea original de CEC SERIES.
