Un drama A VIDA O MUERTE que a Dios pone por testigo
Emma Green (Hilary Swank), es una astronauta estadounidense a punto de embarcarse en la primera misión a Marte llevada a cabo por la humanidad. Tres años de duración a bordo de una nave junto a la tripulación internacional formada por:
- Ram (Ray Panthaki) representante de la India y médico cirujano de la expedición
- Kwesi (Ato Essandoh) Gran Bretaña y botánico
- Misha (Mark Ivanir) Rusia, ingeniero y persona con más horas de vuelo que nadie sobre la faz de la Tierra
- Lu (Vivian Wu) China, e ingeniera química.
Todos deben dejar atrás a sus respectivas familias. Así, deben despedirse de esposos, amantes, hijos, padres y procurar centrarse en el objetivo mientras que sus pesares, anhelos, miedos y recuerdos viajarán junto a ellos poniendo trabas a todas las desventuras que van acaeciendo, que no son pocas.
CRÍTICA DE SERIE LEJOS (AWAY) - CEC SERIES
La serie no está mal dentro de lo que esperábamos, y podría haberse filmado tranquilamente durante el confinamiento si los actores hubiesen decidido encerrarse juntos en el estudio. Tirando de videoconferencia a la Luna como si del país vecino se tratara, el tema del coste del viaje lo zanjan rápidamente en los primeros minutos. No se hable más sobre la moralidad del mismo, ese no es el tema principal pero no pueden decir que no se haya tratado.
"Away" está trufada de acción, ¿Qué otra cosa cabía esperar de 5 tíos encerrados en una nave espacial durante 3 años? Una desgracia tras otra, las aventuras a bordo del Atlas siempre son a vida o muerte tensando la cuerda de suspense y llevando al filo de lo imposible la supervivencia de la tripulación. No obstante, es cierto que los infortunios catastróficos se reparten equilibradamente dejando respirar al espectador. Entre debacle y hecatombe, la serie mantiene la atención centrada con otras calamidades de menor amplitud.
Enemistades previsibles que no tienen razón de ser y recuperan el lastre histórico: Rusia /China=comunistas= malos, India/GB aliados= buenos. Sin embargo, gracias a la FE, al inconmensurable poder de amar al prójimo, a la capacidad de abrir sus corazones y al saber perdonar sus ofensas así como Dios disculpa las de cada uno, logran trabajar en Equipo A y solucionar cualquier catástrofe.
Y mucho antes de llegar al ecuador del viaje, en los albores del capítulo 3 nos preguntábamos ¿Cómo van a meter el tema de la homosexualidad en todo esto? ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAh! ¡Ahí está! Señoras y señores, han podido y, además, con sorprendente naturalidad.
Siguiendo el curso de lo acontecimientos, nos surge una duda casi existencial y de raíz: Pero a ver, ¿Antes de una misión espacial de este calibre, los integrantes de una tripulación no son puestos en cuarentena, les han extirpado el apéndice, se han asegurado que no tengan anomalías genéticas que puedan desencadenar un accidente por sorpresa, etc? Considerando los riesgos de estar enlatados junto a otras personas, sin acceso a una salida de aire, sin material ni condiciones para practicar una cirugía mayor... ¿Cómo es posible?
Está claro que si nos fuéramos de misión a Marte, sin tener la certeza absoluta de volver a la Tierra, lo primero que pondríamos en la bolsa de viaje es el pintalabios y un poquito de "sombra aquí, sombra allá, maquíllate, maquíllate". No sea caso que la parca te pille en bragas... antes muerta que sencilla.
Y como estos ejemplos, muchos otros patinazos del guión. Detalles que derrapan sin ofrecer sentido al conjunto. Se lleva el premio la razón de la deshidratación de la comandante de la misión. Una absoluta y profunda gilipollez. Todo el tema familiar de Emma Green nos parece absurdo y sin sentido. Cuando uno se embarca en algo así debe tener asumidas ciertas consecuencias. Esto no es un viaje del que puedes bajarte cuando te venga en gana. Con lo que ha costado subirte a la luna no vas a volver por un pormenor. No tiene sentido.
La serie está inspirada en el artículo homónimo de Chris Jones "Away—The Launch" publicado por Esquire el 26 marzo de 2015, día en el que el astronauta Scott Kelly y el cosmonauta Mikhail Kornienko fueron lanzados al espacio a bordo de un cohete Soyuz en el Cosmodrone de Baikonur para comenzar la misión espacial tripulada más ambiciosa en décadas. Pasarían un año completo a bordo de la Estación Espacial Internacional, experimentando y estudiando los efectos a veces extraños e incluso impredecibles de la exposición prolongada a la ingravidez, la radiación intensa y las otras condiciones de vida desagradables en el espacio exterior. Sin embargo, la serie no habla solo de un año sino de tres.
En definitiva, es una serie para entretener de principio a fin. Hay tantas incongruencias y faltas de sentido que no sabemos si creer en los efectos prolongados de la ingravidez que se reflejan en pantalla. Sinceramente, tampoco es que nos interesen pues no nos planteamos ningún viaje espacial en la inmediatez y menos con un virus dando tumbos. Porque si a una tripulación de la Nasa de misión a Marte les sorprende un Epstein Barr, a nosotros el Covid nos alcanza, fijo.
Para los acérrimos de los dramas espaciales e incluso aquellos que les vaya el suspenso. A todos aquellos que, como nosotros, creyeron que una ficción decente durante el confinamiento no era posible, también.
Y no puede faltar el encadenado musical lógico en este caso
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