GRACIAS POR NO VOLVER
El humor absurdo sí. El humo del absurdo no y esto es una nube de gracias por no volver. Una tomadura de pelo de A a Z.
Medical Police incendia las entrañas desde el minuto cero. ABSOLUTAMENTE TODO es patético y ridículo. Cuidado, hay una diferencia entre el absurdo que lleva a la ridiculizar inteligentemente situaciones y la ridiculez que lleva a la absurdidad de la obra y medical police responde de la segunda.
Unos personajes esperpénticos donde la extravagancia es la tónica átona que no deja huella y se pierde en la nada. Se suceden protagonizando presentaciones lamentablemente desprovistas de gracia. No entendemos, ni pensamos que lo haya, el mensaje.
Desde que Lola (Erin Hayes) médico interno y Owen (Rob Huebel) cirujano pediátrico descubren misteriosamente una enfermedad viral en Sao Paulo hasta que llegan a Berlin donde hay indicios de un brote de iguales característica, no nos damos por enterado de qué pintan la super policía (Sarayu Rao) los dos esbirros en ese avión que tampoco captamos por qué tiene que estrellarse ni por qué lo boicotean. Una vez en Berlín con lo puesto aparecen con un modelito nuevo y tras llegar al hospital y sospechar de un musulmán terrorista hay un enorme gag que dura varias escenas donde explicitan con más pena que gracia que no las sospechas no están fundadas en su religión sino en unos apuntes en el cuaderno de éste que indican que, efectivamente, es el responsable de propagar el virus por el planeta.
Luego aparecen en un furgón policial que los ha raptado y tiene conexión satélite. Luego resulta que el chico musulmán no era terrorista pero que sus apuntes hacían referencia a la pérdida de su virginidad y por eso se pasea con una réplica 3D en silicona de una vagina, para practicar. Después sabemos que el virus en realidad se ha dado en varias capitales mundiales al mismo tiempo.
Los médicos convertidos en policias acaban en casa de una Rusa que les harta de comer porquerías y ellos para ser políticamente correctos no pueden declinar el suculento manjar a base de pan de sangre, glándulas de trucha, cabeza de caballo... ni falta que hace comentar la estupidez de los gags. Con la foto que acompaña a este "artículo" ya se ve por dónde andan los tiros.
Y basta, demasiado que hemos escrito. ¿En serio Netflix se gasta un pastizal en producir MIERDA de este calibre? Pues nada, habrá que felicitar a los guionistas por haber colado semejante moto. Que nos expliquen cómo hay que venderlo y ya nos ponemos nosotros a guionar.
Es una serie para ponértela de fondo mientras haces otra cosa de provecho, no es para estar viéndola sentado comiendo palomitas