Servicio EXCLUSIVO Reviews Series TODAS las plataformas y cadenas de TV en EL MOMENTO DEL ESTRENO.
Ambientada en la década de 1960, la serie, describe las aventuras del personaje principal de PARANORMAL, el Dr. Refaat Ismail (Ahmed Amin), un único hematólogo que se enfrenta a una serie de eventos sobrenaturales.
Todo empieza cuando, de niño, conoce a Shiraz (Reem Abd El Kader), una niña en camisón blanco, aparentemente normal que lo invita a jugar en su mansión. Refaat, su hermana Raeefa (Samma Ibrahim) y el primo Reda (Rushdi Al Shami) son conducidos por la curiosidad y enigmáticamente absorbidos por la morada de Shiraz.
El día en que Refaat cumple 40 años, se presenta en la universidad del Cairo Maggie McKillop (Razane Jammal), una antigua compañera de universidad del doctor. Debido al gran aprecio que se tienen, Refaat la invita esa misma noche a cenar a casa de su hermana donde aguardará la futura mujer de Refaat, Huwaida (Aya Samaha).
Durante la cena tiene lugar un terremoto y el sobrino de Refaat, Taha (Adam Wahdan), ve a una niña en camisón deambular por la casa familiar.
En los siguientes días, la momia del faraón Negro va a ser autopsiada y sobre el Cairo se cierne una maldición. Los habitantes de la capital egipcia así como Huwaida caen gravemente enfermos. Refaat tratará de salvar a su prometida y para ello deberá descifrar unos jeroglíficos, transportar la momia del faraón negro junto a su amada, partir hacia Libia para encontrar una flor ya extinguida, luchar contra el guardián de una cueva del desierto, sortear arenas movedizas, tribus de bereberes, etc.
Crítica de la serie PARANORMAL - CEC SERIES
La décima ley de Murphy dice que "Cada solución genera un nuevo problema". La principal ley de Netflix vuelve a recordarnos que "Por cada 20 series estrenadas, sólo una vale medianamente la pena" (y no es la que nos ocupa).
Estamos ante una producción que no llega ni al nivel cutre salchichero:
- La trama no está centrada en nada. En un primer momento parece que Shiraz, la demoníaca niña, tendrá un papel de peso en el relato. Posteriormente, se convierte en el centro de atención el descifrar el jeroglífico de la maldición del Faraón Negro, pero el problema se solventa en un "pim pam". Entonces, el drama gira en torno a salvarle la vida a Huwaida de la cual Refaat no está enamorado, pero luego sí y más tarde no.
-
El guion es confuso y poco delimitado. Quien mucho abarca poco aprieta. Las leyes de Murphy se mezclan con la niña del exorcista, una plaga que afecta al mundo entero, un virus incurable, la búsqueda de una flor extinguida, fantasmas, momias, espíritus, monstruos "big foot", el destino, amor y desamor, encuentros y desencuentros, etc. Un batiburrillo mil leches en la coctelería Netflixera del Cairo.
-
El personaje principal, Refaat, podría llegar a ser el perfecto antihéroe con esa mezcla entre Indiana Jones, Rick O'Connell y Shrek. En cambio el resultado que se obtiene es implosivo. Taciturno, neurótico y obcecado con los Murphys que lo persiguen, el hosco doctor no genera ni un ápice de simpatía. Refaat es hematólogo, pero ora da clases en la universidad, ora autopsía una momia. Hace de todo y nada. Su profesión permanece en el misterio así como sus incomprensibles cambios de carácter. El Dr. Ismail lleva en la sangre tanto de héroe como nosotros de bombero: ni una gota.
- El decorado de la serie es mortal de necesidad. Se ha procurado que las escenas tengan lugar en sitios cerrados o atemporales como puede ser el interior de las casas o bien el desierto. Ello provoca, a la larga, una sensación antinatural. El único fotograma de Libia en plena década de los 60 está sacado de algún archivo de esa misma época y la diferencia de calidad de la grabación choca al espectador.
- Las actuaciones siguen la misma dinámica que el resto. Son malas en el mejor de los casos y estrepitosamente malas en general. Terrible trabajo de dirección, interpretación y montaje. Éste último clama al cielo cuando bajan al joven Taha de la cornisa en algún punto del primer o segundo capítulo. Esta toma parece haber sido especialmente grabada como una transición necesaria. Su antinaturalidad nos deja perplejos y casi podemos oír la claqueta y el "cámara y acción" del regidor.