ESTRENO DE DOBLE CAPÍTULO
El día en que ETA anuncia el abandono de las armas, Bittori (Elena Irureta), viuda de un empresario vasco asesinado por ETA, acude al cementerio a contarle a la tumba de su marido, el Txato (José Ramón Soroiz), su decisión de volver al pueblo donde vivieron toda su vida y en donde el Txato murió años antes.
Por otra parte, la familia de Miren (Ane Gabarain), su antigua mejor amiga, está disgregada. Desde que mataron a el Txato y metieron a su hijo Joxe Mari (Jon Olivares) en la cárcel, una pregunta ha estado perturbando la tranquilidad de Bittori. ¿Fue Joxe Mari, el hijo de su mejor amiga y parte de la familia, el responsable de la muerte de su esposo?
La presencia de Bittori altera la falsa tranquilidad del pueblo y desentierra pasados oscuros y olvidados a la fuerza. Especialmente el de Miren y el de su marido Joxian (Mikel Laskurain).
Con sus desgarros disimulados y sus convicciones inquebrantables, con sus heridas y sus valentías, la historia incandescente de sus vidas antes y después del cráter que fue el asesinato del Txato, nos habla de la imposibilidad de olvidar y de la necesidad de perdón en una comunidad rota por el fanatismo político durante más de 30 años.
crítica de la serie patria - cec series
Con toques de humor negro como esgrimir un "venga, ahí te quedas" dirgido a la tumba de su marido o "Más que enterrarlo parece que estemos encondiéndolo", "Patria" ya predispone positivamente.
Uno descubre en esta serie el arte español del buen hacer. Con la mezcla temporal del relato en presente yendo a buscar los orígenes de la situación que presenciamos en el pasado, se obtienen dos narraciones en una misma. El aprovechamiento máximo de los recursos para ofrecer abundantes matices y cantidad de tramas y subtramas es muestra de un magistral manejo tanto de la cámara, como de lo que existe detrás de la misma.
La oscura parte de la historia de nuestro país se expone desde varios puntos de vista y niveles de lectura. En ambos capítulos se puede apreciar el mensaje subliminal: las víctimas del terrorismo no sólo son los que sufrieron directamente sus matanzas. Hay un sinfín de daños colaterales y damnificados indirectos a los que "Patria" quiere dar voz. Vemos unas intenciones más que honestas a la producción y con eso ya tiene la mayor parte de nuestra atención asegurada.
Ambas familias, tanto la de Bittori como la de Miren, quebraron y los lazos que compartían se partieron como también lo hicieron sus almas el día que ETA fracturó sus vidas. Pero la enemistad los separó porque Bittori dudó de la inocencia del hijo de Miren. Y creemos que de alguna manera, a pesar de su ferviente defensa y su rol de madre, en el fondo Miren desconfía igualmente de Joxe Mari. Con sus propios ojos, Miren asistió al espectáculo de los actos vandálicos de Joxe Mari, ¿Cómo negarse a sí misma la posibilidad de que exista relación entre la muerte del Txato y la sorpresiva nueva conducta de su hijo?
Una bien puede ser madre y conocer a su prole, que nunca podrá poner la mano en el fuego por ninguno de sus hijos. El esmero con el que se ha impartido la educación, la seguridad de los valores propios y la certeza de que dichos valores son elevados no puede asegurar que los niños no saldrán torcidos. Disminuyen las probabilidades pero no se erradican.
El dilema interno de Miren queda magníficamente registrado, plasmado y llevado a la pantalla por Ane Gabarain. Al espectador testigo de las fechorías de juventud de Joxe Mari le quedan tantas dudas como a su madre. Abandonar el hogar y verse involucrado en actos vandálicos dista abismalmente de perpetrar un asesinato, pero ¿No cabe acaso la posibilidad de que haya pasado?
El miedo es otro de los temas conductores de Patria. El miedo visible y obvio ante las amenazas de atentado a la propia vida. El miedo invisible a la verdad, a las conjeturas mentales, a la incertidumbre. Pero tanto el primero como el segundo terminan por doblegar al ser que los padece convirtiéndolo en marioneta y servidor de los intereses de otros. El imperio del terror se impone en "Patria" y se hace palbable en tras cualquier esquina.
Asimismo, la tergiversación del inconsciente que padecen los habitantes del pueblo que pretenden echar a Bittori siendo ésta la materialización de sus temores. Como de costumbre, el necio se conjura ante el despertador de la conciencia. Bittori les recuerda que nadie está exento de la muerte.
De momento, dos capítulos muy bien hilvanados y estructurados. Saben captar y mantener la atención del público y además de aportar diferentes puntos de vista sobre un mismo hecho. Vamos de momento a calificarla de completa en 360 grados. Veremos cómo sigue.