La imaginación se cotiza a la baja en el mercado de valores
La narración nos situa en Bogotá, Colombia. El espectador asiste a la ingesta nerviosa y apresurada de una 8 bolas, kilo y medio, de cocaína por el personaje principal Antonio (Daniel Grao). Tras finalizar la penosa tarea, se dirige al aeropuerto donde es detenido no por aparecer como sospechoso sino por actuar como tal. Será conducido y encerrado en "La Brecha" una de las prisiones más peligrosas de Colombia. Allí se ocupará de su caso una abogada de oficio, Angelita (Ana María Orozco), a la que confundimos en primera instancia con una abonada al oficio de las artes amatorias.
A medida que avanza la trama conoceremos más en detalle a Antonio y sabremos que estuvo casado con Inma ( Carolina Lapausa) y que, fruto de su unión, nació Soledad, una niña que desapareció 10 años atrás mientras jugaba en una playa de Valencia. El matrimonio terminó viéndose superado por la pérdida y disolviéndose. Mejor indicio no hay para sacar conclusiones, no los unió el amor.
Lo que empieza como un relato de narcotráfico que nos hace llevarnos las manos a la cabeza mientras exclamamos ¡Oh no, otro no!, acaba siendo algo peor: la búsqueda desesperada de una niña ausente, con todo lo que conlleva. Los llantos, la histeria de la madre, la exasperación del padre que no sólo tiene que lidiar con los hechos sino que, además, debe convivir con el histerismo de su esposa. Y, desgraciadamente, justo ayer hablamos de NO TE PUEDES ESCONDER, serie de Netflix que TAMBIÉN trata sobre el secuestro de una adolescente... ¡¿Qué pasa?! ¡¿No hay más tramas en el mundo que hacer desaparecer a personas?! Más de lo mismo, ¡¡¡VENGA!!! La loca del muelle repartiendo cartelitos con el retrato de la niña. Madre mía, si es que la imaginación se cotiza a la baja. No importa si fue primero el huevo o la gallina, si netflix o atresmedia, el caso es que estamos en el círculo vicioso del eterno retorno a la fórmula mágica que, cual reliquia, se exhibe cuando el fin no justifica los medios. Nadie cuestiona nada. Como lleva funcionando desde el principio de los tiempos pues ale, a tragar.
Entre tiras y aflojas nos pasean de España a Colombia, del presente al pasado en una historia que va y viene pero que ni nos va ni nos viene. Parajes naturales fantásticos que no son suficientes para cautivar al espectador porque si bien es cierto que la anterior serie mencionada ya se ha visto en infinidad de ocasiones, el despliege temático dentro de la argumentación principal así como el cruce de historias y personajes, acaba dando un empaque de mayor complejidad. La elaboración asociada a dicho guion será más elevada y, automáticamente, nuestro interés se sentirá más intensamente atraído.
"Perdida" no deja de ser una consecución de hechos a los que le pueden añadir los flashbacks que consideren suficientes que no por ello necesarios. Ni por mucho madrugar amanece más temprano ni por muchos viajes al pasado que nos embutan la historia pasa a ser trepidante. No deja de ser lineal, monda y lironda.
Es la crónica del periplo que conducirá a esta familia a desvelar los auténticos motivos por los que una niña de cinco años desapareció sin dejar rastro y dejando el mismo vestigio que desaparecerá de la memoria colectiva. Ni frío ni calor más bien sueño es lo que nos provoca "Perdida".
Y nos dirán lo de siempre: "Pues no la veáis"
¡PUES NO LA VEREMOS! Se puede decir más alto pero no más claro, colorín colocado que esta crítica se ha fumado.