Servicio EXCLUSIVO de REVIEWS SERIES de TODAS las plataformas de streaming y cadenas de televisión.
Nos vamos a Los Angeles de 1932, una ciudad a caballo entre la Gran Depresión y los deslumbrantes destellos del despertar de Hollywood. Un Perry Mason (Mattew Rhys) más pobre que las ratas, desaliñado y sucio que debe procurarse las corbatas de la morgue por estar permanentemente sin blanca. Mason trabaja con su compañero Pete Strickland (Shea Whigham) destapando algún que otro escándalo protagonizado por estrellas de cine pilladas en indecorosas situaciones.
Mason es también un veterano de guerra que nos mostrará las atrocidades del campo de batalla rememorando sus vivencias que derivan en su particular visión del mundo "Todo el mundo esconde algo y todos son culpables".
Charlie es un bebé que ha sido secuestrado y cuyos padres, Emily (Gayle Rankin, "Glow") y Matthew Dodson (Nate Corddry), están a punto de pagar el rescate. El niño es hallado muerto con los ojos cosidos en un tranvía.
Matthew Dodson tiene mucho que esconder y es demasiado obvio. Sin embargo, Mason ve en Emily algo más que una mujer perdida en la vida e incapaz de cometer crimen alguno. La perfidia se esconde tras el más desvalido. ¿Quién habrá realmente sido el responsable del secuestro de Charlie?
Esta será la trama principal que irá deshilachando las vidas de todos los personajes que la componen.
CRÍTICA DE LA SERIE PERRY MASON - CEC SERIES
Estábamos avisados, esta versión de "Perry Mason" iba a estar tan alejada de la icónica interpretación de Raymond Burr del abogado criminalista de los años 60 que no podía sorprender a nadie. Las 9 temporadas de "Perry Mason" de CBS se parecen a la de HBO como un huevo a una castaña. Y quizás sea para bien pues toda comparación es odiosa así que, para evitar paralelismo,s lo mejor es romper el molde. Y ¡Vaya que si lo han roto!
Antes de nada mencionar un hecho importante y es que a nosotros los thrillers no nos gustan, bien lo saben nuestros seguidores. En este caso ni el "Perry Mason" de los 60 ni el de 2020 son capaces de llamar nuestra atención. El secuestro de Charlie así como la investigación que va dejando al desnudo las motivaciones y vicios secretos de todo un elenco de personajes nos parece una historia de lo más aburrida, banal y superflua.
Totalmente prescindible, el despliegue de medios nos ha provocado somnolencia y un descuelgue mental de la historia principal. ¿Por qué? Bueno, es una cuestión de interés y gustos personales. Nada que objetar a la serie, sencillamente no nos entretiene y no le vemos la gracia al asunto, punto pelota.
No obstante, y en su favor, diremos que la ambientación es absolutamente maravillosa. Se puede oler la mugre que desprenden los personajes a través de la pantalla. La reconstucción de la década de los 30 nos transporta, sin ser conscientes de ello, al cine negro, a Al Capone, a los orígines de los coches, a las proyecciones de cine, a los anuncios de las vallas publicitarias y al alcohol escondido en los libros mientras la ciudad es azotada por la miseria, la pobreza y la suciedad.
Un decorado fabuloso y unas actuaciones de la misma envergadura que la producción para que ésta no cojee no son sin embargo, suficientes para embelesarnos. No hay donde hurgar y lo que vemos no nos suscita pregunta alguna por lo que perdemos el interés por lo que en la pantalla se desarrolla.
Queda recomendada a todos aquellos que busquen un espectáculo de calidad, una evasión momentánea y por supuesto a los que disfruten del género policíaco.