De Martin Zimmerman, creador de Ozark
"PUERTA 7" es la nueva serie argentina original de Netflix sobre el fenómeno de las "barras bravas". Para quien no lo sepa, este término se utiliza para designar a los grupos de fanáticos hinchas de un equipo que se encargan de intimidar al equipo rival mediante el despliegue y ondeo de banderas, la entonación cánticos o -directamente- atacando a los seguidores del equipo contrario. Su origen se encuentra en la Argentina de la década de los 60, pero posteriormente se ha extendido a otras partes de Latinoamérica.
Para poner en marcha todo el engranaje que requiere la denuncia que la serie persigue, inician la temporada con el apuñalamiento de "Lomito" (Carlos Belloso) -uno de los cabecillas de los hinchas de los Ferroviarios-, en pleno partido de fútbol. La seguridad del acceso al campo se ve comprometida y puesta en tela de juicio por los siempre presentes y odiosos medios de comunicación generalistas que, una vez más, rebuscan en la basura de la colección de bajezas humanas para poder crear polémica, dejando de lado la que tendría que ser su tarea: informar.
Este es otro de los resultados de esta sociedad de la inminencia y la satisfacción rápida donde se premia el circo y la suciedad desprovista de contenido en el mejor de los continentes.
Crítica de la serie PUERTA 7 de Netflix - CEC SERIES
Ante el incidente, Fabián (Esteban Lamothe), mano derecha de Lomito, tratará de averiguar quién ha sido el responsable del apuñalamiento y por qué. El uso de violencia está asegurado sin el menor escrúpulo por el ser humano que tiene delante.
Debido a la creciente presión mediática, el presidente del club Ferroviarios ofrece a Diana (Dolores Fonzi), activista en una ONG que se dedica a pintar murales con los niños del barrio, el puesto de encargada de la seguridad del club. Es una mujer decidida a cambiar la tradición del universo futbolero, quitar privilegios a las mafias que dirigen a los hinchas e imponerse como figura de autoridad. Con un par de banderas violetas ondeando, otra muestra de homofilia que nos molesta, pues no entendemos qué tiene que ver el tocino con la velocidad, y aprovechamos para meter cuña...
De las últimas 7 series vistas, 4 de ellas abanderan la homosexualidad como motivo de orgullo. Orgullo gay. ¿La discriminación positiva no es discriminación al fin y al cabo? Ahí dejamos la pregunta y que cada cual reflexione, nosotros lo tenemos muy claro lo que está pasando.
Igual que Ane Dahl Torp en la fantástica "Heimebane", Diana querrá justicia: eliminar la corrupción y el crimen en un club de fútbol, un universo alejado del femenino por su brutalidad y escasa sutileza. Y ya que hemos hecho mención de "Heimebane" y su rompedora trama, decir -como quien no quiere la cosa- que la protagonista no era ni homo ni hetero, sino que se dejaba la orientación sexual en el aire por no tener nada que ver con los objetivos perseguidos.
'Puerta 7' muestra las entrañas de las barras bajas gracias a la iniciación de un joven, Mario (Ignacio Quesada), en el intento desesperado de sacar a su padre, y única familia, de la pobreza. Las barras se presentan como una oportunidad de ganar dinero rápido y fácil en contraposición a los trabajos disponibles en el mercado laboral argentino.
La serie no sólo nos sumerge en la exploración de las mundialmente conocidas barras bravas argentinas que ejercen de coyuntura entre el deporte, la política y el crimen organizado: la violencia, la corrupción y el narcotráfico coexisten con la vida de barrio, arrojándonos luz sobre la realidad social de Buenos Aires.
Una primera temporada de 8 capítulos cuyo foco de atención se posa en las negociaciones con la finalidad de retratar la cruda realidad y desenmascarar el modus operandi de los barras, pero también de los clubes de fútbol y los millones que se malversan cada semana mientras el pueblo, de una pobreza extrema da vida, y alienta estas actividades.
Un entramado social donde se respira la inseguridad, el crímen y el nulo valor de la vida humana, que puede expirar en cualquier momento a manos de cualquier maleante. La libre posesión de armas de fuego y la facilidad con la que se desenfundan en pleno día con total impunidad refuerzan la confianza de los criminales. La seguridad de que el cuerpo policial, en muchas ocasiones sobornado por las propias mafias, no está dispuesto a mover un dedo por nadie.
Sin consecuencias y amparados por estas organizaciones de barrio que mueven mucho más que hinchadas, la delincuencia prolifera. Y ésta se alienta desde el mismo poder, pues los infractores gozan de la protección de las bandas que adquieren la amplitud de crímen organizado.