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El domingo 17 de mayo de 2020 llegó a TNT, por fin, la esperadísima nueva adaptación televisiva de 'Snowpiercer', después de un periplo infinito. El próximo 25 de mayo pasará por la estación de Netflix, pero el equipo de CEC Series ya está en disposición de trasladaros las primeras impresiones. Vamos a desempolvar los guantes de la diplomacia, e intentar dar una visión lo más amplia y contenida posible.
La adaptación de la aclamada película homónima de 2013 protagonizada por Chris Evans y dirigida por Bong Joon-ho ("Parásitos") y que, a su vez, fue la adaptación de la novela gráfica francesa de 1982 "Le Transperceneige", está en su tercera ola adaptativa, como lo estuvo "Somos la ola" de Netflix (Leer aquí lo que pasó con esta tercera ola).
A pesar de la ambientación en el mismo universo, cuenta una historia distinta. En la serie han pasado siete años (17 en la película) desde el intento de contrarrestar el calentamiento global, convirtiendo el planeta entero en una inmensa bola de nieve. La poca humanidad que pudo salvarse, subió a bordo del Snowpiercer, un tren de 1001 vagones.
Crítica de la serie SNOWPIERCER (TNT, Netflix)
Al igual que en la fuente de inspiración, la guerra de clases es el tema predominante: el Snowpiercer está descaradamente segregado jerárquicamente, en una obvia metáfora. En cabeza tenemos a la casta dominante, la que tiene acceso a la sala de máquinas y comandos del tren. En el último vagon encontramos a los de "la cola", con una densidad de población superior a lo considerado higiénico o humano. Amontonados como ganado, el desperdicio de la sociedad se condensa revolcado en hedores, humores y suciedad. Éstos preparan el abordaje del tren.
En la serie, todo se confunde. Un caso de asesinato amenaza con cambiar la estratificación de clases cuidadosamente establecida. André Layton (Daveed Diggs), antiguo investigador de homicidios, es reclutado por las fuerzas de seguridad bajo las órdenes de la jefa de hospitalidad Melanie Cavill (Jennifer Connelly). Tendrán que sacarlo a regañadientes de "la cola" del tren para investigar el caso.
A André tratan de convencerlo para que colabore con una sopa de tomate y una hogaza. Quienes no hayan visto la película, no sabrán que los ladrillos negros con los que alimentan a "la cola" son unas nauseabundas barras de proteínas gelatinosas. La serie parece dar por hecho que todos los espectadores habrán visto la película.
André y el espectador tienen derecho a conocer el interior de los vagones del Snowpiercer con el recurso poco artístico del discurso indirecto. Así, el detective Layton y el público son introducidos a la variedad de habitáculos en cada sección del tren. Pasamos por la comunidad conocida como "The Chains", el "Night Car" (donde sus habitantes practican el poliamor), o el jardin botánico en el que cerezos en flor y fresas silvestres nos dejan anonadados. La guinda del pastel se la lleva el vagón acuático y la china en pelotas que pesca erizos de mar. ¡No hay nada que enseñando el culillo no se arregle!
Mientras tanto, el Sr. Wilford, el visionario y solitario creador del tren cuyo nombre se pronuncia con reverencia, comunica sus decisiones y edictos a través de Melanie (la voz del tren).
El nuevo Snowpiercer se nos presenta, después de tantos años esperándolo, con un decorado cutre que recuerda a la terrible serie canadiense de la segunda mitad de los 90 "La femme Nikita" con la exhuberante Peta Wilson y el imperturbable Roy Dupuis.
A la ambientación le sigue la decepción de vislumbrar una historia que mal empieza, junto a la confusión que siembra un comienzo accidentado. ¿Se limitará a una investigación criminal a bordo del tren? ¿Quién es esta mujer a la que André parece conocer? ¿La hemos visto al principio y no nos acordamos de tanta cara en medio de la batalla campal inicial?
No podemos más que comunicar lo que hemos vivido para que los adeptos y expectantes espectadores "curven su entusiasmo" con mayor destreza que la nuestra. Todo indica que vamos a jugar al cluedo a bordo del tren, con los pages de pega de Baltasar ennegrecidos al carbón, y estrenando harapos debidamente confeccionados para la ocasión.
El primer capítulo se desparrama descriptivamente, dando por supuesto que el público conoce la obra inicial, lo cual no tiene por qué ser así. Recomendamos el visionado previo de la película que actualmente está en AXN España si os planteáis el visionado de la serie.
Estamos ante una versión MUY DIFERENTE del cómic y de la película del oscarizado Bong Joon-ho ("Parásitos"). Y no vamos a caer en el error de decir que el cómic o la película son mejores que la serie, pues son lenguajes distintos y no somos partidarios de la clásica afirmación "el libro es mejor que la película".
Por lo demás, sobran las palabras. El primer episodio es un churrazo que nos creó una conmoción cerebral. Connelly nos dejó fríos por primera vez, y si no hubiésemos sabido de la existencia de la cadena cultural hubiésemos pensado que ya no sabían qué más inventar.
Desgraciadamente, de la ridícula "Into the night" de Netflix a la "Snowpiercer" de TNT y Netflix, hay sólo un paso. Así de bueno es el 1x01 de Snowpiercer.