"Ni fu ni fa" pero el culito en tu sofà
HBO nos trae Stumptown y ¿Qué queréis que os digamos?
En la era de producción en cadena de series pocas son las destacables y sinceramente Stumptown no es una de ellas. A quien le gusten los cómics y quiera verla por amor pues vale. Siempre será mejor opción que sintonizar según qué programas televisivos, por supuesto.
Desde un punto de vista frío y meramente crítico y sabiéndonos sin predilección especial por los cómics u otras ficciones susceptibles de fanatismo alguno, sentimos informar de su efecto "ni fu ni fa".
Dexter es una heroína que no nos engancha. Representa el nuevo prototipo femenino del siglo XXI con una marcada y equívoca tendencia al marimachismo. Ahora resulta que ser sexualmente indefinido es lo que se lleva, especialmente para encajar en el modelo de fémina liberada lo cual volverá a encasillar, paradójicamente, a las nuevas generaciones. Otro etiquetado social más progre que el de ama de casa pero que acabará por someter de igual modo a las mentalidades mainstream. De momento tampoco es lo que más nos molesta, es nuestro trabajo señalizarlo pues el derivado social y sus efectos empiezan a notarse en las calles y será destacable en, aproximadamente, un lustro.
Así pues, tenemos a Dex Parios, ex-soldaado, decidida, segura de sí misma, de vuelta de todo y con una marcada afición por el juego que la lleva a frecuentar el casino de Portland, Oregon, propiedad de una familia de indios americanos a la cual está moralmente ligada.
De una situación incial caótica, el primer episodio nos acompaña en un flash back para explicar de qué manera la Srta. Parios ha llegado a estar en el maletero de un coche conducido por dos bribones de tres al cuarto y suspendido en el aire. Un impactante comienzo que pretende llamar la atención de los que andan en busca de aventuras, amantes de las peripecias imposibles y de las piruetas aéreas. CEC no es público objetivo de esta serie.
No nos ha resultado ni siquiera entretenida porque tanta acción nos afecta a la neurona. Demasiado movimiento sólo busca distraernos y es exactamente lo opuesto a lo que necesitamos. Mucho ruido y pocas nueces que nos altera pero no alimenta. A parte que tenemos una manía persecutoria por las muñecas plastificadas. No entendemos la necesidad de toda una horda de "actrices" retocándose la cara a ritmo de escalpelo. Esta en particular frecuenta el mismo cirujano que, Carry Anne Moss (Trinity de Matrix).
A ver, ¿Cómo vamos a recrear a una mujer empoderada si su respresentante está hecha de retoques? Nos subleva el sinsentido que impregna todos los niveles.
Stumptown, una farsa que no distrae ni mucho menos engancha...