Todo controlado y dentro de las previsiones.
En el artículo informativo de la serie ya nos preguntábamos y contestábamos lo siguiente:
¿Llegará la serie "Taj Mahal 1989" a reunir los ingredientes necesarios para mantenernos enganchados? Lo dudamos seriamente la cuestión es ¿por qué?
La serie prometía sintimidad por los temas que se disponía a abordar siendo el amor, el matrimonio, la amistad y el desamor cuestiones que desatan nuestro mayor interés. Centrádose en parejas de diferentes edades, aportaría la multiplicidad de prismas y lecturas a tantos niveles como estadios de la vida.
Esta serie original de la India, se ambienta alrededor de la Universidad de Lucknow en 1989 y su particularidad hace que sea su mayor defecto. No porque no nos gusten las producciones indias, que dicho sea de paso tampoco, sino porque al igual que el humor es una cuestión cultural (pensamos en los sapos y culebras que arrojamos ante el patetismo inglés), las raíces de todo cuanto nos impacta emocionalmente también lo son. En el caso de Taj Mahal 1989, la manera de comunicar aquello que anunciaba nos aburre antes de empezar a contruir la trama.
"Enamorarse es fácil; mantener vivo el enamoramiento es el desafío. Nadie conoce mejor esta problemática que los profesores universitarios Sarita y Akhtar, ahora atrapados en la rutina de la realidad y otrora pareja tan enamorada. Sudhakar, por otro lado, el amigo perdido de Akhtar, parece feliz en su pequeño mundo con Mumtaz, pero esa felicidad se obtiene con dificultades. Los estudiantes universitarios Dharam y Rashmi exudan una intensa pasión el uno por el otro hasta que asuntos como la política, los celos y las diferentes prioridades se conviertan en protagonistas. ¿El verdadero amor, que atraviesa el tiempo, la edad y la distancia, podrá vencer toda esta carrera de obstáculos?"
No pudimos llegar al tercer capítulo quizás por atragantamiento o tal vez porque la construcción de los personajes parece más una coña fácil que un planteamiento serio. Sin embargo, entendemos las intenciones de desenmascarar el sistema de valores basados en lo que la educación nos ha ido infundiendo. La serie pretende romper los moldes, denunciar clichés, atreverse a reflexionar sobre cuestiones de base ya zanjadas y aceptadas. Sienta sus principios y establece el punto de salida en otro lugar para que la tomemos de la mano y caminemos con ella descubriendo poco a poco el brillo de los senderos ahogado por la maleza de la tergiversación semántica.
Pero nos extraviamos por incapacidad lingüística o comunicativa. El pictórico paísaje de "Taj Mahal" nos seduce y a la vez nos aleja. Ni siquiera podemos decir que nos entretuvo con sus salidas humorísticas mirando a cámara. Sus buenas intenciones de cavar las profundidades nos dejan en la superficie.
"La inteligencia y el romance no van de la mano", suponemos que la India hablando desde su base cultural no apela a NUESTRA reflexión. La cuna del Yoga nos importa un rábano y por muchos beneficios que digan que tiene, nosotros sólo vemos la contemplación del cuerpo y todo un sistema de parásitos (película por cierto RECOMENDADÍSIMA por ilustrar exactamente estas palabras) tratando de aprovechar la oportunidad de vivir de la sopa boba. Al igual que el tai-chi, el feng chui, el pilates y toda la importación cultural que nos intentan constantemente endiñar bajo la premisa de salud, belleza y longevidad. No, no, no, en cec no nos cuelan ni una: parásitos.
"La gente busca diferentes cualidades en el sexo opuesto y cuando todas las casillas han sido tickadas, entonces se considera amor". En efecto, la gente busca y rebusca aquello que el partenaire debe ser partiendo de la defición social de la pareja. Una etiqueta para cada cosa mantiene el orden, la higiene mental y mata el virus de la sed del saber y del vivir profundamente traduciéndolos a beneficios para el sistema. Vivir intensamente es GASTAR en viajes viendo mundo y recorriendo otros sistemas que se ceban con nosotros. La sed de saber beneficia a toda la industria de la educación empezando precisamente por las escuelas, las universidades, las academias, las editoriales basura que venden indignante literatura fast food, pasando por las televisiones casi todas ellas dedicadas al compostaje y reclicado de aquellos extralímites que no han podido ser corregidos por los primeros.
Y finalmente, termina en aquellas odiosas "Eescenas de un matrimonio" donde 3 parejas encamadas desfilaban por la pantalla, los más viejos amargándose el uno al otro con punzante sarcasmo porque ya han aprendido que "la vida es así", que lo correcto, lo real y lo establecido dice que una pareja vieja debe clavarse las caústicas dagas de la ironía. El escarnio es señal de que las cosas van como tienen que ir.
¿Dónde están los abuelos de la deliciosa y delicada "Another Year"? No, terminamos "amorodiando" a la persona con la que compartimos nuestra vida porque es lo natural y sinónimo de que todo va como tiene que ser pero en realidad, desde la reflexión profunda y lógica de cada uno, es una completa estupidez que nos han hecho creer y de lo cual terminamos por auto-convencernoa. Sencillamente por vagancia, porque cuando somos jóvenes la entrepierna impone su capricho y la sesera, más pausada, no llega a colmar lo que será necesidad cuando el subidón hormonal esté de bajón. Porque la lucha contra naturaleza no es lucha sino construcción que requiere esfuerzo, dedicación y contemplación de uno mismo. La entrepierna manda pues.
Habría que tirar del hilo, como en "Taj Mahal" y recorrer el camino mental inverso recordando cómo y por qué conocimos a nuestras parejas y de ahí retroceder y saber por qué momento personal estábamos pasando para entrar a considerar al/ a la que hoy no podemos ya soportar, un candidato válido para acompañarnos en el viaje de la vida.
En primer lugar una definición de lo que llaman amor verdadero. Para nosotros se fundamenta en el respeto, la admiración y la verdad absoluta y al desnudo. Todo lo que se salga de estos tres parámetros ya será tóxico. Algo tan sencillo en apariencia y tan poco común en la realidad, pues lo que nos han enseñado a admirar proviene de lo efímero como la belleza o el encaje social(izado), quedando relegadas a últimas posiciones aquellos resortes más puros y más nuestros: las esencias. No nos cansaremos de repetirlo: las esencias personales son lo único digno de admiración, todo lo demás son valores aprendidos. Uno no puede estar mejor con nadie que consigo mismo y, en consecuencia, la búsqueda de la media naranja no está en el polo opuesto sino en lo más parecido a uno mismo. Los opuestos igual se atraen, pero luego no se entienden.
A partir de ahí, una personalidad sólida que se ha tomado la molestia de estudiarse a sí mismo, y que finalmente haya aprendido a respetarse, será más digna de admiración y más fiable que el que quiere ser, no es y pretende auto-engañarse con las distracciones dispuestas en función del uso y costumbres de cada país. No nos engañemos: el estatus, el dinero, la belleza, el trabajo, los pasatiempos y múltiples derivaciones no son más que parte del plan de alejarnos de nuestro centro de gravedad propio.