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La serie antológica 'The Sinner' ha vuelto a Netflix con el estreno de la 3ª temporada doblada en españo.
La nueva trama sigue al detective Harry Ambrose (Bill Pullman) y a Jamie Burns (Matt Bomer, White Collar), un convencional profesor de instituto casado con Leela Burns (Parisa Fitz-Henley) que está a punto de tener un bebé. Su amistad con Nick Haas (Chris Messina) es la que lo vuelve "peligroso".
Nick y Jamie eran compañeros de facultad, pero ahora Nick es un sociópata que sabe ahondar en los recovecos del alma humana exhumando las inquietudes y los miedos más profundamente enterrados...
LO MEJOR: EL PERSONAJE DE MATT BOMMER
La figura más atractiva y controvertida es la de Nick, el único personaje capaz de levantar interés y evocar las preguntas existenciales que comfort y aburguesamiento han tratado de ahogar en un cotidiano repleto de frenética actividad. Un perturbado a ojos de la rectitud, un sociópata que no conoce de molduras o limitaciones y que incomodará a aquellos que tengan su sitio bien definido.
Todos deberíamos conocer y tener un Nick que nos recordase lo fundamental de la existencia y la única cosa real de esta vida: la muerte. Tiene la potestad de provocar la reflexión en aquellos que lo rodean porque su figura no está impostada sino que desprende realidad, libertad y razón.
Jamie es un ejemplo más del que se ha dejado llevar por la fachada que esta sociedad empuja a construir pero en cuyo interior la chispa de la conciencia permanece incandescente. Como reza la canción de los Vetusta Morla: "Se lo llevó la tormenta y el viento, nada se pudo salvar. Sólo quedó una chispa de luz, suspira por volver a empezar". Jamie la persigue, busca esa luz que debe guiarlo a ese "algo más", esa verdad absoluta que todos intuímos de alguna manera pero que nuestro sentido adormecido por los placeres inmediatos ha dejado en el cajón del olvido.
Nick ejerce de intocable, cuando Jamie está a su lado siente que vuelve a tener las riendas de la propia vida pues ¿Quién no se ha sentido tragado por la vorágine de acontecimientos internos? ¿Quién no se ha sentido perdido y sorbido por un huracán de sensaciones incapaces de manejarse? ¿Quién no ha visto alejarse su propio yo, ese fuego interior de juventud apagarse?
NO pesan los kilos sino los años de decisiones tomadas lejos de las creencias naturalmente propias. Caminos emprendidos hacia esa tumba que marca el final y que borra el rastro que no dejamos por habernos sumado a la normalidad, la que pasa sin dejar marca, la que ni duele ni sueña, la que se disuelve sin inflexiones.
Pero cuando uno decide volver a vivir y cortar con los sucesos ficticios, terminar con los sucedáneos de realidad que nos han vendido como tal y que nos han llevado a respirar sin existir, los días están contados y no hay más que temer. Tan sólo seremos libres cuando no haya más que perder, si no hay nada más que perder.
Si "The sinner" hubiese enfocado este renacimiento, otro gallo cantaría. En cambio, se ha perdido y desleído en un conjunto de historietas que llevan a una calle sin salida y que a medida que pasan los capítulos, se nos acorta la mecha del cartucho que acaba dinamitando y precipitando el final de la serie.
LO PEOR: DEMASIADOS VOLANTAZADOS Y GIROS DE GUION QUE ACABAN POR GENERAR HASTÍO
Pero lo nuevo de "The sinner" es un "sí, pero no": una desastrosa avalancha de conceptos que acaban diluyéndose a medida que transcurren los capítulos. En la encrucijada mezcla de misterio, asesinato, psicología y filosofía, no acaba de trazar una ruta determinada. Pecando de ubicuidad, abarca demasiado sin apretar lo suficiente.
Un ejemplo: cuando en el tercer capítulo saca a relucir al "Übermensch" de Nietzsche alumbrando el sendero que debe llevarnos hasta la iluminación, acaba dejándolo todo en un anecdótico episodio vestido de gala filosófica para dirigirse hacia la psicopatía y la perdición de Jamie.
Nuestro mayor temor era que utilizasen el concepto del "superhombre" del histórico filósofo para justificar la locura de un personaje extraviado y aterrado ante la inminente paternidad. Pero tampoco, pues el guion vuelve a dar un volantazo apuntando a desentrañar el misterio de la muerte de Nick paralelamente a un Jamie que no se sabe en qué punto se encuentra. Cuando parece que éste descubre sus tendencias asesinas, otro giro inesperado confunde y despista al espectador que olvida de dónde viene y no tiene ni idea de a dónde va.
Bill Pullman termina persiguiendo a Matt Bomer por las calles de Nueva York en plena noche, de fiesta en fiesta, para demostrar algo que todavía no hemos logrado entender... ni nos interesa. Lejos de ser vivida como una aventura, "The sinner" acaba con la paciencia del equipo series de CEC, que tras el visionado de 6 capítulos decide no llegar a la meta.
¿Es entretenida? Depende de como se mire, y se viva. Precisamente tantas idas y venidas pueden acabar con la paciencia de su público y sustuir el tan venerado y buscado entretenimiento por el hastío o la decepción. Esta es la sensación con la que nos quedamos en CEC: Una lástima, un buen potencial desaprovechado. No es el primero y no será el último.