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Adaptación de la novela negra del aclamado autor Deon Meyer, filmada en Sudáfrica y con potencial desde el primer capítulo, "Trackers" muestra la vida del sur del continente africano y las reminiscencias de la colonización de los Países Bajos. 3 historias lanzadas al mismo tiempo que se van encontrando a medida que avanzan los capítulos:
- En la zona rural de Loxton, Sudáfrica, Lemmer (James Gracie) un antiguo empleado de seguridad es contratado para servir en una operación de contrabando. Junto a Lourens (Gerald Steyn) y Flea (Trix Vivier) se embarcan en una road trip hasta llegar al lugar de la mercancía que deben transportar.
- La Oficina Presidencial de Inteligencia de Ciudad del Cabo lanza una investigación encubierta de alto riesgo sobre un complot terrorista después de que un informante de la policía denuncie una reunión entre extremistas islámicos locales y Suleiman Daoud (Emmanuel Castis), un alto funcionario de Al Qaeda. Mientras la jefa del PBI, Janina Mentz (Sandi Schultz) dirige cuidadosamente el golpe, el agente especial Quinn (Thapelo Mokoena) está ansioso por arrestarlo, y Milla (Rolanda Marais), una ama de casa que escapó de una existencia suburbana abusiva, consigue un trabajo como investigadora en el equipo.
- Un ataque al camión de Lemmer por un grupo armado cuyo cabecilla es Inkunzi (Sissanda Henna) en busca de los diamantes de sangre de Osman (Brendon Daniels).
CRÍTICA DE LA SERIE TRACKERS - CEC SERIES
Una estructura que se suma a la nueva tendencia de disgregar la trama principal y presentar los cabos por separado para ir trenzándolos a medida que avanzan los capítulos. Por esta parte, bien concebida. No diremos impecable pues hemos notado el engranaje chirriar en algún momento especialmente en alguna tórrida pasión que no viene al caso o alguna demostración testicular que tampoco hemos acabado de entender.
Un guión que no acaba de estar engrasado pues comprendemos la complejidad del esqueleto que pierde aceite en los detalles más insignificantes pero que afectan a la totalidad de la producción porque esos pormenores son superficiales y por lo tanto los primeros que el espectador percibe. Si éstos ya rechinan, perjudican a la totalidad.
En cuanto a las actuaciones, a James Gracie no le vemos ni el menor rastro de su apellido. Una insípida representación cuya imagen no es exactamente la tipo duro que esperábamos encontrar. El papel queda así, descuadrado. Pero más allá del desacuerdo que podamos tener con el director de cásting, la performance de Gracie es la sombra de su imagen: larga, escuálida y homogénea.
El malo malísimo de la historia es Sisanda Henna, cuya actuación es igual de grosera que su personaje al que no nos creemos bajo ninguna circunstancia, ni siquiera mientras se ducha.
Los caracteres femeninos son igual de desaboridos: Milla Strachan es una mujer que abandona a su familia y no sin razones pero como actriz, Rolanda Marais, comunica más bien poco. Por supuesto que el papel que le han dado no ayuda pues su personaje es ridículo e inconexo. En cuanto a la veterinaria se refiere, Flea van Jaarsveld (Trix Vivier), éste tampoco brilla ni por su ingenio ni por su desarrollo y mucho menos por la actuación de Vivier.
A la que ya vimos en "Blood and Water" fue a Sandi Schultz que aquí está correcta sin llegar a ser un dechado de virtudes. La más carismática y la única que merece realmente la pena es sin duda Avital Lvova porque hay poder en su mirada y sus expresiones faciales quedan bien marcadas. La chica trasmite.
Crimen organizado, contrabando de diamantes, seguridad nacional, rinocerontes negros, la CIA y un complot terrorista internacional, un aglomerado que se suma al carro y cansa.
Sin genialidad alguna, sin innovación y con muy poco talento, el fruto cosechado es el sopor y aburrimiento más profundos hasta echarnos del sofá. Sólo la recomendamos a los que busquen entretenimiento sin esperar nada de su trama o de las actuaciones y ni siquiera porque de verdad que de entretenida tiene poco.