Imelda Staunton y Rafe Spall (Black Mirror) en el reparto
La pareja formada por Jason (Rafe Spall, "Black Mirror") y Nikki (Esther Smith) intenta tener un hijo desde hace ya un tiempo pero el médico les comunica que con sus complicaciones será muy difícil concebir. Por ello, Nikki propone adoptar y aunque Jason no lo acaba de ver claro, acepta.
Se pone en marcha toda la odisea por la que las parejas que desean, pero no pueden concebir, deben pasar. Pruebas, cuestionarios y tests cuyos objetivos son los de evaluar las aptitudes de los solicitantes. Nikki prepara a Jason : "necesitamos convencer a la gente de que somos aptos, y nos van a juzgar. Deberíamos hacer una lista con todos los defectos que queremos aplacar".
La elaboración del listado es la excusa perfecta para echarse la caballería por encima. Salen a relucir aquellos defectos del otro que cada uno guarda en su interior y nunca menciona. Con la excusa de estar trabajando por el bien conjunto, el de tener un hijo, que queda claro que es MÁS un anhelo de Nikki que la voluntad de Jason, la pareja puede liberar sus verdaderos pensamientos sobre el otro. "Dejar de beber, dejar de fumar, fortalecerse emocionalmente o evitar los ataques de ira serán algunos de los puntos a pulir.
Imelda Staunton será la encargada de valorar a la pareja. Con preguntas intrusivas sobre la frecuencia con la que mantienen relaciones sexuales, trata de convencerlos de que no están siendo sometidos a un test.
El amigo de Jason tampoco está ayudando en la labor de acallar sus dudas cuando se sinceran admitiendo que los hijos son como unos vampiros que le chupan toda la energía hasta dejarlo vacío como una carcasa.
Los lectores asiduos ya saben de nuestra opinión sobre los hijos, no nos vamos a repetir. Lo que cada vez adquiere menos sentido es que un tercero juzgue de la capacidad de una pareja para tener un hijo pero sólo de aquellos que no pueden tenerlo biológicamente. Es totalmente injusto. Siempre hemos defendido que debería pasar por el tamiz todo el mundo y no solo los que no puedan procrear naturalmente.
La evaluación debería extenderse a todos los casos. Y da igual que parezca una medida totalitaria, se debería imponer una tasación a todo el mundo para comprobar las condiciones de vida del ser humano que está a punto de nacer y no sólo de aquellos que van a ser acogidos. ¿Cuáles serían las consecuencias de dicha medida?
Protestas. Hemos asumido que nuestro cuerpo y nuestra mente son de nuestra propiedad, o eso nos han hecho creer. Si analizamos las imposiciones y las ideas a las que estamos sometidos llegamos a la conclusión contraria.
Nuestro cuerpo es nuestro como idea pero no como hecho. La libertad propia llega hasta donde se impone la del sistema. El sistema tiene colonizada nuestra mente y, por extensión lógica, nuestro cuerpo. Lo que somos y lo que deberíamos ser, lo que comemos y deberíamos comer, nuestros hábitos, nuestras rutinas, últimamente la hora a la que salimos a la calle, y nuestra decisión sobre el día, la hora de nuestra muerte es ilegal... Todo lo anterior no nos pertenece igual que tampoco nuestro nacimiento. Pues ya que no determinamos nada, hagámoslo público y explícito.
Si vamos a rebatir las bases erróneas, lo haremos con propiedad y para ello necesitamos remontarnos al origen de la equivocación. Pues el yerro es el de pensar que somos nuestros propios amos cuando se demuestra empíricamente que no hay decisión propia sobre la posesión de lo que nos atañe. Forjar la ilusión y la idea es lo que mantiene el sistema engrasado. Como ya vimos en "Hollywood", ni siquiera nuestros gustos son nuestros sino embutidos desde el exterior.
Y ya sabemos el argumento con el que se refutará nuestra teoría porque es el mismo de siempre: La biología impone las normas. A lo que contestamos:
1. La biología nos dota también de cerebro y conciencia. Son para utilizarlos y discernir entre lo esencial y lo natural.
2. Y precisamente, si lo natural llega a imponerse porque "así son las cosas", se confirma nuestro argumento: lo nuestro no es realmente nuestro.
El sistema de control parcial es, por lo tanto, injusto. Las personas fértiles pueden procrear sin que nadie ponga en duda su aptitud. Contrariamente, aquellos que desean pero no pueden, deben someterse a examen. La base errónea es el mantra de la libertad personal. Entendemos la razón de la medida. Para evitar el tráfico de niños, ha de haber un ente regulador. De nuevo, pagan justos por pecadores. ¿La solución? Extenderlo a todos.
"Trying" raya el insulto. Nos ofende la gracieta barata, pobre y desubicada. Somos los primeros en quitarle hierro a los asuntos peliagudos precisamente porque encontramos que se otorga compulsivamente importancia a pormenores. El etiquetaje y la quebradiza finura de las pieles han considerado insultante todo lo que gira entorno a consideraciones de raza, género, sexualidad, tribus urbanas y todo lo que no sea utlrafeminización.
El de la adopción nos parece de considerable importancia como para bromear sobre elegir los niños por catálogo, con la cabeza perfectamente redonda y demás sandeces supuestamente agudas. Quizás sea una broma pero ni pizca de gracia nos hace. Muchas de las series que merecen nuestra atención han tratado respetuosamente este tema llegando a conclusiones preocupantes. Recordemos que "Mindhunter" en su brillante primera temporada, exponía la desvinculación biológica que sufren los niños adoptados como una de las posibles causas de sociopatía.
Tras varios años interesándonos por este asunto sí que podemos certificar que el escepticismo de estos niños agudiza la inteligencia y las capacidades sensoriales. Al no compartir una vinculación biológica, la programación social no fragua en ellos como en los niños biológicos porque hay una desmitificación y deslegitimación del clan como ente de control social.
Quizás en este nuevo siglo, gozamos de más flexibilidad conceptual ligada a la institución de la familia y los niños adoptados, monoparentales, de padres divorciados y demás desviaciones de lo que ha sido la norma estándar, siempre entendida como la de la mayoría, no sufren de la misma manera que los del siglo pasado. No sabemos cuáles serán los resultados futuros pero sí sabemos cómo han sido procesados los datos en un pasado con repercusiones en el presente.
Quizás bromear sobre la adopción, los hijos por catálogo está de moda y ha dejado de ser un tabú. Desde nuestra perspectiva, nos horroriza la falta de gusto, ingenio y clase. "Trying" es vulgar. Han confluido el hambre con las ganas de comerse la manzana podrida. Por lo general encontramos al pueblo británico falto de gracia e ingenio con sus payasadas infantiles que terminan por explicar la propia broma. Por otro lado las producciones de Apple carecen de personalidad con abuso de planos generales que enmascaran el humo de sus productos como ya explicamos en "Defending Jacob".
"Trying" es el nacimiento de una serie desleída tirando de comodín. Que no se diga que no lo hemos intentado.